Es un partido raro. Lo son todos desde que la pandemia se interpuso en la vida de las personas porque desde el mismo momento en que apareció, desapareció el público de las gradas de los estadios. Pero este lo será todavía más por tratarse del gran derbi canario. Antes de que la UD Las Palmas y el CD Tenerife se enfrenten por sexagesimosegunda vez esta noche (21.00 horas, Movistar Vamos/Movistar LaLiga), el partido ya habrá pasado a la historia. Porque más allá del devenir de los acontecimientos en el césped, será el primer clásico que se vivirá en silencio.

Faltará pasión, elemento que, por otra parte, no le ha servido al cuadro amarillo para doblegar al eterno rival en su tres últimas visitas –otros tantos empates–, por lo que nadie se atreve a aventurar si la falta de aficionados es buena o mala, porque lo que para unos sentir a la gente puede suponer un aliento cuando fallan las fuerzas o el motor de la motivación, para otros puede ser el disparadero de la presión y, en consecuencia, del miedo.

Como buen alentador de masas Pepe Mel apeló al orgullo de sus jugadores para dar una alegría a los seguidores que vivirán el partido por la tele, la radio o internet, pero sobre todo a la canariedad de su grupo. Las Palmas gana al Tenerife en número de jugadores de la tierra (14-5), pero casi siempre fue así y el origen no juega.

Le valdrá más recurrir a la nueva filosofía de juego de la UD basada en la solidaridad y la tan masticada intensidad. Gracias a esa incipiente capacidad competitiva del equipo todavía no reina el caos, porque Las Palmas arranca el día más cerca del descenso –a tres puntos– que de la promoción –a cuatro– y suma ya cuatro jornadas sin ganar –dos empates y dos derrotas–. Sin embargo, ha habido más luces que sombras en el camino transcurrido.

En once partidos Las Palmas ha dado muestra de tener un buen once inicial y un no tan buen banquillo, además de una mayor capacidad goleadora de la que se le presumía y una infinita capacidad para conceder a los rivales con errores groseros.

De entre los jugadores que conformaron ese equipo más utilizado por Mel hoy no estarán ni Pejiño ni Araujo, fundamentales en el buen hacer de los amarillos en el primer tramo del curso. Aunque los dos han trabajado durante parte de los entrenamientos con el grupo durante la semana, ninguno está en condiciones de competir al máximo y corren el riesgo de romperse si juegan. Por eso, pese a que el técnico no los dio por descartados, lo lógico es que ninguno entre en la convocatoria tras la última sesión esta mañana.

Por otro lado, el experimento de Gerona con Fabio como pivote para dar más libertad a Sergio Ruiz para llegar arriba salió bien –el cántabro marcó su primer tanto– y el técnico prevé repetir la fórmula, por lo que la única variación con respecto al equipo que salió de inicio ante el Girona el pasado lunes sería la inclusión de Edu Espiau en la delantera en lugar de Pietro Iemmello. Su desgaste, unido a la invisibilidad del italiano, le ayudan. Y, además, es canario.

Suso y el griterío

Por lo demás, Benito y Rober continuarán como extremos, Loidice acompañará a Fabio y Sergio en el centro del campo y la retaguardia la formarán Valles en la portería; y Lemos, Álex Suárez, Aythami y Jonathan Silva en la defensa. El tinerfeño Maikel, por su parte, vuelve a la lista, mientras que Díez, Cardona y Clau –además de Araujo y Pejiño– son baja por lesión.

En frente, el Tenerife de promete guerra. Viene de ganar después de cuatro empates y una derrota y con Suso como bandera. Por primera vez no escuchará el rugido del Gran Canaria en su contra. El técnico Fran Fernández aventura pocos cambios. A las 21.00 se rueda el primer derbi del silencio.