Guardaron bien el secreto. Ocultaron durante toda la semana con piel de cordero al lobo herido que llevaban dentro. Si bien todos en la Unión Deportiva Las Palmas se esmeraron en asegurar que no existía ánimo de revancha alguna contra el Tenerife por la eliminación en el 'playoff' hace cinco meses, la realidad demostró que algo había quedado sin resolver. Un cuestión de orgullo. Por esas ganas enormes comenzó la UD Las Palmas a ganar el primer derbi de la temporada y lo terminó con un baño de fútbol tan incontestable como el resultado, 3-1, y con un héroe venido de Barbate, Pejiño, autor de dos golazos tras sendos latigazos con la zurda. Luego Andone sentenció en el descuento cuando ya el partido había muerto y Dauda rebajó la contundencia del marcador. Dio igual, porque más que una fiesta, lo que ya había montado en un Estadio de Gran Canaria con 31.047 espectadores era un fiestón.

No hubo discusión ni rival que pudiera frenar a esta UD Las Palmas que recuperó su mejor versión del curso para dejar atrás la racha de cuatro partidos sin ganar y recuperar la segunda plaza que mantendrá si el Burgos no gana, porque más allá de los sentimentalismos del derbi, lo que importa es lo que importa. Todos y cada uno de los jugadores amarillos estuvieron a la altura, mucho mejor que otras veces, seguramente por la energía que desprendía la grada. Como también cumplió Xavi García Pimienta, al que un nuevo buen resultado y unas buenas decisiones en la alineación, esta vez sí, vuelven a darle la razón. En realidad, no hay discusión en la forma. No existe el debate. La suma de todo permitió a Las Palmas gobernar de principio a fin y dejar al Tenerife con un sólo tiro entre palos. Incontestable.

Premió el técnico catalán a los que una semana antes habían mejorado al equipo en la segunda parte de la cita en el Ciudad de Valencia. No quiso confirmarlo el día anterior, pero sabía que una opción diferente no iba a ser justa. Así, el frente ofensivo cambió por completo, con Pejiño y Moleiro en las bandas, y Marc Cardona como delantero centro. Los tres hicieron un partidazo. La defensa y el centro del campo parecen intocables ya. Luis Miguel Ramis, por su parte, apostó por el sistema que siempre le dio resultado ante García Pimienta, el 4-4-2, pero con nombres menos importantes que hace cinco meses. Se notó.

Como también la intensidad de La Palmas desde el principio, desde la primera acción en el saque inicial que acabó en la primera falta del partido a los cinco segundos. Había un cierto miedo general por la paciencia recetada por Jonathan Viera y el entrenador durante la semana, porque el exceso de la misma había derivado en una lentitud frente al Tenerife que había resultado fatal. No fue así. La UD Las Palmas fue desde el primer momento la del segundo periodo contra el Levante, móvil, veloz, peligrosa. Y así, casi por lógica, fue capaz de crear ocasiones ante un rival que no se enteraba de por dónde le venían.

Premió el técnico catalán a los que una semana antes habían mejorado al equipo en la segunda parte de la cita en el Ciudad de Valencia. No quiso confirmarlo el día anterior, pero sabía que una opción diferente no iba a ser justa. Así, el frente ofensivo cambió por completo, con Pejiño y Moleiro en las bandas, y Marc Cardona como delantero centro. Los tres hicieron un partidazo. La defensa y el centro del campo parecen intocables ya. Luis Miguel Ramis, por su parte, apostó por el sistema que siempre le dio resultado ante García Pimienta, el 4-4-2, pero con nombres menos importantes que hace cinco meses. Se notó.

Como también la intensidad de La Palmas desde el principio, desde la primera acción en el saque inicial que acabó en la primera falta del partido a los cinco segundos. Había un cierto miedo general por la paciencia recetada por Jonathan Viera y el entrenador durante la semana, porque el exceso de la misma había derivado en una lentitud frente al Tenerife que había resultado fatal. No fue así. La UD Las Palmas fue desde el primer momento la del segundo periodo contra el Levante, móvil, veloz, peligrosa. Y así, casi por lógica, fue capaz de crear ocasiones ante un rival que no se enteraba de por dónde le venían.

Ocasiones

En un cuarto de hora los amarillos rozaron el gol hasta en tres ocasiones, la primera de ellas después de un error de Carlos Ruiz, al que la edad empieza a superar, que Moleiro no supo concretar porque falló en el recorte antes de quedarse solo ante Juan Soriano (8'). El tinerfeño, ultramotivado en su regreso a la titularidad, se redimió con una gran acción por la izquierda en la que bailó a Aitor Buñuel para después llegar a la línea de fondo y brindar un pase atrás con el que Viera trató de marcar con un golpeo sorpresa con el interior al primer poste. Soriano estuvo fino (14'). Como también en el primer latigazo del día de Pejiño, muy centrado, tras otra gran jugada de Moleiro por el otro costado.

Llegada de la guagua de la UD Las Palmas ante el aliento de miles de aficionados

Llegada de la guagua de la UD Las Palmas ante el aliento de miles de aficionados La Provincia

Quizá por esa desesperación fundamentada en la incapacidad de contener a un animal herido y con sed de venganza Waldo perdió la cabeza y segó a Pejiño, por detrás, a la altura de la rodilla. El color de la tarjeta bien pudo ser roja, pero al menos Hernández Maeso dejaba claro que no iba a tolerar ese tipo acciones, como tampoco los golpes de Enric Gallego en los saltos: el catalán vio tarjeta muy poco después por poner el brazo en la cara de Coco. También Jonathan Viera después de perder un balón y pegar una patada a Elady. Por ese entonces, a 10 minutos del descanso, el suflé había bajado, sin embargo, en el procedimiento Las Palmas se había reservado un golpe de calor al final.

Un fogonazo en forma de gol, producto de una jugada que define este equipo a la perfección. Una acción de maestría. La inició Jonathan Viera por el costado izquierdo, por el que se dejaron ver los Cardona. Marc recibió del capitán y tocó para Sergi, que avanzó poco a poco hacia el centro por el borde del área antes de entregar la pelota a Loiodice, que prosiguió el camino del balón hacia la derecha con un taconazo porque no le quedaba otra hasta que apareció Pejiño como un tren, con unas ganas enormes de reventar el esférico, para fusilar a Juan Soriano y provocar el estallido de la caldera de Siete Palmas (39').

El tanto de la justicia

El tanto hacía justicia porque la UD había conseguido transformar todo su dominio en una ventaja que pudo ser mayor antes del intermedio si Marc, en otra acción barroca de los amarillos, hubiese encontrado la red con un tiro con la zurda, pero el portero lo evitó. Las Palmas se marchaba al vestuario con el partido donde quería, dominado por completo y con un rival desaparecido en combate, totalmente sometido y necesitado de abrirse si quería al menos intentar conseguir el empate.

No lo hizo, pero más que porque no quisiera, porque Las Palmas no se lo permitió. De entrada porque acaparó toda la posesión del balón, y luego porque Pejiño no se había quedado a gusto con su primer gol y se sacó de la chistera otro todavía mejor antes de llegar a la hora de juego. En pleno fútbol control de la UD, con ciertos momentos lúcidos en ataque y sin sufrir en defensa, regateó a dos rivales en su camino desde la derecha hacia el centro para sorprender con un zurdazo desde lejísimos imparable para Soriano, que vio entrar la pelota muy cerca de su palo izquierdo. El barbateño se quedó tan a gusto que permaneció plantado de pie en el mismo punto donde se había quedado después de chutar. Con esa estampa, sin hablar, dijo 'Aquí estoy yo' (57'). Minutos después sintió molestias y se marchó.

Muy superior

Quedaba media hora, pero el partido estaba finiquitado. Fútbol es fútbol, con todo lo que la expresión indica, pero la UD no iba a dejar que lo avatares fueran a arrebatarla una noche que era suya. El Tenerife, aún con los cambios, fue incapaz de reaccionar ante un rival infinitamente superior que prefirió no machacar al verdugo reciente, porque bien pudo haberlo intentado. Eligió adueñarse un poco más si cabe del balón e incluso por momentos lo entregó en busca de cualquier robo o pérdida que pudieran hacer correr a toda velocidad a Marvin y Andone.

Salió el plan, porque el rumano ganó un duelo a su defensor y batió por bajo al portero en el momento a mano. Éxtasis duplicado. A ningún amarillo importó el tanto de Dauda minutos después. De hecho, sirvió para desatar la mofa de los 31.000 amarillos hacia los 690 blanquiazules. Formaba parte del fiestón.

Incidencias: partido correspondiente a la decimoséptima jornada de LaLiga SamrtBank, disputado en el Estadio de Gran Canaria ante 31.047 espectadores.