«Es la famosa frase de tirar piedras contra tu propio tejado. Eso es el Gran Canaria, un campo que no hemos pisado en seis meses. Tendría que estar como las praderas, verde y verdito. Pero no lo entiendo. No me vale la excusa del Archipiélago, porque el equipo de la isla de al lado [Tenerife] tiene una alfombra. Pero es que Barranco Seco también está igual: es un puto desastre». Pepe Mel fue categórico con el estado del césped de la UD en septiembre del año pasado. Tenían un problema en el campo de batalla y había que ponerle remedio. El club se puso las pilas y llamó al Equipo A de los céspedes en Canarias: Centro de jardinería Fuerteventura.
En la empresa majorera, Orlando Cabrera al frente junto al greenkeeper, Fernando Suárez, se pusieron manos a la obra para ver qué le pasaba a los tapetes donde Las Palmas competía y se entrenaban. En noviembre del año pasado el club realizó las gestiones para ponerse en manos de estos dos alquimistas del césped y en marzo del presente comenzó el proceso de mejora tanto en el Gran Canaria como en los dos campos de preparación de Barranco Seco.
El primer paso que tuvieron que dar para saber en qué estado se encontraban los terrenos fue encargarle a la empresa Garden Tone que llevara a cabo un reconocimiento de las dos áreas. Esta empresa catalana, que trabaja con el pasto del Camp Nou le dio los resultados de los análisis y lo siguiente fue ponerse manos a la obra.
Cabrera y Suárez se dieron cuenta de que el gran inconveniente que tenía el césped de Siete Palmas partía «de la enorme compactación de césped que existía y que no permitía que las raices agarraran bien a la superficie». Por lo tanto, las actividades en las que se han concetrado para mejorar el aspecto y eficiencia del campo de fútbol fueron por llevar a cabo, «mucho trabajo de pinche y espaciado para que la raíz agarre bien y dejara de ser tan duro», como afirma Orlando.
Otro de los aspectos con los que se toparon en la empresa fue que las porterías de Barranco Seco se habían instalado sobre terrenos de tierra. «Ahora están sobre césped, que quieras o no mejora los entrenamientos», añade el orfebre del verde, que tuvo que arenar, resembrar, pinchar y abonar durante el verano.
Y aquí llega el gran secreto de los encargados de darle mimo al césped amarillo. «Trabajamos con compós 100% majorero que sacamos de los residuos de la planta hotelera de Fuerteventura y del Zoológico Oasis Wildlife, hacemos una mezcla con los excrementos de jirafas, elefantes, antílopes y los más de 400 camellos que tenemos en el centro», desvela Cabrera.
Su apuesta pasa por reducir la composición química y que la mayor parte del compós sea natural. Un balance que por el momento permite que el césped «aguante toda la temporada en óptimas condiciones», y dándole un refuerzo en el parón invernal.
Garantía de una empresa de más de 30 años de trabajo con las grandes cadenas internacionales hoteleras que trabajan en Lanzarote, Tenerife y Fuerteventura y que le prometen a Pepe Mel que va a disfrutar de una alfombra idónea para que no repita que tiene «un puto desastre».
