Málaga-UD: Pimienta tenía razón: Explota la delantera de lujo en La Rosaleda con una exhibición (0-4)

La liturgia del oficio. Sin el emperador Jonathan Viera ,la UD escenificó la perfección desde el rigor defensivo. Sin dejar un metro cuadrado al Moña, el reto se fundamentó desde un Moleiro inspiradísimo para desatar el caos. Viva Pinito y ese genio con pintas de oficinista como Marc Cardona. Cuando Rubén Castro Martín no luce su aguijón, la formación malacitana es sanguinaria. Pero terminó convertida en el Tamaraceite.

Bajo estos parámetros de depresión, sin Viera, el mimbre más caro de la categoría, el bloque grancanario supo maniatar al Málaga y mandó un balón al palo con un lanzamiento de Álvaro Jiménez. Ya en el tramo final, una pelota interior a Clemente, supo resolverla de la forma más elegante para terminar con la sequía realizadora de la UD. El segundo motivo de la ilusión alzó el telón con un remate de Gallar (50’) que rozó el palo. Controló el tiro de Enzo y salió rozando el poste. El cuadro grancanario se apoderó del latido de una contienda medieval. Lo que se llaman tablas. Ese intercambio del tiki-taka al oficio. Pero Marc Cardona definió como los ángeles. Luego llegó la hora de los cambios. Con Benito y Eric Curbelo. Se fueron Sidnei y Clemente. Y en el recital de acrobacias, el tiro de Álvaro sale rozando el poste.

Se retiró Álvaro bajo un manto de aplausos. Sin Viera, la UD se encomendó a la fórmula Pimienta. En esa cacería despiadada por el primer gol de la liga, el técnico amarillo se encomendó al oficio de Álex Suárez por encima de Álvaro Lemos, Palanca y Marvin Park. Dentro de esa medida arriesgada, Suárez cortó un balón de peligro y Marc Cardona miró al área a los diez minutos con un tiro de Óscar Clemente incluido. Era un baile predecible. Los Gofiones del ingenio. Remate de Olmo que repele Valles y tiro de Moleiro que aborta Reina. Misil de Álvaro al palo y amarilla a Suárez. Y llegó el toque angelical de Clemente que brindó a Kirian Rodríguez.

Ante un Málaga depresivo que suma 13 partidos sin ganar como local y nueve meses desde que obtuvo el último triunfo, precisamente contra el conjunto canario, la UD se destapó sin el influjo mágico de Viera. Ver para creer. Los primeros minutos del partido fueron de tanteo por parte de ambos equipos, aunque el conjunto de gofio combinaba mejor, tocaba con exquisitez el balón y su centro del campo con Loiodice, Mfulu y Óscar Clemente, se imponía al malaguista, donde Luis Muñoz y Jozabed, tenían muchos problemas para construir. Ahí se comenzó a ganar la batalla. De esta manera, una lesión del central del Málaga, el argentino Esteban Burgos, que tuvo que ser sustituido por Jonas Ramalho, quien se colocó en la derecha de la defensa, estiró el drama local.

El Málaga iba cogiendo cuerpo a media que pasaban los minutos con transiciones por la derecha e izquierda, aunque con centros imprecisos. No dañó a la UD, que ni se inmutaba, con un sistema muy rígido y con una primera ocasión con un disparo del talentoso Moleiro, que detuvo Reina.

Baile celestial

El bloque grancanario no se amilanaba, aprovechando las numerosas lagunas del rival, que al jugar sin extremos acumulaba todo el juego por el centro del campo. El centrocampista Álvaro Jiménez, hizo temblar la mansión de Indiana Jones. Reina con otra intervención de garantías aplacó el drama. Pero a la cuarta llegada, Clemente se lo brindó a Kirian. No falló con un gol de Óscar Clemente, que se aprovechó de una concatenación de errores del Málaga desde el centro del campo a la defensa, para batir por bajo a Manolo Reina, en el 44’. El Málaga salió tras el descanso algo más entonado con el cambio del delantero Fran Sol por Jozabed, pero Las Palmas seguía con su intensidad que le daba para rematar en un contragolpe muy mal defendido por los malaguistas que finalizó el delantero Marc Cardona. El estilete anónimo que se hizo famoso.

El 0-3, con la comparsa malacitana desordenada, fue una acción clonada al éxtasis de ver el Heliodoro de amarillo. Definición Álvaro Jiménez con un toque a lo Van Gogh para ganarse su espacio en la habitación de Jesús. De artista. Pero faltaba la de Marvin. Disparo raso y ajustado para tumbar a Manolo Reina. La delantero de lujo alzó la voz la noche que Viera estaba en su salón viendo la explosión de gofio. Señores, un orgasmo.