La sangre en los ojos antes del derbi. Estaba claro: el discurso de calma y tranquilidad que salía del vestuario de la UD Las Palmas durante los días previos al duele de máxima rivalidad canaria era un espejismo. En realidad, los jugadores amarillos tenían una motivación especial por haber caído en las semifinales del playoff en junio. De puertas hacia adentro, había una cierta sed de revancha aunque la temporada y el contexto fueran distintos. Quedó demostrado no sólo con lo acontecido durante el partido, sino también con las arengas de Jonathan Viera a sus compañeros durante el calentamiento reveladas por una cámara en el pecho del ‘21’.

«Confianza ahí, eh. Vamos a hacer un buen partido, van a ver. Que el ambiente nos lleve para cosas buenas», comenzó el de La Feria, que animó a cada los titulares mientras realizaban los ejercicios. «Tranquilos, todo va a salir bien Ya van a ver después del partido que va a ser un partidazo de la hostia, ya van a ver. Sólo viéndoles las caras a todos, no tienen –los del Tenerife– nada que hacer, están muertos, están muertos. Dale, vamos», aseguró en las primera de sus tres charlas colectivas.

Pasaba el calentamiento y las revoluciones aumentaban. «Desde la tranquilidad viejito eh, desde la tranquilidad, desde la tranquilidad. Ya no hace falta motivarse más. Sólo viendo el campo lleno estamos todos motivados, no hace falta motivarse más», recetó antes de repetir que todo iba a salir bien. «Y vamos a jugar nuestro fútbol, y vamos a ser valientes, y si perdemos, perdemos siendo nosotros, no como el año pasado, siendo nosotros. Y a por ellos desde el primer momento. Que la gente vea que queremos, y queremos meterlos aquí y que no salgan de aquí en todo el p... partido carajo», gritó.

Individualmente, Viera motivo especialmente a Sergi Cardona, que debía verse las caras con Teto, extremo derecho del Tenerife. «Confianza Sergi eh, que eres muy bueno, hazme caso a mí, que yo de otra cosa no sé, pero de esto sé un rato. La primera que tengas a este, que yo también tuve 19 años, le metes un rastrillazo. A la segunda ya se lo piensa dos veces. Y todas las veces que puedas tírale parriba, le tiras parriba, todas las veces, y que él corra detrás tuya para que cuando tenga la pelota, tenga las piernas hinchadas. Todas las veces», insistió el capitán.

Por último, antes de retirarse a los vestuarios, en un corro, lanzó el mensaje final: «Hoy hay poco que decir, mira la fiesta que estamos viviendo eh. Así que vamos a jugar bien al fútbol, vamos a disfrutar y vamos a divertirnos que el resultado, y ahora se van a acordar de mí, va a ser una apisonadora, ¡va a ser una apisonadora!». Fue una premonición.