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Punto de miseria entre la UD Las Palmas y el Real Oviedo

La UD Las Palmas, que no disparó entre los tres palos en todo el partido, firmó un empate a cero de bostezos y siesta

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LaLiga SmartBank: Real Oviedo - UD Las Palmas Irma Collín (LNE)

Si el fútbol se rigiera por la justicia la UD Las Palmas y el Real Oviedo deberían haber perdido los dos. Como eso no se puede, por el mismo sentido del fútbol, les quedó empatar sin goles. Un empate sin heroicidad, sin fútbol, sin creatividad, sin nada de esa pureza que hace que guste el fútbol. Fue un empate de dos víctimas del conformismo y la desazón que dejaron en el Carlos Tartiere, empapado y sereno, agradecido por no tener que enseñar aquello a nadie en vivo, un espectáculo mísero. La gota china.

La mejor muestra de lo que hizo la UD en más de 90 minutos de partido –que no de juego– fue un dato difícil de superar: ni un disparo entre los tres palos. Un equipo tan inoperante en campo rival, arrado al paseo del balón en zonas intrascendentes del campo, que fue incapaz de saber si Femenías era o no el portero del Real Oviedo. Si alguien se atreve a hablar de milagros o plenos para pelear por la sexta plaza debería regresar a Tartiere y volver a la realidad: esta UD no está para más trotes.

Las gracias, al Oviedo, que demostró tan poco como la UD Las Palmas, incapaz de ganar después de verse durante los últimos 25 minutos con un jugador más tras la rigurosa expulsión de Jesé Rodríguez. El esfuerzo colectivo en ese tramo y la resurrección de Valles fueron las únicas sonrisas que pudo esbozar una UD plana de inicio a fin.

Cortó la siesta Sergio Ruiz al principio del partido, buena introducción para saber de qué iba la película. Para mal y para bien, siempre él. Primero, con un balón largo al que no llegó en el centro del campo, transformado en el primer disparo del duelo desde los pies de Borja; después, con una de sus salidas en conducción desde atrás, que provocó que la UD oliera por primera vez el área del Oviedo.

El guion del partido estaba bien marcado: la UD se dedicaba a proponer con el balón y el Oviedo a intentar jugar con los errores propios amarillos. Algo bastante común en toda la temporada. Los de Mel lo hacían con la tranquilidad de su posición en la tabla, holgada, sin miedo por debajo. Justo todo lo que manejaba entre sus manos el cuadro carbayón, atosigado por su escaso bagaje de tres puntos en de los últimos 18 en juego. Seis partidos sin ganar. Solo dos victorias en los últimos 15 partidos. Y ahí la UD, con un sambenito que carga como el escudo, siempre está dispuesto a ayudar.

Quizá por todo eso la tarde –más si el estómago estaba lleno– resultaba plomiza: por un lado, la tranquilidad; por el otro, la tensión. Pachorra contra miedo. El mejunje de todo eso era un día de imprecisión y sopor. Solo los robos en mitad de cancha levantan algo el ritmo del duelo. El paso de los minutos era una lucha contra los párpados; pelea dura que encontró el sobresalto con un golpeo de Tejera, cómplice del efecto del balón cuando voló por el aire para advertir a Valles de que estaba jugando un partido de fútbol. El caso fue resuelto por el guardameta sevillano de una manera tan extraña como el mismo gesto que le hizo el balón.

Espoleó aquello al Real Oviedo y el realizador del resumen de televisión ya tenía algo para completar el minuto de acciones destacadas del partido. Presionó más a la UD, estiró su encogido ánimo, pero era insuficiente para inquietar en exceso a los de Mel, tan cómodos como incapaces de enlazar una posesión con cierto criterio, con cierta vida.

Porque lo que era manosear el balón, la UD lo hizo. No solo lo hizo sino que lo bordó. Al descanso acumulaba un 67% de la posesión (207 pases completados, casi tres veces más que el Oviedo), pero no sabía ni de que color llevaba la ropa Joan Femenías: no había tirado a puerta en 45 minutos. Nada. Que en los salones de Gran Canaria se optara por seguir pegado a la televisión y no arrancar con la toalla a la playa era todo un ejercicio de fe. Pocos castigados había más duros que lo que se veía en el Tartiere.

La historia no tenía mucha pinta de cambiar al inicio de los segundos 45 minutos. Igual llovía algo más. Solo cuando a Sergio Ruiz le daba por mirar hacia delante, la UD parecía apuntar a los tres puntos. Y el rugir de un solo lobo no hace una manada. Poco, poquito, poco.

El cronómetro corría y aquello era un alivio para el espectador. Le falló la transmisión de radio al árbitro, empapada toda su cacharrería, y ahí, Pepe Mel, aprovechó para preparar su primer cambio mientras los colegiados se intercambiaban los aparatos. Ver si lo solucionaban se convirtió en el gran estímulo que había ofrecido la segunda parte hasta el momento.

No le hizo falta ningún pinganillo a Hernández Maeso para castigar el ímpetu un tanto temerario de Jesé. Jugó a la ruleta rusa y perdió. Se lanzó el ex del PSG a por Sangali para recuperar un balón perdido, a la caza del balón. El pie delantero no tocó al ovetense, pero el que arrastraba detrás tocó su talón. A la calle. Roja sin perdón ni rectificación del VAR. Hubo contacto y el ojo del árbitro mandó. ¿Exagerado? Seguro. ¿Peligroso? Tan seguro como lo primero.

Entre las tarjetas, las faltas, los cambios y los jugadores por el suelo, el partido era un desierto. Solo faltaba la barrilla –esa planta con forma de bola que se cruza antes de un duelo en los Western de Hollywood– pasando por el Tartiere. Durísimo. La UD seguía sin lanzar un balón dentro de los dominios de Femenías y el Oviedo, con uno más se animaba a poner el dedo sobre el gatillo.

Tenía el arrojo el Oviedo, pero le faltaba la decisión, el talento. Rompió Nieto a Benito y a Javi Castellano para regalarle el gol a Nahuel, pero Álvaro Valles le negó la categoría de héroe del día. Un par de minutos después se revivió el duelo y el resultado: Valles amargó al argentino y sostuvo a la UD.

Los nueve minutos de alargue –la tortura no tenía final– dejó a la UD encerrada en su área, achicando agua de la nave. Pitido final y un punto pobre que acabó con peor sabor de boca que alguna derrota.

Ficha técnica:

0 - Real Oviedo: Femenías; Nieto, Arribas, Christian (Borja Valle, m. 74), Mossa; Sangalli, Edgar, Tejera, Borja Sánchez; Nahuel (Obeng, m. 94) y Blanco Leschuk (Rodri Ríos, m. 65).

0 - UD Las Palmas: Álvaro Vallés,Lemos, Curbelo, Suárez, Benito; Clemente (Castellano, m. 70), Ruiz (Kirian, m. 83), Mesa, Rober (Pejiño, m. 62); Jesé y Araujo (Mujica, m. 83).

Árbitro: Hernández Maeso (Colegio extremeño). Amonestó a Tejera (12'), Christian (70'), Rodri (70') y Arribas (75') en el Real Oviedo y a Óscar Clemente (23') y a Jesé (66' Roja) en Las Palmas.

Incidencias: Partido correspondiente a la 34ª jornada de Liga disputado en el NMR Carlos Tartiere (Oviedo) a puerta cerrada.

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