La Provincia - Diario de Las Palmas

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Menos nombres, más equipo

La UD Las Palmas, lastrada una vez más por los graves errores defensivos, muestra a ratos otra imagen que invita a la esperanza

Ale Díez, que empezó en el lateral izquierdo y acabó en el derecho por la expulsión de Lemos, agarrado por Buyla.

Allá donde con el talento no se puede llegar, el esfuerzo suele servir como alternativa. El fútbol, como muchas áreas de la vida, también se ha encargado de demostrarlo. No es esta nueva UD Las Palmas un prodigio de ingenio, de virtuosismo, de magia, pero lo compensa con carácter, con tenacidad, con espíritu. Con sólo tres jornadas disputadas en vez de una conclusión palmaría todavía es un atisbo, pero uno esperanzador. Al fin y al cabo, las tendencias, las sensaciones, son el termómetro de todos los equipos.

Y las que desprende el cuadro de Pepe Mel, más allá de que todavía no ha conseguido una victoria –dos empates y una derrota–, no son malas, aunque le conviene corregir los errores puntuales que comete en cada partido para dejar de regalar puntos y que los buenos presagios no caigan en un saco roto y se transformen en una losa imposible de llevar.

Casi todo tiene que ver, lo bueno y lo malo, con la juventud del grupo. Por un lado aporta energía, vigor, ganas de agradar; por el otro, conlleva candidez, elecciones fatales, derrumbes físicos y mentales. Aunque esa bisoñez, tan utilizada por Mel para justificar todo, no sirve para explicar, por ejemplo, por qué Aythami y Lemos, dos jugadores experimentados, cometieron faltas ingenuas que conllevaron sendas expulsiones –la del canario en Leganés y la del gallego en Zaragoza– que lastraron al equipo.

Al ataque

En Butarque significó una derrota y en La Romareda sólo el ímpetu de los futbolistas y la locura del entrenador la evitaron. Porque ayer Mel, desesperado una vez más en la banda, tiró de arrebato con el equipo con diez, quitó a Rober y Pejiño para meter a Araujo y Espiau y se fue a por el partido. Y el viejo dicho de que la suerte sonríe a los más audaces se cumplió una vez más.

Los delanteros, precisamente, fueron los protagonistas del gol del empate final. El argentino devolvió la pelota al grancanario con un gran toque y este hizo lo demás: un tiro potente desde varios metros más allá de la frontal del área que entró por alto, imparable. Había perdido el puesto después de dos titularidades consecutivas y por el premio del técnico a Clau, autor de la igualada la semana pasada, y se reivindicó con su primer gol como profesional.

Mientras el club y el propio Pepe Mel se afanan en buscar un delantero, la UD suma ya cinco goles en tres partidos. No es que no le haga falta ese atacante que trate al menos de hacer sombra a Rubén Castro –30 goles en dos cursos–, que le hace, pero el dato forma parte de la paradoja en la que se encuentra Las Palmas.

No tiene gol, pero ya lleva cinco; gana por 2-0 y domina el juego, pero se deja remontar en 20 minutos; un fijo de la temporada pasada como Benito ahora es suplente, pero Pejiño y Rober merecen el puesto; sufre una nueva expulsión por culpa propia, pero empata con uno menos.

Así que lo más fiable a estas alturas para valorar a la UD Las Palmas son las sensaciones que deja la mayor parte del tiempo y ahí se vislumbra un equipo con hambre, alma competitiva y con capacidad de mejora si se tiene en cuanta de que es un equipo casi nuevo y al que todavía le faltan las incorporaciones de Jonathan Silva y del atacante Pietro Iemmello, al que se espera esta semana.

La filosofía

La nueva UD tiene, en definitiva, menos nombres y más equipo. Se afanó Pepe Mel en reiterar que por fin los jugadores saben a lo que juegan y ejecutan el plan pese a adversidades como ir dos veces por debajo, como ayer. Es una filosofía de intensidad, verticalidad, de llegada de muchos hombres arriba, de solidaridad atrás. No sobra talento, pero sí mucho trabajo.

La primera temporada después del descenso, en la que la entidad amarilla invirtió una cantidad ingente de dinero en jugadores contrastados –o supuestamente, en algunos casos–, la UD estaba lleno de firmas que no dieron resultado. El problema principal, por muchos buenos jugadores –supuestamente– que tuviera, es que no se conformó un equipo fiable.

Ahora la apuesta es distinta. Perjudicado por las reducciones presupuestarias progresivas, y obligado a soltar lastre económico producto de una gestión nefasta, el club ha optado por rejuvenecer la plantilla, buscar hambre, jugadores muchos de ellos sin nombre entregados a su entrenador.

Pero como los resultados mandan convendría a Las Palmas dejarse de regalar y vencer el próximo fin de semana en casa el Logroñés, un rival directo, para ganar en confianza, pero también en credibilidad, porque la necesita, las sensaciones deben convertirse en realidades. El plantel quedará cerrado el próximo lunes y todas las cartas estarán en la mesa. Una UD con menos nombres, pero con más equipo.

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