¿Qué tal está? ¿Cómo llega a este momento de la vida?
Estamos ahí. Sin darnos cuenta estamos cumpliendo años y con mucha ilusión de seguir viviendo por la gente que me rodea, por toda mi familia, mis hijos, mis nietos mi bisnieto...
Serán unos cuantos imagino.
Hijos son cuatro, nietos son siete y bisnieto uno. Y después tengo montones de sobrinos. Es amplia la familia, no nos podemos quejar de que estamos aburridos ni nada de eso.
Y de salud, cuando inicia su novena década de vida, ¿cómo está?
De salud estoy bien. Lo único que tengo es sobre todo la rodilla derecha, que está desclavada. Los ligamentos y meniscos están destrozados. Tenía que haberme puesto una prótesis y como soy un poco cagón [se ríe], no quise.
¿Ya no tiene solución?
Sí, todavía tiene, pero siempre he sido sufridor y el dolor lo aguanto.
¿Cómo pasa los días?
Generalmente nos preparamos por la mañana mi señora y yo y nos vamos de paseo en el coche, una veces al Sur, hasta Vecindario o hasta la playa de Burrero a pasear, o nos vamos a Bañaderos a caminar, y luego venimos a casa y ya por la tarde pues no salimos o vamos a casa de alguno de los hijos si hay algún nieto malo o algo. La vida es muy tranquila, muy rutinaria.
Me ha citado en el Tatono. ¿Cuánto de importante es para usted ese emblemático bar de la ciudad?
El Tatono es de toda la vida y desde que era juvenil iba allí. Son amigos míos de siempre. Cuando trabajaba en la Unión Deportiva de secretario técnico, de segundo entrenador, siempre iba ahí con Merino González, que en paz descanse, y con Páez, que trabajaba también aquí en el Estadio. Íbamos a desayunar. Desde juveniles estoy rondando el Tatono y sigo viniendo con mi mujer la mayoría de las veces cuando terminamos el paseo de la mañana.
«Lo que haga Viera me parecerá bien; el presidente no va a dejar que se vaya por la puerta de atrás»
Hemos llegado al Estadio Insular, o lo que era el Estadio Insular. Lo habrá contado muchas veces, pero yo le pregunto por si acaso cada vez que viene por aquí tiene una sensación nueva. ¿La tiene?
Ahora mismo me inspira tristeza, mucha tristeza. Hacía ya un par de años que no venía por aquí y me he dado cuenta de que han quitado también lo único que quedaba de fútbol, que eran unas fotos. Me queda una nostalgia tremenda porque aquí cumplí el sueño de mi vida que era ser futbolista y tuve montones de alegrías y también de tristezas.
¿Su mejor momento aquí? Por si tiene alguno que no haya contado todavía...
Hubo grandes momentos porque en las temporadas 67-68 y 68-69 son inolvidables para el público y para nosotros, porque aparte de las clasificaciones, tercero y segundo, hicimos un gran grupo humano, parecíamos hermanos. Eramos casi todos canarios, menos los porteros vascos esos, pero como eran brutos, parecían canarios [se ríe]. Luego hubo otro momento como la eliminatoria contra el Torino. Éramos el único equipo español que quedaba en la competición y ganamos 4-0 [termina la respuesta mientras ve pasar a un compañero suyo en juveniles, al que reconoce].
Son 80 años ya. ¿Tiene planeado algo especial en el día de su cumpleaños?
No. Mi señora cumple un año menos [79] la semana que entra y lo celebramos siempre juntos. Seguramente hagamos una comida con la familia.
¿Le asusta cumplir 80?
En primer lugar, es una felicidad, porque como dije anteriormente estás rodeado de la familia y eso para mí es lo más importante en la vida, pero siempre piensas que pudiste hacer cosas que se te quedaron a medias o no pudiste hacer. Entonces, le das vueltas, pero por lo demás, estoy feliz, tranquilo, y cuando Dios quiera... que decida.
Miedo a la muerte, ninguno entonces.
No, no hay que tener miedo a la muerte. Yo soy creyente, de hecho, voy todos los sábados a ver a la Virgen del Pino porque tengo una promesa desde que me opere de un tumor maligno en el esófago hace 16 años, y voy a darle las gracias. Estoy tranquilo, esperando. Si un día me viene, pues... Yo lo que le pido a Dios es que no me haga sufrir, sino que me dé una muerte rápida y feliz porque veo que muchos señores y señoras mayores sufren muchísimo y pasan calamidades.
Pasemos al fútbol. El ser humano tiende a pensar que lo pasado casi siempre fue mejor y en el fútbol tengo la sensación de que muchos, incluso jóvenes, piensan así. ¿Está usted en ese grupo de personas?
Era diferente, ahora es más veloz. Pero el VAR lo ha echado a perder, y también algo que antes no sucedía y ahora sucede 90 veces en un partido. Yo una vez, en el centro del campo, no sabía qué hacer con el balón porque no tenía a nadie y se la tiré ‘patrás’ al portero, y me pegaron una pitada de padre y señor mío. Yo no digo que sea ni mejor ni peor, pero es totalmente diferente.
¿El VAR, entonces, se ha cargado el fútbol, o por lo menos lo ha desvirtuado?
El VAR es una cosa que no debería haber nacido porque el árbitro, que es el juez, no decide sobre lo que está viendo. Hay manos que se pitan que son involuntarias totalmente. Es un poco irracional. Parece ser que es para todo el mundo igual, pero yo no lo veo. Pero yo también hecho un poco de culpa de cómo está el fútbol a los jugadores. Antes nos dábamos leña y no dábamos tantas volteretas ni gritos. Son tontos los tíos, porque se ve en las repeticiones que no les han tocado. A mí me tiene un poco desconcertado.
¿Le hace gracia ver a jugadores quejarse porque no les pongan un chárter?
[se ríe] Nosotros cogíamos un vuelo, cuando íbamos a jugar a Galicia que hacía Las Palmas-Tenerife, Tenerife-Sidi Ifni, Sidi Ifni-Sevilla, Sevilla-Madrid y Madrid-La Coruña. Eran aviones de hélice y tenían que repostar. Si se quejan ahora, imagínate.
¿Consume fútbol?
Muchísimo, lo veo todo. El que más me gusta actualmente es el de las mujeres porque no fingen como los hombres [se ríe]. Son más legales. Me encanta su calidad, por ejemplo Aitana. Tiene una facilidad con los dos pies...
«No tengo miedo a la muerte, estoy tranquilo; lo que le pido a Dios es que no me haga sufrir»
Germán Dévora: 16 temporadas, 118 goles...
No, son 128, lo que hay perdidos 10, pero son 128.
¿Los contaba?
Sí, por eso lo sé. Siempre me gustó marcar goles, desde juveniles, aunque no jugaba en punta. En Las Palmas luego llegaron José Juan y Morete y esos eran punto y aparte, muy difícil superarles.
Jugó 453 partidos... ¿Qué le dicen todos esos números? No me sea tan humilde...
Bueno, mantenía una regularidad. También tuve suerte con las lesiones. El año que más estuve sn jugar fue porque tuve que ir al cuartel en Sidi Ifni. Estoy orgulloso. Yo tenía que ser futbolista porque cuando era pequeño, con 13 o 14 años, dejaba la carpintería de mi padre para irme a jugar donde está hoy el Carrefour. Algún premio tenía que tener que siempre dedicara todo al fútbol.
Cuando el periodista Antonio Ayala le apodó el Maestro, le habrá gustado.
Muchísimo. Todos los piropos son agradables. Aparte, me unía una gran amistad con él porque era un caballero y muy cercano a los jugadores. Se acercaba, hablaba... era muy humano. Ahora hay tanto secretismo con la táctica y demás que la verdad que no lo entiendo. Aquí en el Estadio Insular todos los periodistas que escribían en los periódicos y hablaban en las radios veían los entrenos. No pasaba nada.
Habrá hablado mucho de ello, pero lo tengo que preguntar por algo que le marcó mucho, las muertes de Guedes y de Tonono. ¿Se ha contado toda la verdad?
Yo sé lo que decían nuestro médicos. Guedes tuvo un tumor maligno. La segunda vez que se operó el doctor nos preparó a todos los jugadores de lo que iba a suceder tarde o temprano. De alguna manera, lo esperábamos, pero lo que fue un impacto total fue lo de Tonono, porque resulta que se fue por una gripe y cuando lo fui a llamar porque habíamos ganado 4-0 al Madrid en Copa, Carmelo Campos, que en paz descanse, me dijo: ‘No lo llames, está muy mal’. Y Tonono estaba ya metido en un tubo de esos de respiración y ahí me enteré. Al día siguiente murió.
Llegó a decirse en su día que el origen podía haber una enfermedad provocada por el exceso de alcohol.
No. Tonono se tomaba una cerveza , un wiski o lo que sea como me lo tomé yo, León, Castellano, Aparicio o Guedes. Fue una desgracia. Ya se veía, porque él tenía una herida aquí [se señala el tobillo derecho] que se la hicieron en Tenerife porque le tiraron un casco de una botella y tardó muchísimo en curarse, es decir, que la sangre él ya la tenía mal. Al poco tiempo murió.
Las habladurías decían también que usted mismo llegó a estar enfermo.
[se ríe] La gente antes era más mala... decían muchos chismes. Había un periodista de Telde que en un semanario pequeñito que salía todos los sábados y que duró muy poco tiempo porque nadie lo leía, puso: ‘Germán será el siguiente’. Después de morir Guedes y Tonono. Pero nohubo ni enfermedad ni nada.
¿Jugar en la UD Las Palmas le perjudicó para no ir más con la selección –jugó cinco partidos–?
No, porque la satisfacción nuestra fue que fuimos hasta cinco jugadores una vez (Martín, Tonono, Castellano, Germán y Justo Gilberto, el único que no jugó). Eso era impensable. En el momento cumbre de nuestra Unión Deportiva fuimos a la selección.
Cuénteme qué pasó en ese partido con Yugoslavia aquí en el Insular.
[se ríe] Era Kubala el seleccionador y él no tenía mucha fe en mí. Cuando estábamos en el hotel Santa Catalina para venir al Estadio, me llamó aparte y me dijo que no me iba a equipar, que no estaba entre los 16 (seleccionaban a 23). Entonces le dije: ‘Yo, con su permiso, me voy a ir a mi casa y veo el partido allí’. Y del hotel me fui a mi casa, pero sin más. Como no iba a jugar... A mí no me gustaba ver al equipo en el Estadio..
¿Luis Molowny fue su mejor entrenador?
Fue el que más me conocía, pero a mi me supe llevar muy bien también Sinibaldi. Rosendo Hernández me hizo debutar. Guardo grandes recuerdos de todos ellos, lo que pasa que Molowni, como no daba una voz más alta que la otra, te tenías que llevar bien con él. A mí me decía: ‘Usted juegue como usted sabe’.
«El VAR ha echado el fútbol a perder, pero también echo un poco de culpa a los jugadores»
¿Cual es Balón de Oro canario de la historia para usted? Tiene que mojarse.
Para mí el mejor jugador canario, de los que yo he visto es Rafael Mujica (en la UD entre1956 y 1959), que jugó en el Atlético de Madrid. Lo que pasa es que no fue constante, pero el jugador más completo que yo he visto es Rafael Mujica, con todo el respeto a Tonono, Guedes, Juan Carlos (Valerón), David Silva, que tiene un historial mejor que todos nosotros. Mujica jugaba de central, de mediovolante, de mediocentro, y todo lo hacía con calidad y fuerza. Pero mí ídolo era Peñita, tenía una zurda de oro.
Dígame que destacaría de cada uno de los que le voy a nombrar. Alfonso Silva.
Muy cerebral.
Padrón el sueco.
Soy viejo, pero no tanto [se ríe].
Juan Carlos Valerón.
Técnica pura y cerebro. Le faltaba gol para mi entender. Más que ese, tener ambición de tirar.
David Silva.
Tengo una anécdota que me gustaría contar, aunque a él le duela. A David Silva lo fui a buscar yo al Sur cuando era cadete. Fui con Castellano. Ya lo tenía todo arreglado con el Arguineguín y llegó el papá y dijo: ‘No, no, él no va a Las Palmas porque yo soy contrario a Las Palmas’. El papá de David Silva. Y entonces, a los cuatro, cinco o seis meses se lo llevó el Valencia. Pero yo lo fui a buscar y me lo negaron [se ríe].
Tonono.
Anticipación. Leía la jugada del contrario antes de que la hiciera.
Guedes.
Defensor y atacante, con una izquierda que ponía el balón donde quería.
Germán.
No, yo no me juicio. Germán era un gandul, decía la gente [se ríe].
Jonathan Viera.
Qué voy a decir si lo ha dicho él en el campo. Parecía que no hacía nada, pero ahí estaba. Últimamente el público se le ha echado un poco arriba, pero sigue siendo un gran jugador.
«Fui a buscar a Silva cuando era cadete y el papá dijo que no porque él era contrario a Las Palmas»
¿Qué le diría a Viera para que no se vaya de la manera en que parece que se va a ir?
Yo no le puedo dar consejos. Él sabe lo que tiene que hacer. Ha sido un ídolo durante mucho tiempo y yo creo que él debe pensar bien lo que quiere hacer y hacerlo. Lo que haga me parecerá bien, porque cuando llega el momento de decir adiós es muy triste y amargo. Él estará sopesando todo y hay que dejarlo.
¿No cree que sería irse por la puerta de atrás?
Yo creo que el presidente no va a permitir eso por el cariño que siempre ha demostrado a Jonathan Viera en sus declaraciones. El presidente no va a dejar que suceda eso. Yo creo que va a tener un adiós, cuando el crea, como se merece.
Sigue siendo presidente de honor de la UD Las Palmas, pero no va a los partidos desde hace mucho. ¿Le pasó algo con el club?
Hubo una vez hace tres o cuatro años que pasó una cosa, una tontería pero que a mí me dolió mucho, entonces dejé de ir al Estadio, y después me vi cómodo con no ir porque cuando te están haciendo mayor en mi casa lo veo mejor, aunque sufre como un descosido. Mi mujer me dice que no me ponga tan nervioso, pero no puedo.
¿Qué fue lo que pasó?
Prefiero no contarlo.
A Barranco Seco sí subió a principios de temporada.
Sí. Fui porque Rafael Méndez y Nicolás Ortega me dijeron que debía ir para desearle suerte a los chicos, que se iban a alegrar, y la verdad que me encontré todo cambiado, una maravilla. No había subido. Salí deslumbrado porque chicos que apenas me conocían me trataron fenomenal. Me encantó sobre todo Moleiro por el desparpajo que tuvo de venir a saludarme y decirme lo que me dijo, que era una satisfacción para él saludar a un ídolo del club. Viera hizo de anfitrión. Lo pasé muy bien.
Moleiro y Pedri, presente y futuro y criado futbolísticamente en la UD Las Palmas. ¿Superarán a todos los que hemos nombrado?
Pedri está en camino, ha tenido mala suerte con las lesiones, pero a mí me gusta más el juego de Moleiro porque es el que más me gustaba a mí, de enfocar la portería. Pedri toca mucho, con inteligencia, pero tiene poca osadía hacia hacia el gol. Tiene que marcar goles. Un jugador de la calidad de él, que tiene tiro, tiene que marcar. Es lo que hablaba antes de Juan Carlos Valerón, que le faltaba esa ambición, y Moleiro yo veo que tiene esa ambición. Es más, esta semana le puse un piropo por el gol que metió. Que siga, que el fútbol le va a dar muchas cosas buenas. Lo tiene todo.
¿Le gusta la UD actual?
No puedo decir nada porque todos los equipos hacen lo mismo. Las Palmas está explotando su virtud de tocar, pero yo me pongo súper nervioso cuando Valles coge la pelota y espera. Para mí es un apuro, pero ellos están acostumbrados a hacerlo y lo hacen bien. Quizá nos falta punch, pero como a casi todos los equipos. Las Palmas está jugando bien y haciendo una temporada maravillosa.
¿Mejor que la del 68-69?
Era otro fútbol. Las comparaciones son muy odiosas. No se puede comparar. Hay que vivir el fútbol de cada día y ser feliz.