Las Palmas vuelve a desaprovechar otro partido en el que tiene tiempo de sobra para poder explotar la superioridad numérica en el campo. Ayer contra el Sporting jugó media hora con uno más tras la expulsión de Marsa. Marvin explotó los huecos, pero de los 20 disparos de la UD solo uno fue por dentro, el del penalti de Viera. Superioridades que ya tiró por la borda al igual que contra Andorra, Leganés y Racing.
Helenio Herrera dejó una frase para la historia que arroja cierta controversia. «Se juega mejor con diez jugadores que con once», llegó a expresar el entrenador argentino. Una fanfarronada a la que le está dando crédito la UD durante esta temporada, pues en cinco de los partidos que se ha quedado en superioridad numérica, no ha sabido aprovechar la coyuntura. Ayer, contra el Sporting, volvió a tirar por la borda media hora después de que Jonathan Viera anotara el empate a un gol desde el punto de penalti y no supiera cómo remontar la contienda con un hombre más después de la expulsión del lateral diestro José Marsa.
«Quien diga que es mejor que se queden con once digo que no, es mejor que sea contra diez y si es con nueve mucho mejor, eso es ley de vida en el fútbol», indicó Viera en la previa del derbi para despejar las voces que llegaban a plantear que había cierta incomodidad al tener que cambiar el plan de juego al verse con un hombre más sobre el verde.
Anteriormente el capitán había dicho también delante del micrófono que el equipo se estaba «precipitando al no entender que los partidos duran 90 minutos» y que no estaban «encontrando espacios» en tales circunstancias.
Las reflexiones de Viera antes del derbi cobraron mayor peso ayer cuando en el minuto 59 Ávalos Barrera decidió expulsar a José Marsa después de que el lateral faltara al respeto al juez de línea al llevarse la mano a la cara en expresión de: «caradura».
A partir de ese momento, y tras el 1-1 del capitán desde los once metros, el tiempo empezó a correr hacia atrás con media hora por delante para que la UD terminara de voltear la contienda.
Pimienta, que había gastado tres cambios en el descanso, se vió maniatado y el único movimiento que realizó desde la banqueta en ese instante fue el de darle la alternativa a Sandro Ramírez, que regresaba tras recuperarse de su lesión muscular por un Pejiño que no estaba teniendo su día.
Con el 9 tirado a banda y un desafortunado Marc Cardona como punta referente –también de regreso al pasto tras dejar atrás otra lesión muscular acaecida en Andorra–, no fructificó ni lo de tener paciencia que aludía Viera, porque había tiempo por delante, ni lo de encontrar los espacios más allá de todo lo que explotó Marvin por su carril.
El carrilero diestro fue el único que continuó imprimiendo la intensidad necesaria a partir del empate. Porque por mucho que el balón llegara a los costados, no había forma humana de que de los veinte remates que contabilizó la UD ayer –salvo el gol– tuviera un carácter inquietante.
Y esto no es nada nuevo en Las Palmas. Por mucho que sea el equipo que más remates acumule a lo largo de la temporada, con 341 disparos sobre el marco rival, con 151 en dirección entre los tres palos, la UD echa en falta tener pegada en muchas noches y ayer fue uno de esos días. Veinte tiros sobre el arco del Pichu Cuéllar, sí, pero un único gol y de penalti.
Tanto Moleiro como Álvaro Jiménez gozaron de dos oportunidades maravillosas cada uno de los dos y se llenaron tanto de balón que mandaron el cuero cerca del Corte Inglés. Cuatro chupinazos impropios de matadores.
Cuestión especial merece también el acierto de Viera, que gozó de dos ocasiones en solitario delante de Cuéllar y erró sus tiros –también el del gol anulado a Moleiro vino precedido por otro fallo garrafal–.
Una película que ya le había pasado a la UD cuatro veces más en lo que va de campaña: 90 minutos contra el Andorra, 74 frente al Leganés, más 53 ante el Racing de Santander. Un total de 247 minutos en superioridad y que no ha podido materializar en victorias.