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La contracrónica

Dos resurrecciones y un profeta

Mel apostó por dar la titularidad a Álvaro Lemos y Dani Castellano, inéditos juntos este curso en las bandas - Otra lección más de Pedri

Dos resurrecciones y un profeta

Hay decisiones valientes, decisiones de entrenador. Son sellos, hechos como puños sobre la mesa. Pepe Mel, cuya continuidad la próxima temporada está en el aire, más aún después de las sentencias que dejó el pasado viernes en sala de prensa ("A lo mejor es a mí a quien no le interesa el proyecto del año que viene"), mostró ayer unas cuantas más de esas. Un puñado de iniciativas que influyeron en que la UD recogiera tres puntos más, alcanzara los 50 puntos y situase su escudo en el campo base de la Segunda División.

Para empezar renovó por completo la defensa. Si en El Alcoraz formó con Eric Curbelo, Martín Mantovani, Aythami Artiles y Alberto de la Bella, para la visita de la Ponferradina dibujó otro muro completamente distinto: Álvaro Lemos, Álex Suárez, Mauricio Lemos y Dani Castellano. Unas fichas sobre el tablero que no son un asunto baladí.

Sobre todo por lo que trasladó a sus costados, con dos hombres a los que no se les olvidó eso de jugar al fútbol. "Álvaro Lemos y Dani Castellano tienen toda la ilusión del mundo tras pasarse tanto tiempo lesionados", advertía en la previa ante la 'Ponfe'. Dicho y hecho: la pareja pasó a jugar como titulares en las bandas de la defensa.

Eso era algo que no había pasado en toda la temporada -compartieron titularidad en septiembre, pero Lemos jugó como extremo-. En parte, por culpa de las lesiones que ambos laterales han arrastrado durante parte del año. Lemos, con su particular calvario muscular, con reacaídas, idas y venidas, misiones abortadas más de una vez con su regreso cerca; Dani Castellano, con un paso por el quirófano para corregir una lesión de cadera -una de las zonas más temidas para un futbolista-, y un regreso tras el confinamiento que se llevó por delante su vuelta al ruedo. Dos resurrecciones.

La apuesta a Mel le salió bien. El perfil incisivo de ambos laterales fue de lo más interesante en un día de sopor. Las dos mejores llegadas de la UD hasta el gol de penalti de Rubén Castro llegaron desde cada uno de los costados con Dani Castellano y Álvaro Lemos pisando cal. El gemelo pisó área en una apertura de Fabio, cambió el ritmo y le sirvió un gol a Rubén que aún no sabe como falló. Unos minutos después, una buena incorporación del carrilero gallego dejó un balón perfecto que se paseó por el área antes de que Trigueros liberase a la Ponferradina de un señor problema para su portería.

Y cuando no pasaba nada, como en casi todo el partido, Dani Castellano acompañó un tacón de Aridai. Miró el desmarque de Rubén y deslizó el exterior de su bota para trazar una línea que llegó al isletero. Un toque genial que se convirtió en penalti y gol. De un golpe, desbloqueó su mejor fútbol. El día se había solucionado de una manera inusual. No por el gol de Rubén Castro, el cuarto desde el regreso del fútbol, sino por quién fue el protagonista en el inicio de la jugada.

Porque el elemento desequilibrante de esta UD Las Palmas es otro: Pedri González. Desde el primer día de la pretemporada, Pepe Mel trabajó con el juvenil, que apenas se había asomado al División de Honor amarillo en la temporada pasada. Le bastó poco para saber que era especial. Y no le faltó tiempo para hacerlo jugar. Un trabajo fino para que, al final de la temporada, en menos de un año de trabajo, Pedri sea referente de un equipo de Segunda División con 17 años. Un profeta capaz de interpretar las señales que le da el fútbol de una manera extraordinaria, que por mucho que se use el adjetivo, no deja de ser algo fuera de lo normal. Y Pedri no lo es. Lo demostró una vez más. Una carrera elegante, tanto que pareció fácil. Todo para entregarle a Juanjo Narváez la sentencia del partido.

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