«Parece que la gente aquí ya da a la UD por ascendida»

La primera avanzadilla de aficionados del Alavés se sorprende del alto nivel de euforia que vive la Isla antes de jugar el encuentro

Aficionados babazorros reciben a la plantilla del Alavés en su llegada a Gran Canaria

H. U. D.

Santiago Icígar

Santiago Icígar

Un total de 600 aficionados del Alavés se han desplazado hasta la Isla para apoyar a los suyos y hacerse oír en un Estadio de Gran Canaria que estará lleno hasta la bandera para vivir una final por el ascenso directo a las 20.00 horas con la UD Las Palmas. «Sabemos que lo tenemos difícil, porque a ellos les puede incluso valer el empate, pero nos sorprende mucho el nivel de euforia de la gente que hay aquí, es como si nadie en la Isla pudiese creer que pueden perder el partido contra el Alavés», afirma Javier, uno de los primeros aficionados en llegar a tierras grancanarias. Esperaba con una bandera blanquiazul la guagua que transportaba a sus ídolos del Glorioso desde el aeropuerto hasta su hotel de concentración en la capital.

Los problemas que ha tenido que sortear la hinchada babazorra para desplazarse hasta Canarias no han mermado un ápice su ilusión por disfrutar en directo esta noche del regreso del cuadro vitoriano a la máxima categoría. Conexiones desde Bilbao, Santander, Bérgamo (Italia), Lanzarote o Tenerife para demostrarle a los jugadores su fe inquebrantable en ellos. «Parece que la gente aquí ya da a la UD como ascencida, pero la esperanza es lo último que se pierde; los partidos para ganarlos hay que jugarlos», señala Inma. «Como mal menor si no puede ser mañana –por hoy– nos conformamos con subir luego por la vía de la promoción de ascenso».

«Para nosotras el Alavés lo es todo», afirmaba emocionada Asten. Los más de 32.000 seguidores que tendrán los amarillos apoyándoles en el campo, no será un problema a la hora de animar a los suyos, dejándose si hace falta la garganta para ello.

En opinión de Mikel, «lo tenemos complicado, pero a un partido todo es posible». «Hay que ver si ellos son capaces de gestionar bien esa presión de jugar en casa, en el caso del Alavés muchas veces juega mejor lejos de Mendizorrotza por esa razón», analizaba. «Ellos ya saben lo que es perder un ascenso en casa que ya tenían ganado cuando ocurrió la invasión de campo el día del Córdoba», recuerda el aficionado vitoriano.

La llegada de la guagua de los jugadores, seguida por otra con aficionados, era jaleada por los hichas vascos que esperaban en la escalinata de entrada al hotel de concentración. Gritos de «Alavés, Alavés» se mezclaban con ánimos para cada jugador, en especial para los examarillos Laguardia y Rober, así como a Guridi y el Búfalo Villalibre, que según apuntaba Inma no parece dispuesto a deshacerse de su famosa barba en caso de consumar el ascenso sobre el verde del Estadio de Gran Canaria.

Algún que otro grito de «mañana –por hoy– nos los vamos a comer» resonaba entre los cánticos durante el paseíllo de los jugadores y el cuerpo técnico alavesista, bajo la atenta mirada de la Policía Nacional que escoltaba al conjunto blanquiazul.

No faltó algún que otro aficionado curioso de la UD, ataviado con sus colores, que aprovechaba la oportunidad para ver llegar a su rival de esta noche y, de paso, confraternizar con los aficionados vitorianos, que no perdían la sonrisa ni ese brillo en los ojos que acompaña a las hinchadas de ambos equipos en la previa del juicio final.

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