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El naufragio prepandémico

La UD encajó cuatro goles en 38 minutos en la última visita a El Molinón | Aythami Artiles explotó y luego llegó el confinamiento

Imagen del marcador electrónico de El Molinón, tras el cuarto tanto de Nacho Méndez, en el minuto 86 del pulso. | | LP/DLP

Un óleo satánico. El lienzo del horror. La UD regresa a El Molinón-Enrique Castro Quini (18.00 horas, Movistar LaLiga) 438 días después del naufragio prepandémico. El 8 de marzo del 2020, una semana antes del confinamiento del país ante las garras de la Covid-19, el cuadro isleño sucumbía (4-0) en la disputa de la 31ª jornada ante el Sporting de Gijón. Tras un primer acto brillante, con un balón al travesaño de Fabio, Las Palmas recibía cuatro dianas en 38 minutos nefastos. Álvaro Vázquez (46’), Babin (49’), Murilo (72’) y Nacho Méndez (84’). Con Mauricio Lemos expulsado (89’), la sangría pudo ser mayor ya que el colegiado De la Fuente Ramos anuló un tanto legal a los asturianos.

Con 17.860 almas en las gradas de El Molinón, la contienda del 8-M resultó la última de un fútbol sin mascarillas. El 14 de marzo, seis días después, la pandemia dinamitaba la industria del balón. En el caso del Sporting, el 17 de enero recuperaron el aliento de la grada (300 espectadores) con las restricciones sanitarias.

El parón sentó de maravilla a la UD de Mel. El novelista aprovechó los 97 días sin fútbol -se retomó el 13 de junio ante el Girona- para diseñar una versión de Las Palmas supersónica. Cinco victorias, cuatro empates y dos derrotas dejaron a los isleños en una cómoda novena plaza con 57 unidades.

La desconexión ante el Sporting dejó a la UD a tres puntos del abismo. Era el undécimo encuentro consecutivo sin sumar una victoria -la última en Liga se remontaba al (2-3) en el Martínez Valero ante el Elche el 15 de diciembre-.

Sin ser conscientes de la que se avecinaba -la manifestación del 8-M en Madrid fue un foco de infección-, la expedición de la UD voló de regreso a Gran Canaria con un Luis Helguera de estreno en el cargo como director deportivo. Tras la sorprendente deserción del italiano Rocco Maiorino, el cántabro escenificaba su vuelta a la entidad tras el fiasco del ‘ciclo Emenike’.

Las dudas sobre la continuidad de Mel era incontestables. En Barranco Seco, llegó la ‘melina’ y la situación era de enorme tensión.

Unos minutos después del bochorno, en el corazón de El Molinón, el capitán Aythami Artiles resultó categórico. Una rajada de las de antaño. «El segundo tiempo que hemos hecho es una vergüenza; dejamos de competir. No estoy enfadado, estoy avergonzado. Hemos venido aquí pensando que con los 45 minutos [los primeros que resultaron fantásticos] nos valía (...) No podemos reprocharle nada a nadie. Toca agachar la cabeza y asumir lo que nos digan [en relación a las críticas y a la situación de once jornadas sin ganar].

El Káiser salió en defensa de la figura del novelista, que ya comenzaba a ser cuestionado por el entorno y los ejecutivos de la entidad. «El míster Mel no tiene culpa, ni hoy ni muchas veces. Esto es cuestión de jugadores, de actitud, de tener sangre. Es así y punto (...) Aquí nadie se salva. Quien diga que la culpa es de la defensa es que no tiene ni puta idea de fútbol. Es culpa de todos».

Tres supervivientes

De la relación de 21 jugadores de la UD para el duelo de esta tarde, solo figuran tres que participaron en el naufragio prepandémico. Álvaro Valles, Aythami Artiles y Fabio González fueron titulares ante el Sporting de Djukic. El bloque de Mel formó con el meta sevillano, Álvaro Lemos, Mauricio, Aythami, De la Bella, Fabio, Javi Castellano, Tana, Pedri, Benito y Rubén. En el segundo acto, saltaron al césped Srnic, Varela y Cristian López, que debutó de amarillo tras llegar con la carta de libertad -fue el último fichaje del ciclo de Toni Otero-.

Una pandemia después, Pedri es una mina -ha dejado cerca de 20 millones- y el presidente Ramírez aboga por la continuidad de Mel, que cumple cien partidos.

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