Del grito de ‘invasión, invasión’ al barco del cabreo

Del grito de ‘invasión, invasión’ al barco del cabreo

Del grito de ‘invasión, invasión’ al barco del cabreo / María Pisaca

Paco Cabrera

Paco Cabrera

El llanto de Inmaculada Huerta. Rostros de abatimiento. Las almas rotas del clásico. Los héroes y supermanes del 18-M de la deshonra. La marea amarilla, que acudió al estadio Heliodoro Rodríguez López en una cifra que superó el millar, metabolizó con resignación y entereza la puñalada al corazón del (4-1). Ni en la novela más tenebrosa de Stephen King. «Nunca esperas algo así, fue tremendo. Pero somos de Las Palmas por esto; por el llanto y el cabreo», determina Juan Francisco Morales. A las 14.10 horas, llegaron los fieles del pimientismo ilustrado en el barco de la compañía Fred Olsen al puerto de Santa Cruz de Tenerife. Al grito de ‘¡invasión, invasión!’, la expedición contó con un retraso de 45 minutos, provocado por los cacheos de los efectivos de la Policía Nacional en el Puerto de las Nieves. El trayecto al Heliodoro se desarrolló sin incidentes y el sector de Ultra Naciente comenzó la caminata de la ilusión. El sector más animoso se desplazó a Tenerife en avión a primera hora y estuvo escoltado en todo momento por los efectivos policiales. El exceso de celo fue criticado por diferentes seguidores, que fueron aislados sin las mínimas condiciones para hacer sus necesidades. Para Aurora Abrantes Segura, el traslado en barco fue un viaje de película. «Emocionante y un disfrute increíble, lo peor vino después».

Cacheos y el picante del clásico de los mil decibelios. El cántico ‘¡Viera ya está aquí!’ contó con la guasa de los tinerfeños, que sacaron pecho tras firmar la goleada. ‘¿Dónde está la fiesta Viera? Y digo, ¿dónde está la fiesta?’. El lado más emotivo lo plasmó la familia Cáceres, padre e hijo. Los ‘guillermos’ que acudieron ataviados de amarillo. «Es el color de nuestra piel», repiten. La presencia de aficionados con la camisa de la UD fuera del perímetro fue constante. Arriba, la mancha amarilla tras salir del puerto –derecha–.

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