Era una tarde de perros. La UD sabía donde se metía. En la guarida del lobo Eibar. La formación amarilla de Xavi García Pimienta estuvo cerca de sumar la quinta victoria consecutiva en Ipurua (2-2) en la que hubiese sido toda una declaración de intenciones. Arrancó un punto fundamentado en el talento, ahí está la fotocopia del 1-1, y en el sudor de las labores defensivas. En busca de ese equilibrio, solo una obra de arte de Llorente, a centro de Rahmani, dinamitó el empeño amarillo que volvió a ganar la batalla de la posesión (con un 56,8%).
El 1-0 fue una concesión infantil en un minuto terrorífico (3'). Balón largo, peina Llorente y Stoichkov supera de forma pasmosa a Navas y a Álvaro Lemos. Valles tampoco está muy fino. Parecía un pulso de la segunda era de Paco Herrera de amarillo (2018-19) o una nueva entrega de las hermanitas de la Caridad de Mel (de 2018 a 2021). Otros dos remates de Stoichkov y uno de Expósito que desbarata el meta sevillano de la UD. Luego llegó la dictadura amarilla. Remontada, con goles de Sadiku y Jesé de penalti, y un ejercicio de resistencia.
El Eibar se empleó a fondo: doce saques de esquina y trece remates. El 2-2 es conmovedor, pero que no arruina la táctica amarilla. Ceder un punto no puede convertirse en un drama para un escudo que volvió a mostrar su ADN de control del juego. El Eibar estuvo contra las cuerdas en una de las mejores actuaciones de Navas. Viera, motivado, orquestó la reconciliación de Jesé con la gloria del gol.
La formación de Garitano no pierde en su fortín desde el pasado agosto ante la 'Ponfe' (0-1). Solo Real Sociedad B, Málaga, Girona, Sporting y la UD han logrado hacerle dos tantos a los azulgranas en Ipurua.
La fórmula más primitiva que existe, balón largo, centro y remate, fue recurrida una y otra vez por el Eibar. Llorente, Stoichkov, Fran Sol, Blanco...Centímetros y Aketxe por un costado. En el otro, Rahmani. ¿Quién da más? Los cambios de la UD -Rober, Fabio y Mujica- acusaron el cambio de guion. En esa furia y festival de la testiculina, los amarillos no se arrugaron. Nuke, Coco y Navas respondieron a la exigencia. A lo suyo. Mientras Moleiro, Kirian y Viera, lo hacían desde la elegancia. Las carreras de Jesé y el olfato de Sadiku. La partitura de Pimienta acarició la epopeya en la guerra de estilos.
Garitano recurrió al Paleolítico -balón lateral y remate- y Pimienta mandó a los violinistas a tocar el tambor. El Álamo de Valles fue el circo de la anticipación. Navas se doctoró, con un Nuke incombustible. La UD no se arrugó y ahora desafía al Ibiza de Jémez. El técnico barcelonés maneja más parámetros que el victoriano del toque.