De Nacho González a Kirian Rodríguez. 21 años y el silencio del infierno. El mediapunta de la UD, fortalecido por el poder combinativo de la sociedad del Lamborghini -Viera, Jesé y Moleiro-, alcanza la eternidad tras batir a Soriano y pintar El Teide de amarillo. Centenariazo con tintes de venganza. Tenerife es el mejor vivero de la UD, de Pedri a Moleiro, pasando por el incomprendido que soñó con vestir de blanquiazul cuando hacía de recogepelotas en la guarida chicharrera.
Apasionado del valencianista Aimar, ayer, por fin, destrozó el cascarón. A ratos, siempre bajo sospecha, el díscolo de los díscolos se licenció en un estadio que forma parte de su cuerpo. Una extremidad más. El 2-E y el derbi de las restricciones, el de la frustración del Heliodoro, tenía su número PIN. "Iba a ese estadio desde que tenía cinco años", evoca. Pasó por la cadena del Tete y del Ofra. El 'nota' que traicionó a los 'notas'. Al menos, no le pitaron como hizo la parroquia blanquiazul con Pedri en 2019 -la entrada de Luis Milla resultó criminal-.
Su elástica, la que lució ayer, pasará al museo de la UD. Con el logo del centenario en el pecho, este paisano de la montaña santa aprovechó un balón de Viera, tras participar Jesé, para cerrar un espectáculo de 'tiqui taka' ante la perplejidad de Ramis. No hubo manera de frenar el registro combinativo de la partitura de Mel, que se multiplicó tras la lesión de Enzo Loiodice (45'). Para mayor bofetón al Heliodoro, el marqués de la 'K' no lo celebró.
El Aimar amarillo que abrazó la bandera de la justicia. El talento chicharrero en 'chicharrolandia' es la Kryptonita más devastadora.
