La UD Las Palmas regresa a su versión más plomiza y patina sin extremos

El primer acto fue un monólogo alfarero. Con seis remates -tres a portería-, el conjunto madrileño completó méritos para gobernar el marcador. Cada equipo malogró un penalti. Ernesto, en un gesto infantil, le entregó el cuero a Álex Domínguez mientras que Kirian Rodríguez lo mandó al palo. Lo que cuesta marcar en esta categoría tan ramplona. Más allá de la nota surrealista de dos penaltis en doce minutos, queda la superioridad manifiesta de un Alcorcón más entonado.  

Álex Domínguez evitó el sonrojo y una vez más, en esta ocasión le tocó a Ismael Athuman, la zaga quedó retratada por un mar de imprecisiones. El canterano estuvo tembloroso, dubitativo ante la marca a Gual. Desde el primer segundo, se instauró la alerta roja. El dominio abrumador resultó ofensivo a los once minutos. El registro incisivo de Ernesto, un tiro de Escobar -atrapado por Álex- y otro de Gual que desbarató Dani Castellano fueron los elementos tipográficos en una carta tenebrosa de presentación. La UD latía acosada y zarandeada por la propuesta agresiva y valiente de Anquela -que afrontaba su tercer partido en siete días-.

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UD Las Palmas 0 - 0 AD Alcorcón Andrés Cruz

Una cabalgada de Óscar Clemente, frenada de forma ilegal por Boateng, encendió la luz. El Alcorcón seguía a lo suyo. El envío desde la esquina de Ernesto lo cabeceó Escobar muy desviado. Lo tenía todo el panameño para hacer el 0-1. Gran pase para Pietro que desaprovecha el italiano. Tenía tiro. Se complicó la vida y solo fue una muestra de su divorcio con la gloria del gol. El miedo, las dudas, se hizo de noche...La asistencia de Rober fue de quilates y finalmente, el transalpino sacó un centro que fue despejado por Jiménez con apuros. Gual llega a línea de fondo tras desplomarse Ismael Athuman y resurge la figura salvadora de Dani Castellano (18'). Nuevo remate de Escobar. Esto es una pesadilla. Los costados son para Cedrés, invisible en el plano ofensivo, y Dani Castellano. Peinó Pietro hacia el segundo palo y no había rematador. Patada de Cedrés a Arribas y el extremo reconvertido a lateral fue amonestado. A la media hora, mano infantil de Athuman ante un sombrero de Gual y llegó la primera pena máxima. Ernesto, en un gesto ridículo, teatralizó en exceso el golpeo y Álex se lució. Superman Domínguez. Fue el mejor del primer tiempo. La UD pecó de falta de movilidad, presa de la inercia, sin saber cómo atacar los espacios.

Nuevo fallo en cadena de los dos centrales y Arribas que no llegó por centímetros. El extremo dispuso de otra ocasión deliciosa: solo ante Álex y el misil lo congeló el arquero amarillo (41'). Un balón inofensivo, tras una patada de José Carlos a Rober, acabó en el segundo penalti de la noche. Se preparaba Pietro, pero Kirian impuso sus galones. También había presentado su candidatura Rober para el fusilamiento. La escena no podía terminar peor. El tinerfeño falló -a la cepa del poste- y se llegó al descanso. La concesión infantil de José Carlos se quedó sin recompensa. Tampoco era justo adelantarse tras una primera parte horrenda. La maldición de las maldiciones. Kirian y Pietro, dos francotiradores marcados por la fatalidad.

Vuelta a la normalidad: Curbelo a escena

Mel retiró a Cedrés y entró Eric Curbelo. Enzo Loiodice dejó su puesto a Fabio. El primer movimiento era reconocer el error garrafal del inicio y el segundo por cuestión del minutaje. Al galo se le notó agotado. Rober dejó un regate magnífico y Eric Curbelo se convirtió, en 400 segundos, en el mejor activo del terreno juego. El Lamborghini de Santa Brígida. Penetración del satauteño y cuando ultimaba el centro, se resbaló por el acantilado. Rober probó fortuna (57') y otro centro del emeritense no fue impactado por Ismael por centímetros.

Un triple cambio en el Alcorcón alteró la fisionomía del encuentro -Sosa, Barbero y Fraile saltaron al verde-. La UD pasó de protagonista a víctima. Gual se rehizo desde el suelo y superó con extremo facilidad a Ismael. Fallo de Rivera en la salida del balón y Dani Castellano tuvo que frenar con una patada la carrera de Fraile hacia el corazón del área. Sin extremos, no hay felicidad. Benito Ramírez, ya en el 80', fue el último cartucho de Mel para escenificar el milagro. Sin ocasiones, sin alma, sin personalidad, la UD regresó al Paleolítico. De lucir un traje de Armani ante el Sporting a vestir como el hombre de las cavernas. Ni rastro de la versión esplendorosa que trituró al Sporting en media hora para el recuerdo. Ya solo quedan recuerdos de un sello que encadena cuatro jornadas sin perder y un único triunfo.