Vitolo y los 72 minutos de resiliencia

El extremo, en un 2022 traumático, es útil para congelar partidos y desquiciar al rival

Víctor Machín Pérez, en una imagen de archivo en Barranco Seco. | | LA PROVINCIA / DLP

Víctor Machín Pérez, en una imagen de archivo en Barranco Seco. | | LA PROVINCIA / DLP / Paco Cabrera

Paco Cabrera

Paco Cabrera

De los 1.620 minutos de la competición liguera –Eric Curbelo es el amarillo con más protagonismo con 1.469’, un 90,67%–, Víctor Machín Pérez Vitolo, el galáctico de las seis coronas y una de las altas de más pedigrí del verano, contabiliza 72’ en cinco pulsos con la UD Las Palmas. Nunca de titular. En un 2022 traumático, participó en cuatro minutos con el Getafe ante el Sevilla (9 de enero) y encadenó los 18 últimos duelos ligueros en el banquillo (14) o grada (3).

A préstamo hasta el 30 de junio por el Atlético de Madrid, cada minuto del ‘7’ es una prueba de coraje. Un examen de conciencia contra el dolor. Las molestias en la rodilla –en verano fue intervenido– forman parte del día a día. Convivir con el infierno. Ante el Sporting de Gijón, en la última contienda, participó con quince minutos.

Dejó un caño, fue arrollado por Izquierdoz junto al banderín e hizo volar el cronómetro. En el mismo escenario mundialista donde firmó un tanto de época –1 de diciembre de 2012 tras una cabalgada de 50 metros–, se puso el traje de faena. A sus 33 años, vive una situación insólita en su carrera. Dieciocho jornadas de Liga (115 días de competición) y cero titularidades. El último combate liguero de inicio se remonta al 18 de septiembre del 2021 con el Getafe en Vallecas. Con un valor de 1,5 millones, el ‘7’ regresó a Segunda una década después de su traspaso al Sevilla –por tres millones en junio de 2013–. Con el aval de nueve cursos en la máxima categoría (203 duelos), cuatro Ligas Europa, una Supercopa de Europa y una Liga, ahora busca el ascenso como meta vital. Alienta al vestuario, no pone una mala cara –celebró la victoria del derbi del aplastamiento como el que más– y su empuje se suma al de Kirian Rodríguez. La experiencia de Vitolo es un arma de destrucción masiva. En el caso del tinerfeño, su lucha contra la muerte dinamita cualquier motivo para el pesimismo. Aquí no se rinde ni Dios. Elementos para edificar una caseta de hierro y que gobierna la tabla de Segunda en silencio.

Con doce partidos con España y cuatro goles, Vitolo asume su rol secundario. Con licencia profesional (24 futbolistas en la caseta), va penúltimo y solo supera a Joel del Pino –que no ha debutado–. Sin embargo, el lateral y extremo zurdo disputó algo más de 80 minutos en Copa del Rey ante el Teruel. Resulta paradójico, el rostro con el mayor palmarés, es el que menos ha disfrutado de su profesión. Pero no hay un mal gesto que reprocharle. En El Molinón, en la foto del éxtasis final, parecía el autor del tanto de la victoria.

Es el termómetro de la alegría y la responsabilidad. Alecciona a los más jóvenes como Moleiro, receta mesura a los platanitos como Saúl Coco, Ale García, Sergi Cardona, Joaquín, Cendón o Julen Pérez. Lejos de pensar en la retirada, Vitolo no arroja la toalla y concibe el ascenso como un título. Ya advirtió que lo cambiaría por una UEFA o LaLiga del Cholo.

Si Viera ama el escudo –rechazó una oferta de siete millones por la UD del fútbol árabe–, lo de Vitolo es resiliencia. El maratoniano del barrio de San José. Padecer y padecer por el escudo. «Su alegría contagia (...) Paró el partido cuando el Sporting apretaba», bendice Pimienta. Ante el Cartagena, participó en el 1-0 de Viera al brindarle el balón a Benito Ramírez.

El 20 de junio de 2020 logró su último gol (Atlético). Y el 16 de octubre de 2017 lo hizo con Las Palmas. Vito suspira por dibujar el tanto del ascenso y convertirse en un meteorito para huir del dolor.

Suscríbete para seguir leyendo