La contracrónica

Sandro, Rubén Castro y la radio

La UD estuvo dos veces durante la tarde a un gol del Málaga para lograr el ascenso | El delantero, examarillo, tuvo una ocasión clara

Kirian Rodríguez conduce el balón perseguido por Musto, mediocentro del Cartagena, ayer en el Municipal de Cartagonova.

Kirian Rodríguez conduce el balón perseguido por Musto, mediocentro del Cartagena, ayer en el Municipal de Cartagonova. / LOF

Emociones en una tarde de fútbol y radio. Los goles que se sucedían en cada uno de los campos con equipos implicados en la lucha por el ascenso directo cambiaban el panorama. La UD estuvo en dos ocasiones a un gol del Málaga de subir. El amarillo Rubén Castro pudo marcar. Al menos, Las Palmas cumplió.

Tarde de transistores, expresión que sigue en uso por mucho que el pequeño aparato radiofónico apenas sobreviva al abrazo de alguna mano veterana. Hoy los móviles son todo, valen casi para cualquier cosa, también para seguir lo que sucede muy lejos de donde uno está, bien a través de aplicaciones o bien de la radio, protagonista ayer en un carrusel de emociones que terminaron en el mismo punto de partida, pero con una jornada menos. Lo único nuevo fue que el Eibar perdió toda opción de subir por la vía directa; el resto siguió igual, porque el Granada, la UD Las Palmas, el Alavés y el Levante, con mayor o menor sufrimiento, ganaron sus partidos.

Para el cuadro amarillo lograr el ascenso directo ayer era poco más que una quimera porque la probabilidad que tenía de hacerlo era de un 5%, de menos incluso si se tenían en cuenta distintos parámetros de todos los implicados. Y más todavía cuando a los dos minutos de juego del partido de Villarreal el Levante se adelantó ante un rival que ya no se jugaba nada. Uno de los requisitos era que el conjunto granota pinchara, como lo eran también que lo hiciera el Eibar, que perdiera el Alavés y, como no, que ganara Las Palmas. A las primeras de cambio, la carambola del ascenso parecía haberse ido al traste.

Muy poco después llegó el tanto del Cartagena y el desánimo aumentó, pero pronto empató Loiodice con un zapatazo desde fuera del área para devolver una cierta tranquilidad que se convirtió en euforia cuando Sandro obró la remontada en el minuto 22. Con derechazo, y el empate a cero entre el Mirandés y el Granada en Anduva, la UD era líder.

Las Palmas, por tanto, había cumplido su parte, y empezaron a favorecerle los goles que se producían en los otros campos. Como por ejemplo el del Sporting de Gijón en Ipurua, y luego el del filial del Submarino para empatar el choque. Tales resultados momentáneos hacía que a la media hora de juego la UD sólo necesitara un tanto del Málaga en Mendizorroza para ser equipo de Primera.

El Granada, de su lado, había marcado su primer gol, el que le devolvió el liderato. La situación de la UD volvió a cambiar con la segunda diana granota en La Cerámica y la sentencia de Sergi Cardona, quien ayudado por dos defensas que desviaron el balón consiguió el tercer tanto amarillo.

Nada más comenzar la segunda parte las aplicaciones y las radios anunciaron el primer gol del Alavés, lo que unido a la victoria del Levante hacían prácticamente inviable el ascenso de la UD, si bien era un mal muy menor porque, al fin y al cabo, el equipo isleño cumplía su parte.

Pero los avatares del fútbol iban a provocar un giro radical de la situación. En el minuto 66 de su partido el Villarreal B volvió a empatar a los granotas y en el 77 del suyo, el Málaga, ya descendido a esa hora de la tarde con triunfo del Sporting en Ipurua y el del Huesca en Lugo, dio la sorpresa al igualar al Alavés. Las Palmas, por tanto, únicamente necesitaba otro tanto del cuadro de Sergio Pellicer.

Fue entonces cuando muchos aficionados amarillos cambiaron de canal con el deseo de ver la proeza que habría significado un nuevo tanto del Málaga, los mismos que tuvieron que volver al Cartagonova para ver repetido el segundo gol de Sandro en el partido y el cuarto de la UD.

El milagro estuvo cerca. Rubén Castro, uno de la casa, gozó de una falta al borde del área y luego de una ocasión producto de un gran disparo desde fuera del área que no entró porque Sivera voló para desviar el balón. Habría sido poético. Tan cerca estuvo.

Finalmente cayó el segundo del Alavés en un contraataque en el minuto 87 y frustró las opciones amarillas. El gol del Levante en el tiempo añadido también habría impedido el ascenso de Las Palmas a una jornada para el final, sin embargo, la emoción valió la pena. Dentro del campo, ajenos a todo, los jugadores amarillos solventaban con suficiencia su compromiso. Fuera, la tarde de transistores fue apasionante.

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