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Kirian une a las dos orillas

En una semana de lógica división y rivalidad deportiva, el caso de Kirian vertebra y conecta a las aficiones amarilla y blanquiazul

Kirian Rodríguez, en una imagen reciente, en Barranco Seco. | | LP/DLP

En tiempos de polarización y división, también en el deporte, hay situaciones en las que sí se olvidan fronteras, colores y bandos. Como la enfermedad del candelariero Kirian Rodríguez, una causa que ha unido como nunca antes a las aficiones de UD y Tenerife. Corazón amarillo y un ejemplo mundial.

No está, pero está. Ausente sobre el terreno de juego por una cruel noticia que le golpeó con saña hace más de 100 días (un cáncer que le fue diagnosticado en plena pretemporada), Kirian Rodríguez está esta semana y esta temporada muy presente en los pensamientos de compañeros, técnicos y aficionados. Aunque fuera de la selecta lista de jugadores disponibles para el clásico que se avecina, el de Candelaria forma parte con letras mayúsculas de la historia de este derbi, probablemente el último sin su concurso sobre el verde.

Que vuelva cuanto antes –si es posible, para el duelo de la segunda vuelta– es el deseo que une estos días a blanquiazules y amarillos en vísperas de un partido de alta tensión, donde tan numerosos son los elementos que separan y generan división: el reparto de las entradas, el distanciamiento evidente entre las directivas y especialmente el recuerdo del elevado voltaje del Las Palmas-Tenerife más reciente, el que se saldó con conquista y triunfo blanquiazul en los playoff de ascenso de la temporada pasada.

Kirian vertebra, Kirian une. Y es consciente de que en los deseos unánimes de pronta recuperación y feliz regreso al fútbol no hay colores ni fronteras que valgan. Así lo testimonió la cerrada ovación que le tributó el público del Heliodoro Rodríguez en un Tenerife-Lugo de esta misma campaña; y que dio la vuelta a España porque no es nada frecuente que una afición teóricamente enemiga se preste a un gesto tan dignificante como lo fue aquel.

«La verdad es que todo el mundo se ha volcado conmigo. Los mensajes han sido superpositivos, de alegría y para ayudar, así que estoy más que agradecido», relata el jugador tinerfeño de la Unión Deportiva. «No pensaba que fuera tan buena persona como me han transmitido, la verdad yo no me veía yo así», ironiza después de haber recibido ingentes dosis de optimismo a las dos orillas del Archipiélago. «Está claro que es momento de eso, de estar todos unidos y es lo que han hecho todos en torno a mí. Tenerife es mi isla, yo me he criado allí y al final muchos de los aficionados blanquiazules son familia, amigos que forman parte de mi vida. Fueron 18 años viviendo en la isla que nací; y luego unos cuantos más en Gran Canaria, de donde es la afición de mi equipo, del que soy a muerte», distingue.

En tiempos de lógica rivalidad deportiva, ahí queda su caso de superación contra la adversidad como elemento de unidad y cohesión. «El apoyo de las dos aficiones me ha hecho más fuerte», subraya. «Incluso hay gente muy próxima que se ha rapado como yo: mis padres, algunos amigos... y a otros como mi hermano ni les hizo falta porque ya lo tenían de fábrica», bromea Kirian, a quien nada –tampoco la cruel enfermedad– le ha borrado la sonrisa ni las fuerzas para seguir peleando.

Lo mejor es que su recuperación completa ya está muy cerca, una vez completó la semana pasada la sexta de las sesiones de quimioterapia que le pautaron cuando se le diagnosticó el linfoma de Hodgkin, mismo contratiempo que superó Carla Suarez, cuyo ejemplo tiene muy presente. «Durante todo este tiempo me han hecho varios controles para ver si todo se está dando como se debe. Después de la última dosis hay que comprobar que está todo bien, que estoy sano, a ver si puedo ir haciendo ya vida normal y vida deportiva con el grupo», explica el de Candelaria.

No es Kirian muy amigo de la sobreexposición pública ni del protagonismo, pero en este caso sí ha querido conceder varias entrevistas y estar a disposición de todos para poner voz a la lucha de muchos enfermos anónimos que también combaten su misma enfermedad. Su rutina ha cambiado, pero no su forma de encarar el día a día. «He tenido entrenamientos individualizados, personalizados, después de haberme hecho pruebas para ver si podía hacer impacto con el balón, movilidad, etcétera. Yo creo que lo voy a conseguir y que voy a jugar otra vez», dice, convencido.

Sus manifestaciones públicas constituyen una excepcional lección de vida. «La fuerza de optimismo es muy importante. Todo está en la cabeza. Desde el primer momento que te lo comunican hasta el último, tu lucha es con tu cabeza: puedes encerrarte en ti mismo y no salir de tu habitación; u optar por otra vía. No cabe preguntarse: ¿y por qué a mí? Lo mejor es que tu mentalidad sea positiva. Y los días que no estoy bien, me llena que otros tiren de mí. Eso ayuda a que no haya momentos de bajón», asegura en un testimonio de obligada escucha para todos los que viven situaciones semejantes a la suya. «Yo por mí volvía mañana mismo, pero hay que respetar los plazos y todo lo va a ir marcando mi propio cuerpo», aduce respecto a su regreso, que ya avista al final del túnel.

Su regreso

«Es cierto que de piernas puedo ir bien, pero cada vez que haces un esfuerzo o un trabajo de fuerza muscular, la agujeta no desaparece. Mi cuerpo ahora va más lento, trabaja despacio. Así que cuando me den el alta, pondré todo de mi parte para que en enero la ficha vuelva. Pero si es en febrero o marzo, perfecto; lo que sí tengo claro es que quiero darle una alegría tanto a mi familia como a mi gente», completa. Entretanto, espera al partido del sábado con la certidumbre de que otra vez en el minuto 20 todos los aplausos (blanquiazules y amarillos) irán por él. Su recuperación vale mucho más que tres puntos, y así lo entienden en ambas aceras futbolísticas del Archipiélago. «Quiero que los aplausos empiecen a ser conmigo dentro del campo. Lo piensas, te lo imaginas... pero quizás la realidad vaya a superar las expectativas. Cuando tenga que tocar, tocará. Y ese día seré muy feliz», afirma sobre la fecha de su esperada vuelta. Los puntos del clásico valen un potosí; pero mucho más vale el ejemplo de Kirian. Carismático, querido por propios y extraños, un ejemplo de vida.

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