El desenlace no pudo ser mejor. Cuando la UD se disponía a suspender una vez más, por tercera vez en la temporada, el examen de jugar la mayor parte de un partido con un futbolista más, apareció la conexión de toda la vida, la que protagonizan Vitolo y Jonathan Viera, para provocar el éxtasis en el Gran Canaria. Benito también fue parte ineludible y trascendental en el gol de la victoria de Las Palmas en el minuto 92, porque recibió un pase extraordinario del extremo para centrarlo hacia atrás para que luego el capitán lo mandara a la red. Fue, al fin y al cabo, un triunfo justo que llegó en el momento de más atasco y desesperación de los amarillos, que encontraron en sus estrellas la luz hacia la séptima victoria de la temporada, la que da, al equipo y a la afición, definitivamente y sin reticencia alguna, carta blanca al ascenso.

Hay libertad para creer, por muchas cosas. Sobre todo porque los números avalan a un equipo invencible en 12 jornadas y que ya aventaja en cinco puntos al tercer clasificado. Siete victorias, cinco empates, 10 porterías a cero o la imbatibilidad en casa avalan a esta UD que, por encima de todo, no sufre. El Cartagena, que se quedó con uno menos desde el minuto 43 por la expulsión de Pablo Vázquez por doble amarilla, se fue de la Isla sin un sólo disparo a puerta, ni entre los tres palos ni fuera de ellos. Pero como un líder debe tener retos y dominar todos los registros para que no caiga en el conformismo, lo que hoy ponía a prueba el cuadro isleño en la segunda parte era su capacidad para afrontar una nueva superioridad. Es la exigencia de un campeón.

Si Vitolo no se ilumina, si Benito no hace el pase genial y si Viera no mete la pelota dentro, Las Palmas se habría ido una vez más a casa con la frustración de no haber sido capaz de meter un gol después de haber dominado todo el juego y de haber creado las mejores ocasiones, sólo unas pocas claras, y en esa falta de concreción y la aleatoriedad en muchas fases del choque tuvo su pecado. El técnico, además, provocó un cierto caos cuando hizo los cambios metódicos en los minutos en los que siempre los hace. Pero como esto va de ganar, todo da igual. Porque los casi 20.000 espectadores que estuvieron en Siete Palmas se fueron con una alegría mayúscula para afrontar una nueva semana y la sensación ya convertida en certeza de que este tiene que ser el año.

García Pimienta ha acostumbrado ya a que fijos, hay pocos. Por eso a casi nadie sorprendió ya que cambiara toda la delantera con respecto al partido anterior. Lo de Sandro por Andone era más de esperar; lo de Pejiño y Óscar Clemente por Álvaro Jiménez y Moleiro, menos. En cualquier caso, estaban en el banquillo por si luego fueran necesarios. Al fin y al cabo, la UD ha demostrado ya que es un equipo por encima de casi todos los nombres. Con la plantilla al completo por primera vez en la temporada, Lemos fue el descartado.

Pocas ocasiones

Dominó Las Palmas la primera parte, pero con la misma sensación que en los últimos compromisos ante el Ibiza, el Lugo y la Ponferradina: con mucho balón pero sin ocasiones claras para marcar. A cambio, no sufrió, y esa es la mayor de las virtudes de la nueva UD: nadie sabe como meterle mano. El Cartagena se fue al vestuario después de 45 minutos de juego con cero disparos, y eso, aun con el 0-0, era ya un pequeño triunfo para la UD, que en cuanto aceleró el ritmo un poco más de lo que lo había hecho en el tramo inicial comenzó a llegar cada vez con más peligro.

La velocidad ascendente en el juego despertó también al Gran Canaria, que rugió por primera vez al cuarto de hora con un tiro taponado de Sergi Cardona. Luego siguieron otros dos de Loiodice, el indiscutible mejor jugar del primer acto, y otro de Pejiño, que si bien no estuvo cerca del gol, sí lo buscó con participaciones continuas. De alguna manera, la cita de hoy le suponía un buen momento para reivindicarse.

Un pique con Datkovic, el lateral que le vigilaba, poco antes de la media hora vino bien a él y también al equipo, que aceleró aún más en busca del tanto que le diera el control. Justo después el barbateño rompió a Musto dentro del área y puso un pase atrás que no encontró rematador de milagro. Fue el instante del arranque de la UD. Acto seguido, cuando Jonathan Viera se encontró por primera vez con espacio por delante, el capitán avanzó para luego abrir a la izquierda, por donde llegaba Sergi Cardona como un tiro. Eligió, y bien, disparar, aunque estuviera algo escorado: Aarón guardó bien el poste y rechazó la pelota con las dos manos por delante (33').

Fue la mejor ocasión elaborada de los primeros 45 minutos. Poco después de la que tuvo el lateral catalán el de La Feria gozó de una falta ubicada en un lugar inmejorable para él, pero una cabeza en la barrera desvió el balón y lo mandó al córner. Pese a sus continuos intentos, Las Palmas no encontraba el camino hacia las oportunidades claras, entre otras cosas porque el Cartagena, si bien no asustaba, mantenía un cierto orden defensivo que le mantenía a salvo de un sufrimiento excesivo. Hasta que el central Pablo Vázquez abandonó su lugar para frenar a Viera con una falta muy clara que le mandó al vestuario antes de tiempo. Segunda amarilla, expulsión justa (43').

Empezaba, por tanto, un nuevo partido independiente de 45 minutos en los que la UD debía demostrar que había aprendido a vivir mejor de lo que lo había hecho en ocasiones anteriores con un jugador más. Toda una segunda parte en Santander en superioridad no le valió para marcar un gol, como tampoco una hora de partido el fin de semana pasado en Ponferrada, donde tampoco sufrió, pero bien pudo haber recibido un varapalo del mismo calibre que el de Miranda de Ebro.

Ni García Pimienta ni Carrión cambiaron sus cromos. El primero apostó por los mismos, con el añadido de que debían subir la velocidad; el segundo se limitó a colocar a Datkovic como central y a Jairo como lateral. El ataque, por tanto, quedaba para Borja Valle, De Blasis y Sadiku, islas durante todo el choque. Pareció haber asimilado la UD que la primera manera de hacer daño al rival en inferioridad era hacerle entender que no iba a dar ni un segundo de tregua. El ritmo aumentó, las bandas cobraron protagonismo y así llegó la primera ocasión, un tiro de Pejiño desde la frontal que se marchó muy cerca del poste izquierdo de Aarón (54'), que aprovechó cada saque de puerta para dejar que corriera el reloj todo lo posible.

La predisposición de Las Palmas a no perder ni un sólo segundo quedó corroborada en las acciones siguientes, con Viera al mando por el centro. En la primera no encontró a Pejiño, que no pudo chutar porque un defensor metió la punta de la bota en el último instante; en la segundo, Loiodice, inmenso todavía, disparó flojo a las manos del portero. La UD tenía claro el camino, sólo faltaba el gol.

García Pimienta movió el banquillo cuando siempre lo hace, en el minuto 60, para cambiar a los extremos: se fueron Pejiño y Óscar y entraron Marvin, inédito desde la cuarta jornada, y Benito. La receta, al contrario de Santander, era abrir el campo lo máximo posible en busca de espacios por el centro. Así, Jonathan Viera, en su salsa, completó una pared con Sandro y ejecutó desde dentro del área, pero el balón fue directo a la manos de Aarón (66').

El siguiente movimiento de ficha del técnico barcelonés, mientras los que hacía Carrión se limitaban a aportar oxígeno en plena resistencia, fue la inclusión de Vitolo por Álex Suárez y el retraso de Marvin al lateral. Tenía sentido: el Cartagena apenas pasaba al lado contrario del campo.

Poco después llegó la recomposición final con la entrada de Moleiro por Sergi Cardona y de Andone por Sandro. Marvin y Benito eran los laterales con libertad total para subir, Moleiro un extremo, Florin el delantero y Vitolo un alma libre que hasta el momento de la lucidez, aportó atascos excesivos por el centro. No fue su culpa. Los centrocampistas, inamovibles, como la línea de cuatro en defensa cuando el rival no llegaba y tenía uno menos.

No pareció dar resultado, porque Las Palmas, con tanto cambio, estuvo un cuarto de hora, desde aquel chut de Viera, sin inquietar al cuadro murciano. Entre que los amarillos tardaron en ubicarse y que el Efesé crecía en autoestima a cada minuto que pasaba, el cronómetro se acercaba al 90 y la desesperación se apoderaba de la UD. Ni el aullido del público le aclaró las ideas. El capitán sacó al equipo del atolladero con un tiro por sorpresa desde la frontal que obligó a Aarón a estirarse y rechazar la pelota (83'). Era un premonición.

Porque cuando el partido entro en los cuatro minutos de tiempo añadido, aguardaba el momento de la noche. De la mejor manera posible, además, con la conexión Vitolo-Viera como generadora de una acción que acabó en delirio. En medio estuvo Benito, parte fundamental y decisiva, porque corrió al espacio para que un genio como Vitolo lo viera después de darse la vuelta y cambiar la dirección con el tacón, y le enviara la pelota con la fuerza justa para que le llagara y el aldeano tuviera tiempo de caer en la cuenta de que lo conveniente no era centrarla hacia adelante, sino hacía atrás, por donde llegaba el jefe, solo, para que decidiera el destino del choque: no fue otra cosa que el 1-0 tras poner el interior del pie derecho y mandar el balón a la red. Y llegó el éxtasis, el culmen del placer.

Ficha técnica.-

(1) UD Las Palmas: Valles; Álex Suárez (Vitolo, 70'), Coco, Curbelo, Sergi Cardona (Moleiro, 76'); Mfulu, Loiodice, Jonathan Viera; Pejiño (Marvin, 63'), Sandro (Andone, 76') y Óscar Clemente (Benito, 63').

(0) FC Cartagena: Aaarón; Calero, Alcalá, Pablo Vázquez, Datkovic; Mikel Rico (Arribas, 91'), Musto; Borja Valle (Jansson, 64'), De Blasis (Sangalli, 84'), Jairo; y Sadiku (Ortuño, 64').

Goles: 1-0.- (92'): Jonathan Viera.

Árbitro: De la Fuente Ramos (C. Castellanoleonés). Expulsó al visitante Pablo Vázquez por doble amarilla (43'). Además, amonestó a los visitantes Musto y Carrión -técnico-. En el VAR estuvo Vicandi Garrido (C. Vasco).

Incidencias: partido correspondiente a la duodécima jornada de LaLiga SmartBank, disputado en el Estadio de Gran Canaria ante 19.876 espectadores.