A diez días del cierre del mercado estival la UD Las Palmas tiene todavía cuatro lastres en forma de jugadores, designados por el propio club, que soltar: Martín Mantovani, Slavoljub Srnic, Raúl Fernández y Christian Rivera. Confía en hacerlo antes del próximo 5 de octubre, cuando concluye la primera ventana de fichajes, pero la tardanza, entre otras cosas, le impide inscribir a nuevos futbolistas. Incluso, uno que ya estaba, Cristian Cedrés, ha tenido que ceder su ficha de momento porque el plantel sobrepasa el límite salaria impuesto por LaLiga –unos 6.5 millones de euros para la plantilla, y entre 8 y 8.5 en total–.

Ninguno de ellos, a los que la entidad amarilla rechaza por tener fichas altas, tiene ofertas que les interesen por ahora y la situación cada vez es más incómoda, pues las salidas no se antojan sencillas. El caso más complicado lo protagoniza Raúl Fernández porque suma más de un año sin jugar por culpa de una lesión con varias recaídas que todavía le mantendrá fuera durante varios meses.

Por su parte, Mantovani, que fue uno de los futbolistas más utilizados por Pepe Mel la temporada pasada, tampoco cuenta con una propuesta que le satisfaga. Ha recibido el interés de la Ponferradina y del Marbella, equipo puntero de Segunda B, pero nada en concreto. Mientras su futuro se resuelve pasa los días apartado del grupo la mayor parte de la semana, al igual que Srnic.

La soledad

El serbio, de su lado, rechazó recibir únicamente lo que le adeudaba el club por la reducción salarial del curso pasado y también acude todos los días a la ciudad deportiva a la espera de aclarar su próximo destino. Branko Milovanovic, que figura como “asesor del presidente y jefe de scouting internacional”, fue el que lo trajo y el que se encarga ahora de buscarle equipo por Europa.

La situación de Mantovani y Srnic en Barranco Seco es desoladora, porque a pesar de que en algunas ocasiones participan con el grupo, la gran mayoría de las veces trabajan apartados y solos, más todavía desde el miércoles, cuando los futbolistas del filial dejaron de acudir a los entrenos ante el inminente inicio de la pretemporada de Las Palmas Atlético.

Lo mismo pasó el año pasado con Tomás Pekhart o Javi Castellano, que entrenaron al margen durante buena parte del periodo de preparación y al final se quedaron por no encontrar una salida convincente para ellos. Ese precedente, sin embargo, no lo contempla la UD Las Palmas el presente curso, aunque lo cierto es que son los jugadores los que tienen la sartén por el mango por tener contrato en vigor.

Precedentes peligrosos

Christian Rivera, por su parte, es el que a priori tiene una salida más fácil, toda vez que tiene más cartel tanto en Primera como en Segunda, sin embargo, su marcha se prevé que se produzca la semana que viene, como la de todos, al borde del cierre del mercado.

El presidente Miguel Ángel Ramírez ha reiterado en varias ocasiones que la UD maneja unos tiempos y una estrategia que le permitirán cumplir sus objetivos a tiempo, pero el año pasado el discurso fue el mismo y varios futbolistas señalados como descartes terminaron por pertenecer a la plantilla –también Mauricio Lemos, vendido al Fenerbahce este verano–.

Quedan diez días para que el plantel quede cerrado y Las Palmas cuenta con 27 fichas –más los filiales– y sólo hay espacio para 25, y todavía falta por llegar el delantero centro Pietro Iemmello. Los descartados siguen sin ofertas y la UD ejerce medidas de presión, de momento, infructuosas.