Ascenso UD Las Palmas

Infinito fútbol

Retener ‘sine die’ el espíritu del Insular en Siete Palmas require más inversión, mayor compromiso y mimar sin ambages la cantera

Ambiente previo al partido de la UD en la Plaza de España

H. U. D.

Rubén Reja

Rubén Reja

Más y mejor. Esa es la consigna que debe trazarse sin dilación la UD Las Palmas, después de abrazar por derecho propio y con mucho sufrimiento la gloria deportiva de Primera. La asunción de este delirante logro trae consigo la felicidad en forma de éxtasis en una catarsis idílica entre equipo, directiva y afición. 

La ‘fiesta’ futbolera más añorada por la hinchada amarilla es el justiprecio tras una temporada muy reñida y colma, de momento, las ansias de triunfos después del último ascenso en 2015.

El conjunto amarillo y su irreductible afición se relamen a gusto por el trabajoso ascenso al Olimpo balompédico, que supondrá un cambio sustancial tanto en el prestigio deportivo como en los aspectos económicos y sociales para la entidad y para Gran Canaria. Sólo por derechos de televisión se podría llegar a ingresar 50 millones de euros, sin contar con la atracción de nuevos sponsors y los beneficios de taquilla y el merchandising. 

Pero, la naturalización del objetivo cumplido es tan efímera que la satisfacción se diluirá en poco tiempo, ya que el sueño alcanzado implica nuevos desafíos y expectativas en términos de rendimiento y gestión. La inercia misma nos llevará sin remisión a focalizar la siguiente meta (la permanencia) tras la resaca del suculento premio. Así son las cosas y negar la evidencia sería de necios.

El Club se enfrenta a la que es, sin duda, una de las etapas más cardinales e ilusionantes de su historia. La cuenta atrás ha comenzado y las exigencias se multiplican. Toca demostrar madurez deportiva y diseñar un plantel sólido con más dosis de ‘Pimienta’, que sepa responder con garantías al vértigo de la alta competición. Haber disfrutado de apenas un lustro en la máxima categoría del fútbol español, en las últimas cuatro décadas, es un balance famélico, poco rentable y empaña la leyenda de un equipo y una Isla que rezuman fútbol de costa a costa.

Este conjunto, con su presidente Miguel Ángel Ramírez al frente, es muy consciente que para "cerrar la herida del Insular", que versa el himno de Luis Quintana, y retener ‘sine die’ el espíritu del Insular en el templo de Siete Palmas, hará falta más inversión, mayor compromiso y mimar sin ambages la cantera.

El respetable, siempre incombustible, también tendrá un protagonismo decisivo en su sagrada comunión con la plantilla. Para la mayoría de jugadores (sólo dos del once inicial han debutado en Primera) y para los aficionados más bisoños como mis ‘sobris’, Ale y Paula, la ilusión es indecible al estrenarse en La Liga. Pasión balompédica en estado puro que ojalá nos regale tardes de infinito fútbol y victorias, claro. Por cierto, si usted está en edad, ‘bote’ hoy y celebre también la fiesta de la democracia.