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Carreras torcidas (XIII)

¿Qué pasó con Lolín?

El delantero, integrante de los ‘Diablillos amarillos’, debutó con la UD en el Bernabéu y

no volvió a jugar un partido oficial | «Todavía hoy no sé qué tuvieron conmigo», explica

Lolín, en el centro de la imagen, acompañado de Germán (izq.) y León (dcha.) | | LP/DLP

Su nombre está escrito en una de las mejores páginas de la historia del fútbol canario. Manuel Pérez Jiménez ‘Lolín’ (Las Palmas de Gran Canaria, 1944) dejó el Porteño tras triunfar con los ‘Diablillos amarillos’ y empezar en la UD una carrera que le llevó por media docena de equipos y un estreno con el primer equipo en un escenario difícil de igualar. Y eso se tiene siempre en el currículum.

Cincuenta y siete años después en su cabeza siguen rondando, de vez en cuando, unas preguntas para las que no encuentra explicación. ¿Qué hizo aquel día para no volver a jugar nunca más un partido oficial con la UD Las Palmas? ¿Por qué nunca volvió a tener una oportunidad para demostrar que estaba preparado para tener un hueco importante en un equipo genial? ¿Qué ocurrió para que la confianza que se había puesto en su fútbol desapareciera de un plumazo?

Su nombre fue el que más sonó durante la semana previa a la visita de la UD Las Palmas al Santiago Bernabéu en septiembre de 1964. Era la novena vez que el conjunto amarillo acudía a retar al Real Madrid en su estadio. Y ahí, un protagonista saltó en los entrenamientos que el conjunto amarillo, bajo las órdenes de Vicente Dauder, realizaba durante esos días en el Estadio Insular. Manuel Pérez Jiménez, más conocido como ‘Lolín’, se postulaba como la gran novedad en el once de la UD. El delantero, uno de los ‘diablillos amarillos’ que levantaron el título de campeón de España en el año 1962, iba a debutar en el Santiago Bernabéu.

Su misión era sustituir a Vegazo, el delantero referente de aquel año en el regreso a Primera División. Y en el Bernabéu. Poca broma. Pero Lolín iba con moral a por todas. “Siempre impone un poco jugar contra un equipo tan fuerte, pero eso mismo hará que me esfuerce más en el cumplimiento de la misión que me ha encomendado el señor Dauder […] La verdad es que no me esperaba debutar tan pronto”, decía Lolín en una entrevista previa a su debut en el Diario de Las Palmas.

El técnico Vicente Dauder no le dio más oportunidades, pero siguió su trayectoria en varios equipos

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Lolín había demostrado su olfato goleador y buenas mañas a los ojos de Dauder desde hacía varios meses atrás. Él fue uno de los futbolistas más destacados en una gira que hizo la entidad amarilla por el sur de la Península para preparar el regreso a la élite del fútbol español. La temporada anterior, en el Aficionado de Las Palmas, fue el segundo máximo goleador. El futuro parecía suyo.

Sin embargo aquel sábado 19 de septiembre de 1964, el Real Madrid fue un ciclón. Ni a la UD Las Palmas ni al joven Lolín –tenía solo 20 años– le fueron las cosas demasiado bien. Al primer minuto de partido, la UD ya perdía por 1-0 por culpa de un gol de Amancio Amaro. Y aunque aguantó bien la primera mitad –solo le cayó un gol más a la UD–, la segunda parte fue coser y cantar para el Real Madrid: cuatro goles más y un 6-0 sin contemplaciones. Los goles llevaron la firma de Grosso, Puskas, Gento y Pipi Suárez. Casi nada.

El puñetazo de Amancio

“Eran un equipo fantástico, pero también le ayudaban mucho los árbitros. Las cosas como son. Lo que nos hicieron a nosotros fue algo fatal”, comenta casi 60 años después de aquel encuentro. Se refiere Lolín a la expulsión de Ernesto Aparicio tras un rifirrafe con Amancio Amaro. El delantero coruñés se revolvió tras varios roces con el ‘Capi’ y le soltó un puñetazo. Aquello era un clásico gesto del delantero madridista, regateador de cuna y víctima de todas las entradas de los rivales. El altercado con Aparicio, que no levantó la mano, acabó con la expulsión de los dos jugadores.

Las crónicas de ese día en el Bernabéu reflejan a un equipo tenso ante aquel Real Madrid, un mastodonte en aquellos años –campeón de Liga ocho cursos seguidos, de 1960 a 1969–. También Lolín, que gozó de alguna oportunidad para batir a Araquistain, aunque “anduvo toda la noche

convertido en un manojo de nervios fallando en las jugadas más fáciles”, según la pluma del cronista Antonio Lemus.

“Me mandaron a perseguir a Vicente Miera... ¡Mira que ponerme a mí a marcar a un defensa!”, rememora Lolín entre risas. “Era así, tenía que jugar y no podía decir que no. Estaba más ocupado en eso que en otras cosas típicas de los delanteros”, añade. Lolín jugó los 90 minutos en el Santiago Bernabéu y nunca más volvió a aparecer en un partido oficial con la UD Las Palmas.

“De verdad que no sé que hice para que no volviera a jugar. No le hice nada de nada a Vicente Dauder, ni al equipo. Es que no lo sé. El equipo estaba jugando más o menos bien, no llegábamos mucho a la puerta. Ese era el problema», relata con pesar.

Lolín siguió en la UD y aunque apareció en varios amistosos más, nunca volvió a vestir de amarillo con el primer equipo. Aquel golpe le dolió, pero le dejó su mejor aprendizaje: la recomposición. Se marchó al Badajoz en Segunda en el verano de 1965 y un curso más tarde, el servicio militar le abrió las puertas del CD Tenerife. «Me fui a hacer la ‘mili’ y me ficharon», reconoce. Siguió su carrera en el Alcoyano, también en Segunda, para pasar por Ceuta, Lérida y Atlético Ciudadela, todos estos en Tercera División. «En todos los sitios me trataron muy bien, conocí mucha buena gente y sitios preciosos gracias al fútbol. Yo era futbolista y me tenía que ganar la vida así. No era otra cosa, así que eso fue lo que hice», sentencia. Dicho y hecho.

¿Qué pasó con Lolín? LP/DLP

Un hueco inolvidable en el fútbol canario

La selección juvenil campeona de España de España acabó con Castilla por 5-3 para hacer historia en la temporada 1961-1962. «Fue una cosa tremenda. Éramos un equipo precioso de ver. Nos han tratado muy bien durante todos estos años, recordando aquel triunfo. Siempre nos sentimos muy queridos», apunta. De pie y de izq. a dcha. Luis Molowny (entrenador), Santiago, Paco Castellano, Germán, Óscar, Lolín, Mujica, Isidoro (masajista), Martín y Velázquez (segundo entrenador); abajo, León, Oramas, Rafael, Antonio Juan y Laso. «Todos éramos jugadores buenísimos. Para entrar en ese equipo tenías que estar a más del 100%. Éramos muy jóvenes, pero éramos grandísimos jugadores y con un entrenador como Molowny que estaba siempre pendiente de todo», relata. | LP/DLP

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