La UD supo dominar al Teruel en la plaza de Pinilla, un toro bravo, líder de su categoría en Segunda RFEF y que le puso la eliminatoria complicada al conjunto amarillo en la primera parte. Sin embargo, un eléctrico Pejiño puso la puntilla al miura aragonés y con un zarpazo en el minuto 53 dio el triunfo al conjunto amarilllo para superar la primera eliminatoria de la Copa del Rey.

Sin embargo, Las Palmas sale herida de Teruel. García Pimienta no se contentaba con el rendimiento de su equipo y después del descanso ingresó a Moleiro y Sandro para poder romper la igualada en el marcador. El primero activó el juego y asistió a Peji para el 0-2; pero Ramirez, que se le puso de cara el segundo tanto en una contra sufrió un pinchazo muscular que le mandó al banquillo. Su cara, el fiel reflejo de la desesperación.

A falta de las pruebas médicas pertinentes, las sensaciones en el vestuario amarillo y las primeras elucubraciones del tiempo de baja de Ramírez apuntan a una posible baja prolongada. Tanto como para que Sandro quede prácticamente descartado para el próximo partido liguero en Levante. Ahí, Pimienta tiene la delantera en cuadro, a la espera de que Marc Cardona y Florin Andone puedan dejar atrás sus problemas físicos.

Tardó quince minutos en entrar en el partido la UD. La actitud de alguno de los jugadores sobre el terreno de juego daba sensación de que les incomodaba tener que jugar en un terreno de juego más propio de barrio que de un representativo de provincia. Eso sí, el estado del césped estaba por encima de muchos de los que se perpetran por las categorías profesionales del fútbol nacional.

Idóneo el pasto para el juego preciosista de Pimienta, no entendió el equipo amarillo en el primer cuarto de hora de que tenía que plasmar su supuesta superioridad a través de la circulación de balón. Abusó del balón en largo y con tanto vaivén en la posesión del cuero al entrenador de la UD se le notaba incómodo por no controlar la posesión.

Entre tanta concesión, el Teruel ya había aprovechado para meter el miedo en el cuerpo de los amarillos. En el mayor debe del equipo, ya sea en liga con los titulares o con los jugadores de menor carga de minutos del campeonato que alineó en Teruel, a balón parado, casi se firma la desgracia con dos cabezazos después de un córner. Cabetas, el culpable, incluso estrellando un testarazo en el larguero de Álex Domínguez.

Aun así, la empanada insular duró ese cuarto de hora en el que rompieron a sudar. Fue entonces cuando el descaro de Álvaro Jiménez y Óscar Clemente comenzaron a adueñarse de la banda derecha para intener volcar las ofensivas amarillas por este costado. Entre los dos, con la vitola de meritorios titulares en el terreno de juego, originaron las ocasiones con mayor peligro sobre el arco de Cebollada.

Sin embargo necesitaba mayor implicación en la zona de ataque la UD. Para ello Pimienta decidió intercambiar de banda a Pejiño y Álvaro Jiménez para intentar enchufar al gaditano a la eliminatoria. El extremo es de esos que necesitan estar en contacto con la pelota para sentir que es un jugador valioso y en la derecha comenzó a carburar.

Tanto entró en el partido Peji que tuvo la ocasión más clara de la primera parte. En una de sus características diagonales buscó la portería rival con ahínco, la sobó, sobó y la sobó hasta que atosigado por Aparicio soltó la pelota a Joel del Pino, que centró desafortunadamente y la pelota le volvió a caer al de Barbate. En esas no se lo pensó y tras orientar el cuero al marco rival soltó un zurdazo que se marchó cerca del poste derecho de Cebollada. “Yo lo ví dentro, se comentó desde el palco del Pinilla”.

Más madera

En esa necesidad de sumar efectivos al ataque decretó Pimienta que la decisión de darle minutos a los jugadores del filial ya había llegado a su fin. Julen y Ale García, sin demasiado protagonismo en la primera mitad fueron los sacrificados para que entraran en el terreno de juego Alberto Moleiro y Sandro Ramírez, los dos hombres de mayor relumbrón de los que disponía el técnico en la convocatoria.

Y vaya si surtió efecto la entrada del 10 amarillo. Moleiro se hizo dueño del balón y en cada ocasión que el esférico contactaba con sus botas el rún rún sonaba en la grade de Pinilla. Con la cabeza alta, el mediapunta vio desde el balcón del área pasar el tiempo y encontró a Pejiño descolgado en la banda y allí le mandó el balón para que el gaditano congelara a la marchosa grada turolense.

Con un zarpazo, el segundo del partido que iba por dentro de la portería, alojó el esférico Peji en el fondo de las redes rojillas. Se la colocó tras ciertos amagues, esos de canchero barbateño que corre por sus venas y el latigazo dobló los guantes de Cebollada. La timidez del portero suplente de Víctor Bravo quizás contribuyó al primer gol amarillo, pero el 0-1 ya lucía en el marcador.

Abierta la lata, Las Palmas se dedicó a toquetear la pelota a su antojo para preguntarle al Teruel qué quería hacer, si avalanzarse sobre los dominios amarillos o continuar a la espera para reservar fuerzas hasta el tramo final y jugársela toda a la desesperada.

En esas lindes, la UD se mostraba cómoda y continuó dando sensación de peligro sobre la portería rival. Construyendo con la pelota, Pejiño fue el que más lo intentó desde fuera, Álvaro Jiménez probó suerte y Sandro dispuso de una ocasión clara a la contra en un sprint que le costó caro.

Porque era una oportunidad clara para el 2-0 cuando el delantero se marchaba solo acompañado por el ex jugador del filial amarillo Carmona. En el rifirrafe por la posición, Sandro desistió para sorpresa de todos. La duda tardó en resolverse en lo que el 9 levantó la mano al banquillo y pidió el cambio. Volvía a romperse y deja sin delanteros a la UD para disputar el partido liguero contra el Levante.

Tuvo que reconstruir la formación Pimienta entonces. Dio entrada a Álex Suárez por Sandro y adelantó a Álvaro Lemos a la posición de extremo ya que en la jugada anterior Enzo había sustituido a Pejiño. Por tanto, fue Álvaro Jiménez el que tuvo que actuar de delantero centro. Peajes de la Copa que entre tanta confusión casi significa el 1-1 del Teruel en un remate tras saque de esquina que se marchó fuera lamiendo el poste de Domínguez.

Solo tenía que controlar el paso del cronómetro la UD en los últimos veinte minutos y reponerse del mazazo de tener que perder a Sandro en ataque y jugar con una alineación un tanto Frankestein. Cobró fuerza el centro del campo para mantener el control de balón y entre Enzo, Moleiro y un inteligentísimo Fabio en la zona de contensión maniataron al Teruel hasta que emprendieron la última oleada en el descuento.

Fue ahí cuando todo pudo cambiar tanto para la sentencia de la eliminatoria que tuvo en sus botas Álvaro Lemos cuando su tocayo Jiménez le dejó solo delante de Cebollada. El gallego controló fatal el cuero y en el intento de poner el 0-2 mandó la pelota fuera del estadio.

Entonces tanto el Teruel, la grada de Pinilla, como hasta el portero rojillo creyeron en el milagro de llevar el encuentro a la prórroga con continuos balones horizontales a la olla de Domínguez. Entre tanto barullo de centros al área muchos reclamaron una mano de Sidnei en un despeje; y ya sobre la bocina Cebollada subió a rematar un balón que nunca llegó a ninguno de sus compañeros y la UD celebró su pase a la segunda ronda.