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Unión Deportiva Mel

El conjunto amarillo es el mejor local (17 puntos) y eleva la idea a las individualidades

Benito Ramírez celebra el 2-0, con Alberto Moleiro sobre sus hombro, ante la desesperación del meta Jiménez. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

El cuadro grancanario besa la mejor posición en el ciclo de estratega madrileño (desde 2019) sin su estrella. Jesé y Pejiño pasaron de puntillas. Ahora manda el compromiso y el esfuerzo coral.

El éxito del grupo. Domingo de resurrección. La UD deja las muletas y camina hacia la gloria. La luz del nuevo régimen. Cuartos en la tabla sin el ‘21’. Ni por Jesé Rodríguez -que malogró tres ocasiones en una noche aciaga ante Jiménez-, ni por Pejiño -el torpedo pasó de puntillas-. Las Palmas cautiva desde el compromiso coral y una madurez táctica. Comienza a vislumbrarse la UD reconocible que exigía Luis Helguera. Con una nómina de realizadores que dinamitarían cualquier pronóstico, el cuadro isleño alcanza el techo del ciclo del novelista Mel gracias a Enzo Loiodice, Benito Ramírez y Eric Curbelo como ejecutores.

La mejor posición sin el mejor en el verde. Merece un análisis. Es la escenificación del cambio de monarca. Con Jonathan Viera con muletas en su palco VIP, la estrella de la UD es ahora José Mel Pérez. Del Mesías al novelista. La solidez en el Gran Canaria resulta abrumadora con 17 puntos -cinco victorias, dos empates,quince tantos a favor y seis en contra-. El mejor en este apartado de la competición. Ayer, ante un colista hermético, que tapó los espacios hasta extraviar la fe, el estratega madrileño brindó a Kirian Rodríguez la enésima puerta hacia la consagración. Lo hizo a medias. Luces y sombras. La roja a Córdoba (8’) alzó el telón. Comenzaba otro partido que puso de cara un rostro anónimo y con urticaria a las portadas como el galo Enzo Loiodice.

El zarpazo del arquitecto silencioso, tras tocar ligeramente en Aguilera, entró como un obús en la portería de Dani Jiménez. Jesé, Pejiño, Moleiro y Kirian partían con la misión de fantasiosos. Nuke y Enzo, soldados del orden. Navas y Eric Curbelo no pasaron apuros; las cabalgadas de Cardona pusieron el apunte eléctrico. En el otro costado, el centenario Álvaro Lemos, el héroe del último derbi, lo intentaba una y otra vez a balón parado. Ante diez, la UD fue superior. Con una propuesta pausada, de toque excesivo. Había que esperar el toque de corneta. El instante preciso para tirarse a la yugular. Poco que ver con la versión eléctrica de las contras totales que sí se vio en los recitales ante el Cartagena (4-1), Tenerife (2-1) o el Huesca (2-0). En esa evolución de la partitura, se detecta la madurez de la pizarra del novelista.

Moleiro rompía líneas y Kirian jugó de memoria. Dejó dos pases con la mirada al tendido emulando al mejor Guti que valen de aperitivo para su recuperación. Pero está en el camino. La retirada de Pejiño -cada minuto siempre genera la duda de su estado físico- por Benito Ramírez fue todo un acierto. El cohete de La Aldea quedó señalado por el Pearl Harbor de Anduva y merecía un día de paz.

Moleiro fue Moleiro. No es Pedri, es una versión más terrenal. Eléctrico, indescifrable. Controló el esférico (35’), hizo piruetas y disparó escorado ante una lluvia de impedimentos. Juanma, Fornies, Gorosito, Laure, Carlos Hernández...Impactados por el nervio alegre de un mimbre diferente. Al magnetismo que provoca Viera en el campo y en sus compañeros -velocidad, precisión, pegada, propuesta brasileña- se vuela a una etiqueta más italiana sin el ‘21’.

La UD supo imponerse en igualdad (9’) y luego en superioridad (91’) desde la calma y el control. Con su línea de sobriedad, por primera ocasión en esta campaña logra dejar la portería a cero de local. Otro factor de la evolución, como la confirmación del gol más democrático. Eric Curbelo puso la guinda. Míster palmeras de chocolate. El aporte calórico llega desde Santa Brígida. Al borde de la centena de partidos oficiales de amarillo (98), no marcaba desde el 28 de febrero del 2020 ante el Málaga en el Gran Canaria -era el fútbol prepandémico-. 604 días después, firmó una obra de arte. Diana made in Pejiño. Lanzamiento abierto, que toca en el palo y se cuela de forma mágica. Sólidos, eficientes y cuartos. Una noche más en la oficina. La UD besa su mejor posición en el ciclo ‘melista’ sin Viera ni Peñaranda. Jesé y Pejiño fueron los teloneros. Ahora manda la Unión Deportiva Mel.

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