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Historiador y consejero de la UD Las Palmas | 50º aniversario de la muerte de Juan Guedes

Antonio de Armas: “Guedes parecía un actor del celuloide y fue un ídolo de masas”

Antonio de Armas de la Nuez, consejero e historiador de la UD, el pasado viernes, en el salón de juntas de la sede de Pío XII. Detrás, las imágenes de todos los presidentes de la entidad grancanaria en sus 71 años de vida. | | ANDRÉS CRUZ

El martes se cumplen 50 años de la trágica muerte del mito Juan Guedes Rodríguez. Antonio de Armas, tras presentar la web del Mariscal, 282 partidos de amarillo en la ‘edad de oro’ de 1960 a 1971, evoca su juego, alma y un entierro multitudinario. “No se ha visto nada igual en la historia de la ciudad, se hizo el silencio por una figura única”.

Prepara una obra literaria sobre la figura de Juan Guedes y ha sido pieza capital en la confección de la web sobre el legendario jugador -www.juanitoguedes.com-. El martes se cumplen 50 años del fallecimiento del Mariscal. ¿Qué falta por contar? ¿Cómo afronta la efeméride del mito de los mitos?

Me impliqué sin límites, sobre todo con la familia de Juanito Guedes. El libro no es mío, te ayudan tantos corazones, que al final no sabes de quién es. Cuando escribes, los personajes te visitan y conversas con ellos. Con el transcurso de los años, lo ves todo con perspectiva. Una visión panorámica. Pero como la infancia, los recuerdos no desaparecen. Guedes sigue latiendo, no termina de dibujarse hasta alcanzar la mitología. Desde el rigor, he tratado de honrar su figura. Tengo una retinopatía serosa y mi labor exige de muchos. Antes todo era muy artesanal, redactar y revisar. Son meses de avatares y de emociones.

¿Por qué una web? ¿Se trata de refrescar la figura en los sectores más jóvenes y sus padres?

Con el libro en curso, estalló la pandemia [marzo del 2020]. Las dificultades de visión me privaron de trabajar en la intimidad de mi casa. Luego coincidió con la mudanza y el regreso a Pío XII. En la web no hay límites, disponemos de fotos inéditas y queríamos un guiño tecnológico. La imagen que pusimos en la presentación de la web en el Real Club Náutico causó gran impacto. Lo vinculado con la muerte de Guedes le da un toque trágico y cinematográfico. Le hubiese gustado verse sin cortinas ni medias verdades. Puro y mágico como era. Lo ponemos todo, el diagnóstico oculto, la boda, su etapa de juveniles...Hay casi un centenar de documentos inéditos. La UD nació de una conciencia común y queríamos ofrecerle a los aficionados este patrimonio sin cortapisas.

Usted lo trató, ¿cómo era en el trato humano? ¿En qué se fundamenta la admiración que recibió de la Isla en el entierro?

Tengo el privilegio de disfrutar de la amistad de la familia. Su hijo Juanito, Georgina [mujer], Carmen...Se habían hecho tantos libros y he publicado muchísimo a nivel general, pero los 50 años de su muerte es tremendamente especial. Han pasado volando. El pasado viernes, cuando comenzó el acto, me vinieron a la cabeza las palabras de Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca.‘Cómo decíamos ayer’... Fue por la familia, por Juanito. Era muy especial, en todos los sentidos del predicamento. No era una persona ilustrada pero sí de pensamiento elevado. Portaba una inteligencia natural, propia de un líder. Como se describe en la mitología griega, el mito en sí debe tener vulnerabilidad. Nunca sentar principios de autoridad, sino apostar por un liderazgo moral. En la vida y en el fútbol, Guedes lo encerraba todo: aura, fama, gloria, vulnerabilidad, heroicidad y juventud. Eleva a acontecimiento social su latido y arte plástico, así como ese perfil de fatalidad.

¿Qué hay de misterio en su muerte [cáncer de colon cuando tenía 28 años en la mañana del 9 de marzo del 1971]?

Las enfermedades siempre tratan de ocultarse, que no se hagan públicas. Mi padre era neurocirujano, trabajó en la Clínica Platón y era de la generación del médico que operó a Guedes. Sentía unas molestias gástricas y Emilio Tomé le dio alguna prescripción. Aquello iba tirando, le remitían con asiduidad y se decidió ir a la Clínica Santa Catalina, que era dónde estaban los médicos del club. Cuando don José Ramírez lo examinó se mantenía la tesis de un asunto digestivo. Se lo llevaron a don Fernando Cabrera, que le hizo una radiografía para el primer diagnóstico, que fue el documento que puse en pantalla en la presentación de la web. Me lo pidió la familia; aunque podía dañar la sensibilidad del lector. Cabrera lo examinó y se decidió enviarlo a la Ciudad Condal un 2 de julio [1970]. Cuando fue operado por Piulachs se dijo que fue un éxito. Ganó peso y regresó a los entrenamientos. Pero se le veían dificultades...Fíjese que me enteré en mi casa. En una conversación entre médicos, ya percibías la gravedad y que era difícil salir. ‘¿Me puedes decir algo?’ Le pregunté a mi padre. ‘Es una pregunta sin respuesta’. El juramento hipocrático, llevado al extremo más elevado, me dolió. Eso quedó en mí. Recuerdo un partido en Sarriá y regresaron los dolores. Percibías la evolución de la dolencia en su juego. Era contundente, entraba con fuerza, pero no era agresivo. Ante todo, noble. Tuvo un encontronazo con un jugador del Elche. Estaba diferente.

¿Se le silbó en esa etapa?

La sociedad canaria se volcó, venía el Hertha de Berlín para disputar la Copa de Ferias. Y ahí le dio un cabezazo a un jugador del conjunto alemán, fue la primera vez que le pitaron. Era evidente que algo no iba bien, tenía un comportamiento extraño. Cuando tienes un dolor severo, no eres tú. Eso me lo corroboró Emilio Tomé. Había un diagnóstico oculto, que juegue lo que pueda. Si venía lo peor, pues que llegue cuando llegue. Los dolores eran brutales, se lo llevaron al mismo médico en Barcelona (...) Cuando el sanitario se lo lleva a hombros, estás viendo cómo se le escapaba la vida.

Las fotos del entierro de Guedes son impresionantes. ¿Fue la mayor tragedia en la historia de la UD? Se iba la leyenda y capitán de un equipo galáctico...

No le podría decir eso, Antonio Vieira [fue el primer jugador en activo que falleció en 1951 ] y Tonono [murió en 1975 en otro go lpe demoledor de la historia negra de una infección vírica]...El primero tenía un tumor en la cabeza y lo del segundo fue un mazazo. Pero sí le aseguro que el adiós a Guedes fue una gran manifestación de duelo. Tan multitudinaria, como no se ha presenciado en la historia de Las Palmas de Gran Canaria. Todo tiene una relación causa-efecto. Era un líder, era su forma de jugar, era omnipresente, podía competir en todas las posiciones.

Fino, elegante, pases imposibles...La forma de entender el juego, aseveran los cronistas de la época, le convirtieron en un revolucionario. Un adelantado a su tiempo en un once que se recitaba de memoria -Oregui o Ulacia; Aparicio, Tonono, Martín; Castellano, Duedes; Mamé León, Gilberto II, José Juan, Germán y Gilberto I-. ¿Pero qué le hacía diferente?

Marcó un tiempo. El fútbol volvía a entrar por los cauces de un genio y se apoderó de una época. Los jugadores conducían el balón, como Germán, Alfonso Silva o Correa. La pelota era trasladada desde las paredes y cambios de orientación. Nada de esto sucedía con Guedes, podía jugar caminando. Su aportación fue la economía de movimientos. Tenía una intuición especial, un imán en la pierna. El balón salía y llegaba a él, nadie ha resuelto el enigma. El balón siempre se detenía en su figura. Ese control del balón con la derecha, que no era la pierna buena, atesoraba muchos quilates. Sabía controlar, miraba y veía la jugada medio segundo antes. Además, una gama de pases increíbles potenciaba la valía el eqiupo. De todos los estilos y medidas. Hizo grandes a muchos jugadores. Le dio sentido a un equipo irrepetible.

Cambió las normas.

Llegó en una etapa nefasta, pero era capaz de todo. A Martín II le dijo, ‘te paso el balón en diagonal, y corre toda la banda’. Ahí fue cuando se empezó a hablar del falso extremo. Por ejemplo, José Manuel León se ponía en el centro y se elevaría como un gran goleador. Desprendía esa inteligencia natural. Exprimía las bondades de cada uno. Pero también tenía un registro de gran compañero. El técnico Rosendo Hernández lucía un temperamento volcánico y siempre trataba de humillar a Gilberto II. Le decía de todo, le vejaba y ofendía. Creía que así rendiría, pero le bajó la autoestima. Guedes puso orden y charló con el técnico. Antes de jugar un partido de regionales le dijo: ‘No puede actuar así. No es delantero centro, ve piernas por todos lados y baja la cabeza. Pero es el jugador más rápido en el extremo; le lanzaré balones’. Esa anécdota resume su corazón. Era ante todo: justo. Había comportamientos atávicos pero él sabía cuales eran sus derechos. Al final, Gilberto II le marcó 5 goles al Firgas y ahí empezó su leyenda como un activo explosivo. Los defensas salían desbordados. Con Castellano y Tonono, igual. Les decía dónde ponerse. El juego era polifónico, sinfónico, una coral. Distribuía el juego, los roles y ganaba el escudo. Era el mejor defensa, el mejor centrocampista y el mejor delantero. Todo en uno. Insuperable.

¿Con qué jugador de la actualidad lo compararía?

Algunos críticos lo hacían con Schuster, pero por los envíos por alto. Jamás vi a a nadie hacerlo como Guedes y a ras de césped con esa potencia y velocidad. Lo defino como un jugador integral. Reunía las mejores condiciones técnicas, atléticas y de lectura de juego. En el Porteño, en el Lomo de Juanito Amador, que era un campo inclinado, causó tanto alboroto que parecía un actor del celuloide. Así era. Ante todo un ídolo de masas, en aquella dividida sociedad española, emergía un rostro integrador. De ahí que encare mi obra literaria por la condición de Referente Sociológico de una época. Aquella personalidad era arrolladora. Vino en uno de los peores momentos de la entidad, había una crisis increíble tras bajar a Segunda. Habían fichado a Casimiro Benavente Ramos, llegaron muchos foráneos, en ese contexto emerge la figura de un jugador serio y solemne. Con esos pases. Decían: ‘¡De dónde sale este señor!’.

Guedes tiene una película o una serie en Netflix. ¿No han pensado en diseñar el guion de una gran superproducción cinematográfica sobre el mito?

He visto en directo a las figuras más grandes como Pelé, Bobby Charlton, George Best...Durante mi estancia en Inglaterra tuve la oportunidad de impregnarme de las clases magistrales de esos reyes del balón. Pero como Guedes, no he visto nada igual. Su juego era el talento, el control y luego en el pase en profundidad. La valentía que tenía y que nunca se entregaba. Recuerdo que ante el RCD Espanyol en Sarriá, frenó a José María con una entrada terrorífica. Todo el público en pie, nos decían africanos, moros y escupían.

Momento para desaparecer...

Correa le dijo quédate, yo voy a la banda, que te van a matar. Pero no, Guedes fue en busca del balón y se quedó mirando a la grada. Ese gesto dejó desconcertado a todo el público, no había reacción alguna. Incredulidad, asombro...Tiró el balón [sacó], y ya empezaron a decirle de todo. Caló en mí de una manera sobrenatural, reunía todos los valores. Y un gran sentido de la estética. En el fútbol hay un credo estético imponente. Es un arte. No es lo mismo que un jugador de un metro y gordo que ver a Guedes. Era apuesto, con esas piernas kilométricas. Dios mío, nunca le podían quitar la pelota. Para la grada era un símbolo de fidelidad y afecto. Cuando le silbaron en el Estadio Insular, que fueron pocas, al aficionado le dolía tanto como si le apuñalasen. Se dejaba la piel en el campo, lucía el escudo y el amarillo como nadie.

Con Miguel Ángel Ramírez de presidente, son reiteradas las muestras de fidelidad a los héroes de la década de los sesenta y setenta. El aniversario de la muerte de Guedes es otra muestra de la obsesión de Ramírez por una etapa única. ¿Que se hable tanto de la ‘edad de oro’ de la UD significa que el resto de la historia es una decepción?

No. Es un acto de justicia poética. La asignatura de la historia de la UD es un viaje maravilloso. Legado de nuestra cultura en una expresión artística como es el fútbol. En esta entidad, la historia va alineada con el escudo. Me gustaría agradecer de forma especial la labor silenciosa de Nicolás Ortega [vicepresidente de la UD], ha sido un motivador incansable para terminar la web y apurar el libro.

¿Ahí se pararán las iniciativas para honrar la figura del mito?

No, solo es el principio.

Decían que Guedes jugaba caminando. ¿Qué haría ahora en un universo tan físico?

Era su juego, la gran aportación al fútbol moderno, mientras todo gravitaba alrededor del balón, Guedes impuso su clase. Lo controlaba todo. La victoria de la UD en el Camp Nou [enero de 1969] llegó con un tanto de Niz en las postrimerías. El envío fue de Guedes fue impresionante. Lo normal era hacer paredes, él no tenía que correr. Lucía una zancada, daba dos pasos y se ponía en la portería. El famoso tiki-taka del Barça precisaba de 50 pases. Pero Guedes recurría a la elegancia y a la sorpresa. No necesitó conducir. Todo gravitaba en torno a Juanito.

¿Qué le diría a Guedes si se lo encontrase ahora en Pío XII?

Le conocía de verlo en el estanque de la palmita [Tafira]. La bondad es la raíz moral de la inteligencia. Si lo veo, lloro. Sigue vivo en la memoria por la relación causa-efecto. Su fútbol y corazón elevaron a la UD a cotas increíbles. Es el carisma de los mitos. Eterno.

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