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Configuración del plantel / La operación salida

Adiós al 'hombre escudo': Cinco razones para entender el fin de ciclo de Maikel Mesa en la UD Las Palmas

El tinerfeño se quedó solo en su empeño por demostrar su valía en la UD | Ni mediapunta ni delantero, vuela al ‘Alba’ sin explotar de amarillo | Solo Jiménez le dio una secuencia de diez partidos consecutivos

El tinerfeño Maikel Mesa se señala el escudo en La Romareda, tras batir a Cristian Álvarez, del Zaragoza.

Los 1.486 días del hombre escudo. Maikel Mesa Piñero (La Laguna, 31 años) y la eterna sombra de la duda. Rumbo a la tierra de los molinos de El Quijote, el futbolista inclasificable puso fin ayer a su periplo en la UD Las Palmas de cuatro temporadas –87 partidos, diez dianas–. El fichaje de Maikel Mesa se anunció el 17 de agosto de 2018, en el ciclo del delirio y la opulencia, con el director deportivo Toni Otero al volante de un proyecto faraónico.

De aquellas 18 contrataciones –Raúl Fernández, Álvaro Lemos, Maikel Mesa, De la Bella, Cala, David Timor, Ruiz de Galarreta, Rubén Castro, Rafa Mir, Fidel Chaves, Blum, Nauzet Pérez, Martín Mantovani,Deivid, Tomas Pekhart, Srnic, Sacko y Christian Rivera–, ya solo queda el lateral gallego Lemos. Hay cinco razones que justifican este cambio de ciclo: falta de confianza por parte de los técnicos, la explosión de grandes mediapuntas (de Viera a Kirian), la falta de encaje táctico de este rostro polivalente, el hecho de llegar de la mano de Toni Otero y la necesidad de la liberación de su salario

Heredó el brazalete, en la pasada pretemporada al destaparse la relación de capitanes tras la marcha de Aythami Artiles Oliva, y se quedó sin la prenda de la liturgia con el aterrizaje del galáctico Jonathan Viera (23 de agosto del 2021). Solo gozó de continuidad con Manolo Jiménez en el cargo, desde la 2ª jornada a al 14ª de la 17-18 con un total de ocho titularidades en doce jornadas. Alcanzó los 712 minutos en ese tramo con 59,3 de media por duelo.

Baile de técnicos

Con Paco Herrera, José Mel Pérez y García Pimienta no se sintió indiscutible. Pasó por el quirófano en julio del 2019 por una hernia discal lumbar y estuvo tres meses de baja. Cesión en el Albacete Balompié para recupera la autoestima con tres tantos en catorce jornadas. La aportación del lagunero fue crucial para evitar la guadaña del descenso. En cada ventana de mercado, siempre figuró su nombre, la rutina de la sospecha. El artista pasional que celebró los tantos mostrando el escudo gozó de minutos de lustre con Pimienta en este último ciclo (76’ en las semifinales del playoff), pero no llegó la gloria.

Al inicio de la pretemporada, fue incluido en la relación de la operación salida, junto a los Raúl Fernández, Ale Díez, Erick Ferigra, Óscar Pinchi y Unai Veiga. Fue insultado y amenazado de muerte por un sector de la afición del Tenerife por celebrar un tanto en el Heliodoro en junio de 2020.

Le faltó perforar la meta chicharrera en duelo oficial. Con la lesión de Viera en la vuelta ante el Tenerife en el playoff, afrontó la gran reválida. Silenciar al Mesías. No funcionó de nueve y desaprovechó el bajo estado de forma de Jesé, así como la lesión de Armando Sadiku. Poco a poco, se fue quedando sin coartadas.

Tras la primera semana de pretemporada en Barranco Seco, viajó a Marbella con el pleno conocimiento de que era uno de los descartes.En La Cala Club Golf de Mijas, dio un nuevo recital de profesionalidad.Se ganó el respeto de la afición, más allá de la ausencia de una noche pletórica en el tramo final de la 21-22. «Solo puedo dar las gracias. Fue un orgullo vestir esta camiseta durante cuatro temporadas; os deseo lo mejor», expresó el hombre escudo.

Su último tanto fue ante el Zaragoza en La Romareda –19 de marzo–. Siempre cerca del área, llegando desde segunda línea. Instinto, picardía y la búsqueda constante de una oportunidad para redimirse. Reclamó diez duelos consecutivos para demostrar su tesón, la misma fe que lució en su potencial el costalero Jiménez. El adiós cantado del ‘8’, que forma parte de la estrategia para aligerar la masa salarial a la espera de oportunidades del calibre de Sandro Ramírez.

Odiado por la afición chicharrera y siempre en el ojo del huracá para el entorno de Las Palmas. Demasiados enemigos en su camino hacia el éxito. «Conseguiremos el objetivo», valoró a este medio antes del inicio de la pretemporada. En junio seguía convencido de su influjo de líder.

La irrupción de activos como Kirian Rodríguez, Alberto Moleiro o el propio Viera le relegaron al silencio. En esa zona de último pase, del toque definitivo, no encontró su espacio. Por su parte, en la zona de creación, los Fabio, Enzo Loiodice y Nuke Mfulu le pasaron por encima. Tampoco funcionó bajo el rol de revulsivo.

El paso de las jornadas se convirtió en una máquina de torturas. Nadie celebró los goles como el tinerfeño, siempre mostrando el escudo amarillo, su corazón. Al Cartagena le hizo un gol de penalti y a lo Panenka, como ya patentó en las filas del Alba. Adiós al eterno cuestinado, que se cansó de nadar a contracorriente.

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