Conoce la historia de cómo Bruno Suárez sella la Compostela para el ascenso de la UD

El devoto de Las Palmas recorre 670 kilómetros entre San Vicente de la Barquera y Santiago con la promesa de subir a Primera | Calculó llegar el jueves al Obradoiro para mañana volver a la Isla y ver al Alavés

David Rodríguez

David Rodríguez

Una peregrinación de 670 kilómetros entre San Vicente de la Barquera y Santiago con la promesa de subir a Primera División. Las botas de Bruno Suárez acumulan pisadas por la UD en los últimos veintidós días, el tiempo que calculó este devoto del equipo amarillo en recorrer las tres rutas del Camino que lleva a cuestas para llegar hoy al Obradoiro y poder coger mañana un avión de vuelta a la Isla para ver la final del sábado contra el Alavés en Siete Palmas. La Compostela para emprender el ascenso a los cielos del fútbol nacional está sellada.

Este trabajador de las plataneras de 43 años es uno de los tantos embajadores que tiene el club insular esparcidos por el mundo. Si Santiago fue el apostol encargado de extender el Evangelio, Bruno es el que predica el credo de la Unión Deportiva por la Península.

En su decimotercer Camino, en la mochila del abonado al club no puede faltar su camiseta amarilla, la bandera del club insular e incluso el escudo que tiene cosido en su petate. Con estos santos griales Bruno va convirtiendo en practicantes del Vierismo a todos los que comparten albergue con él.

Su mejor ejemplo, el que le ocurrió no hace más de una semana cuando solo le faltó hacer socios de la UD a los peregrinos con los que coincidió en un enclave entre Asturias y León. «Vi el partido contra el Cartagena con personas de seis nacionalidades distintas y les inoculé el virus de Las Palmas que acabaron cantando los goles de Sandro como si fueran miembros de la Peña SuperTino –a la que él pertenece–», admite ante el confesionario del fanatismo.

Misionero de la UD

Los partidos siempre los ve junto a otro acompañante en la ruta. «Ponemos el móvil y ahí todo el que se para le enganchamos», relata el piadoso amarillo. Uno de estos nuevos congregantes de Pimienta le testificó que es padre de un juez de línea de LaLiga SmartBank y que al acompañar a su hijo por los campos de Segunda, el club que más le había enamorado esta temporada era la UD y que por tanto «apoya al equipo para que le gane al Alavés el sábado».

Tanto apoyo como el que va a estar profesando desde la grada del Partenón de Siete Palmas. Todo ello gracias a que estuvo hábil con el móvil y pudo comprar un nuevo vuelo de regreso para mañana a GranCanaria porque en un primer momento creyó que «el último partido se iba a jugar un domingo», por lo que cuando salió el horario del partido contra el Alavés tuvo que pasar por la agencia de viajes virtual. «Al menos me costó 20 euros», añade.

Y si podrá estar en su asiento habitual es gracias a su hermano, que fue el encargado de sacarle la entrada porque él dejó el abono en casa. Además, estará junto a su «mejor acompañante», su sobrino de 13 años Miguel Suárez, que como él le tilda: «Es un enfermo de la UD desde el 2021».

Ambos tienen debilidad por diferentes jugadores de la plantilla amarilla. Para Bruno, amante de las pateadas por el pasto verde no podía ser otro que Nuke Mfulu. «Ese corre más que yo», resalta.

Sin embargo, como todo camino lleva una historia de superación detrás de él, a quien lleva en mente el peregrino es a Kirian. «Lo que ha hecho este chico es memorable, no solo por recuperarse de la enfermedad, que ya es una noticia enorme, sino porque encima ha vuelto a jugar y a un nivel enorme, nadie le tose», exclama

Salvando las distancias, el susto que se llevó Kirian casi lo vive él en sus carnes de una forma parecida en el día más trágico de la historia de la UD. «El día del Cordobazo me dio un amago de infarto en la grada de lo que estaba viendo con la gente allí invadiendo el campo y cómo nos metieron el gol en el último minuto, tuve que salir del estadio en la ambulancia medicalizada», recuerda este amante del club amarillo.

Desde ese día Bruno intenta vivir «con menos intensidad» los partidos de fútbol. A pesar de ser un caminante de pura cepa, con más kilómetros en sus zapatos que los que lleva Sergi Cardona a lo largo de las 42 jornadas disputadas –es el jugador con más minutos disputados, con 3.094–, el seguidor futbolero apuesta por una celebración autóctona en vez de darse al champán.

«Si los clubes de fuera van a una fuente a festejar y nosotros tenemos una playa tan bonita como Las Canteras no entiendo que los jugadores no vayan a bañarse para celebrar el ascenso», revindica el peregrino, que eso sí, deja claro que al igual que hiciera en 2015, si la UD sube a Primera hará la caminata desde el Insular hasta Teror.