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CD Mirandés: distintas caras, misma identidad

El cuadro burgalés, que inicia su cuarto curso seguido en Segunda, cambia de técnico y de plantilla cada verano | Sólo continúan cinco

El banquillo y los aficionados del Mirandés celebran el gol de Imanol –a la derecha, con el ‘19’ ante el Amorebieta. | | LALIGA

Cada inicio de temporada supone un reto mayúsculo para el CD Mirandés. Porque cada verano en los últimos dos años, justo después de conseguir su último ascenso a Segunda División en la campaña 2018-19, sufre una modificación drástica de la plantilla. Pero no sólo cambian los jugadores, sino también los entrenadores. De hecho, el que devolvió al equipo a la categoría de plata, Borja Jiménez, se marchó tras conseguir el objetivo. Y sin embargo, la identidad del cuadro burgalés sigue intacta.

Hay una idea clara que no es otra que tener un grupo de futbolistas jóvenes que aprieten y que tengan buen gusto por el balón para que, en definitiva, se forjen como profesionales. La intención de apostar por lo desconocido es la misma con los técnicos, al menos con Andoni Iraola, el del curso 2019-20, y el del presente, Lolo Escobar –el del curso pasado, José Alberto López, ya había entrenado al Sporting–. Ninguno había dirigido en Segunda y hoy el exjugador del Athletic Club lo hace en Primera con el Rayo Vallecano.

Anduva, que admite 2.400 espectadores que dan la sensación de casi lleno, estrena césped esta campaña

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Este verano el cambio de cara del Mirandés, que concluyó la temporada pasada en mitad de tabla sin complicación alguna por debajo y con esperanzas de meterse en el playoff hasta bien tarde, fue radical. Sólo continúan cinco futbolistas: el portero grancanario Raúl Lizoain, Letic, Meseguer, Álex López y Simón. El resto son todos nuevos, hasta 16 que, sumados a los que siguen, conforman la plantilla profesional de 21 jugadores –la intención del club es incorporar a un central en paro–. El resto son futbolistas del filial.

El inicio

Pese a todo lo nuevo, el conjunto burgalés no ha empezado mal el curso. Empató en la primera jornada en Málaga (0-0), ganó en casa al Amorebieta (2-0) y cayó en Gijón (2-1) el fin de semana pasado en un partido igualado. La sensación que ha dejado el equipo de Escobar es que se parece más al de Iraola, más ofensivo, que al de López, más defensivo.

Y Anduva lo ha agradecido. La grada vibró con el triunfo ante el cuadro vasco hace dos jornadas y pretende volver a hacerlo esta tarde frente a la UD, que en sus cinco visitas siempre salió derrotado. Toda vez que el aforo es de 6.000 personas, pero sólo puede entrar un 40%, al campo se darán cita 2.400 aficionados. La sensación, en cualquier caso, será de casi lleno en un campo pequeño –de gradas, no de terreno de juego–.

El estadio también forma parte de la identidad del Mirandés, porque pase el rival que pase, siempre podrá leer el cartel que gobierna la puerta de entrada de los jugadores al campo: This is Anduva –esto es Anduva–, que intimida de alguna forma. El entusiasmo de la gente de un pueblo de unos 35.000 habitantes también juega y influye a la hora de apaciguar los posibles agobios ante los cambios constantes.

La única diferencia es que el terreno de juego presenta este curso un césped nuevo. Mucho se ha hablado de que no era el mejor posible y que tal circunstancia ayudaba al equipo local. Quizá ese verde recién plantado sirva para que la UD rompa su maleficio.

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