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Por fin un subidón

La UD tira de su fe en sí misma para llevarse el derbi con más fútbol de los últimos años | No vencía al Tenerife con público desde 2014

Jonathan Viera, con el balón, rodeado de hasta cuatro jugadores del CD Tenerife en la segunda parte del derbi de ayer en el Gran Canaria. | | JUAN CASTRO

La UD volvió a ganar un derbi con público en las gradas del Gran Canaria, algo que no sucedió desde que Vicente Gómez noqueara al Tete en 2014. La fe en una manera de jugar en la que el equipo amarillo es protagonista volvió a dar resultado en un duelo de máxima rivalidad en el que por fin pasaron cosas.

Por fin pasaron cosas. Por fin un derbi canario, sumido en la mediocridad en los últimos tiempos, dejó mucho más que una lucha infame por no perder. Por fin hubo más fútbol que palabrería, sobre todo en la primera parte, como por fin brillaron más lo jugadores que no la liturgia exagerada en la antesala del duelo de máxima rivalidad canaria. Y por fin la afición de la UD Las Palmas pudo saborear otra vez un triunfo frente al CD Tenerife in situ, algo que no ocurría desde hace más de siete años, cuando Vicente Gómez se vistió de héroe para llevar el éxtasis al Gran Canaria.

Ayer los protagonistas fueron otros, incluso algunos invitados secundarios a la fiesta como Nuke Mfulu y Sergi Cardona que rozaron el sobresaliente como Jonathan Viera, que por fin también se estrenó como goleador en un derbi. Pero igualmente brilló la gente, que en su gran mayoría se comportó en todos los sentidos. Jugadores y afición celebraron el tanto en propia puerta de Pablo Larrea –desvió el balón hacia dentro de su propia portería de manera determinante tras un centro de Álvaro Lemos– como no se recordaba. Porque el de Araujo para el ascenso queda ya muy lejos.

El dominio total de los amarillos en juego y ocasiones se transforma en la segunda parte

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De alguna manera, algo bueno para los intereses amarillos se barruntaba desde principios de semana. Llegaba el Tenerife a la cita por encima en la clasificación, algo que no augura buenos presagios en un derbi si se echa mano de la historia, y aterrizaba también como el mejor visitante de la categoría: había logrado tres victorias y una empate y sólo había caído en una ocasión. Pero esta temporada la UD Las Palmas se lo cree.

Bajón

Cree en sí misma tanto como en la pretemporada, incluso después de la derrota estrepitosa de Anduva (4-2) y de los dos empates consecutivos ante sendos equipos recién ascendidos –Ibiza y Burgos–. Todo ello hizo dudar a muchos. Algunos, incluso cercanos a la entidad amarilla, eran partidarios de un cambio de entrenador, pero el vestuario, que es el que manda, se posicionó al lado de Pepe Mel, al que ha respondido con creces.

Cree tanto que después de la pequeña serie de resultados pobres se rehizo para ganar al que entonces llegaba como líder al Gran Canaria, la Ponferradina (2-1), y luego al Cartagena (4-1), antes de empatar en el campo de un aspirante al ascenso directo como el Almería (1-1) y de volver a ganar tras imponerse en el derbi.

El último ejemplo de fe en sí mismo sirvió al mismo tiempo para provocar una alegría mucho mayor, en carnes propias y ajenas. En una clásico canario en el que por fin pasaron cosas, la UD fue protagonista durante la mayor parte del tiempo. Y ahí tiene algo de culpa Pepe Mel, que en base a la figura de Jonathan Viera ha dotado al equipo de una identidad. Su gran reto a partir de ahora será mantenerla cuando algún día el ‘21’ no pueda estar.

Pero ayer estaba y volvió a liderar todo el juego de la Las Palmas desde el principio. Marca el ritmo, filtra pases y marca goles. Apenas habían transcurrido tres minutos desde el inicio del choque cuando dejó solo a Jesé con un pase extraordinario a la espalda de la defensa, pero el delantero no definió bien. Luego, antes de la media hora, los protagonistas se intercambiaron el rol y fue el ‘10’ y que filtró un balón entre los centrales para que el de La Feria se jugara el mano a mano con Juan Soriano. La definición, impecable: golpeo cruzado con el interior y 1-0.

La suma de actores secundarios eleva a un grupo que cree que puede aspirar a lo máximo

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En esa primera parte de dominio total amarillo el cuadro grancanario tiró hasta seis veces a puerta. Lemos, Pejiño y Cardona también se sumaron a la fiesta en busca del gol, un segundo que, por la experiencia de Las Palmas cuando coge esa ventaja, casi sentenciara el partido.

Cambio

Pero como no lo hizo y este era el derbi en el que por fin pasaron cosas, Luis Miguel Ramis ganó la partida táctica a Pepe Mel en la segunda parte y la reacción del Tenerife llevó al conjunto chicharrera al empate, de la manera menos ortodoxa –Raúl Navas desvió el balón a gol en el lanzamiento de una falta–, pero era la tarde en la que algo tenía que suceder también ocurrió que la suerte sonrió en ese momento al más audaz.

Pese a que la UD volvió a tener el balón en su poder durante más tiempo a nivel global, la sensación fue de que la mayor presencia de los laterales del Tete en ataque, y la menor de Las Palmas en el centro del campo tras la entrada de Pinchi por Moleiro, iba a acercar a los tinerfeños a la igualada. Y acabó por ocurrir.

La apuesta de Mel, la misma que le sirvió ante el Cartagena, pero cuando ganaba por 3-0 al descanso, y frente al Almería, pero cuando perdía por 1-0, no le salió en el derbi. Pero como efectivamente tenían que pasar muchas cosas, algo devolvió a la UD lo que le había quitado: la suerte. Ya en el añadido, ahora fue el Tenerife el que desvió una pelota hacia su propia portería. Y llegó el júbilo, porque al final lo único que vale, por mucho que suceda, es ganar.

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