Domingo de Ramos, domingo de derbi. No llega la UD Las Palmas a Jerusalén, sino a Santa Cruz de Tenerife, ciudad de la que no sale victoriosa desde 2001, dos décadas atrás, y lo hace sin euforia ni –por supuesto– aclamación popular. Aterriza el cuadro amarillo en el Heliodoro (20.30 horas, Movistar Vamos) para medirse al CD Tenerife en silencio, como el que habrá por primera vez en las gradas del recinto chicharrero en un clásico oficial. La ausencia de público, la escasez de calidad y la mediocridad en la que ambos equipos transitan por el campeonato deslucen deslucen el duelo, pero al fin y al cabo, es un derbi.

No hay casi ningún elemento que obligue a centrar la atención en el Tenerife-Las Palmas, pero llegado el día siempre aparece algún argumento entre los más animosos, por frágil que sea, para incluirlo en la agenda. El enésimo regreso a la cruda realidad tras un sueño bonito que supuso la derrota de la jornada pasada en casa frente al Girona restó todavía más interés a lo que se viene esta noche, pero siempre hay algo a los que agarrarse.

Por ejemplo, la posibilidad de romper la racha horrible de casi veinte años sin ganar en el Rodríguez López, o de que Pepe Mel gane su primer derbi en Tenerife desde el banquillo de la UD, después de una derrota y un empate en los cursos anteriores. O de que Jesé marque su primer gol desde su regreso, o de que Las Palmas muestre su cara de matagigantes y no la de hermanitas de la caridad para asaltar el territorio enemigo.

Cualquiera es válida, pero al final no es más que un partido con tres puntos en juego. Tanto Mel como Luis Miguel Ramis jugaron al despiste en sus comparecencias del viernes y no revelaron ninguno de sus planes previstos, por lo que, en tiempos de sesiones a puerta cerrada, toca interpretar.

Jugones

El técnico de la UD insistió en la importancia de los planes b durante los 90 minutos, lo que se traduce en la reserva de jugadores que serían titulares habitualmente para darles entrada avanzado el choque, ya en otro contexto. Su idea, sin embargo, es la de meter a los mejores desde el inicio y conformar un ataque total con sus máximos goleadores en liza.

Probó durante la semana con Pejiño y Rober en los extremos y con Jesé y Araujo en la delantera, lo que supone un frente ofensivo inédito hasta ahora y que reúne 14 de los 31 tantos que ha marcado la UD esta temporada. Al mismo tiempo, implicaría el regreso a un dibujo con dos extremos puros que tanto agradó en el primer tramo del campeonato. Tanto el barbateño como el emeritense demostraron compromiso tanto arriba como abajo, y eso es algo que Mel agradece.

En ese supuesto, Sergio Ruiz y Javi Castellano, que regresaría a su lugar para suplir a Christian Rivera después de dos titularidades del asturiano, formarían en el doble pivote, mientras que Lemos, Álex Suárez, Curbelo y Dani Castellano lo harían en la defensa. En la portería, Álvaro Valles tratará de no desaprovechar la ocasión de recuperar el puesto que perdió en noviembre ante la ausencia de Álex Domínguez, convocado con la sub 21.

Es la opción principal de Mel salvo que se lo hay pensado otra vez en las últimas horas. Las otras pasan por que uno de los cuatro espere desde el banquillo para fortalecer el centro del campo con la inclusión de Kirian o Clemente, porque Maikel Mesa, recuperado en tiempo récord de una rotura muscular para no perderse el derbi, no está para salir de inicio; sí para jugar unos minutos y besarse el escudo de la UD en su tierra.

Ramis, por su parte, dejó caer que alineará a los pesos pesados del Tenerife, como el central Carlos Ruiz o el mediocentro Aitor Sanz, ambos con unos cuantos derbis a sus espaldas. No tanto como el ogro Suso Santana, que sólo ha jugado quince minutos –la semana pasada– en casi cuatro meses y apunta a la suplencia. Si disputa un sólo segundo, será el jugador que más derbis habrá jugado en toda la historia, con once.

Más allá de la estrategia, está el sentimiento. Mel apeló también a lo intangible para salir victorioso. Veinte años no son nada. La UD vuelve a jugarse el prestigio.