Marcar lo antes posible para luego controlar es una de las máximas de esta nueva UD. En sus cuatro victorias de la temporada siempre se adelantó en la primera parte, ante el Málaga, el Andorra, el Leganés y el Granada. Ayer, en su quinto empate –Zaragoza, Alavés, Racing, Mirandés e Ibiza–, no lo hizo, ni en los primeros 45 minutos ni en los siguientes, y sufrió.

Tanto que fue víctima de la impotencia, que aumentaba en la misma medida que su precipitación. En esa retroalimentación se perdió Las Palmas, que habrá de acostumbrarse a convivir con partidos así. De alguna manera, tendrá que aprender a no perder la calma cuando un rival se encierre, pare el juego o pierda tiempo, y a buscar vías un poco menos alocadas para salir victorioso.

Porque si bien sumó hasta 25 disparos, las ocasiones claras de gol de las que dispuso fueron muchas menos. Un chut de Loiodice alto en el primer acto cuando estaba en una buena posición dentro del área, otro al poste de Jonathan Viera ya en el segundo, otro de Clemente que telegrafió al portero y otro de Sandro que se fue fuera por muy poco supusieron el verdadero peligro para el Ibiza. La gran mayoría de las acciones, sin embargo, acabaron en tiros bloqueados, lejos de la meta o parados por Fuzato con facilidad. El brasileño, de hecho, se fue si una sola gran parada.

Mereció ganar la UD por actitud y ocasiones, y si alguna de ellas hubiese acabado en el gol, seguramente habría sumado su cuarto triunfo en el Estadio de Gran Canaria, porque cuando marca primero, salvo el desliz de la semana pasada en Anduva, es un equipo muy fiable.

La UD apenas generó oportunidades en los últimos minutos del choque; invadida por la desesperación, perdió el control de la situación y se nubló. Las cuatro victorias las ha conseguido ante conjuntos que trataron de atacarla y a los que hizo daño con espacios, o a los que marcó pronto; los cinco empates, en cambio, frente a rivales que propusieron muy poco.

El reto de García Pimienta es hallar la fórmula para romper esas barreras. Podría pasar por el aumento del ritmo, el mayor ataque por las bandas y el desatasco del centro. Y también por el acierto.