UD Las Palmas 1, RCD Espanyol, 0, 22 puntos y a la caseta

Sandro Ramírez da la victoria al conjunto insular con un tanto de falta directa y alcanza los siete goles

Tercer partido con la portería a cero para Diego Martínez, que deja al equipo a siete puntos del descenso, que marca el conjunto perico con 15

David Rodríguez

David Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria

Parafreseando al denostado Pepe Mel al término de un derbi en 2020 que se llevó la Unión Deportiva por la mínima y sin que seguramente luciera el mejor fútbol. 1-0, tres puntos y a la caseta. Con ese resumen simple se puede interpretar la victoria de Las Palmas frente a un Espanyol que demostró porque marca la zona del descenso, de donde se despega los insulares a siete puntos tras el sexto triunfo de la era Diego Martínez.

22 puntazos luce ahora la UD después de que Sandro anotase un tanto magnífico de falta directa en el minuto 67 y alcance la cifra de siete en la temporada. Un millón costó el delantero hace dos temporadas atrás. Rédito máximo a la inversión para un equipo que además consiguió la tercera portería a cero con el técnico gallego al frente.

Sufrió Las Palmas en el choque porque tuvo que proponer ante un Espanyol que vino a la Isla dando por bueno un punto si lo hubiera sacado. Estaba cómodo el conjunto perico esperando que pasara algo para intentar tener sus ocasiones, que si las tuvo fueron al final con el equipo colgado en el área amarilla intentando rematar pelotas imposibles.

Se acabó el debate del juego preciosista o merecedor. Aquí lo que importa es ganar y Martínez ha traído consigo ese carácter competitivo que desapareció en el club desde febrero hasta que se obró el milagro en Mestalla. Se acaba un año de la mejor manera, con el equipo en la duodécima posición y a tres puntos de la séptima que marca la Real Sociedad y las cotas mayores que antaño costaron la desconexión por falta de ambición de los jugadores

Variantes de inicio

El comienzo del encuentro estuvo marcado por la disposición táctica que empleó Diego Martínez con su once titular, al repetir con Javi Muñoz en el lateral diestro. En Anoeta justificó su decisión al entender que el de Parla ofrece salida de balón desde el costado, lo que permitiría mayor calidad en la circulación de pases a la que aludió en la previa. Con el Espanyol, en el que previsiblemente iba a haber mayor protagonismo amarillo con la pelota, podía entenderse.

Sin embargo, al igual que ocurrió en San Sebastián durante los 15 minutos de mayor agobio insular frente a la Real Sociedad, el rival atacó precisamente por el carril del madrileño al no ser un especialista como lateral. Todo ello a pesar de que Marvin estaba en el terreno de juego, eso sí, como extremo en detrimento de un Moleiro que entró en la convocatoria aunque tuviera una microrrotura de grado bajo en su isquio.

De esta forma, se abusó de los balones en largo por la zona central en búsqueda de los desmarques de Fabio Silva para que encontrara petroleo entre Cabrera y Kumbulla, la pareja de centrales que empleó un Manolo González que sentía el partido con el agua al cuello.

Precisamente en uno de esos balones aéreos a la nada tuvo la consecuencia de que el delantero luso sacó el codo en un salto con Cabrera y vio su sexta tarjeta amarilla del curso. Lleva más amonestaciones que goles ya y tiene que calmarse para que no le penalice su rendimiento en el resto de los choques.

Momento baño y paripé

No pasó nada relevante hasta que llegó el minuto 16, justo cuando se congeló el cronómetro hasta el 20, el tiempo que tardó Dario Essugo en marcharse al baño dando sensación de una indisposición gástrica y que Cillessen tuviera que hacer un paripé alegando molestias físicas para que al portugués le diera tiempo a pasar por el baño y regresar a la cancha.

Así, entre las continuas interrupciones del Espanyol, de las que ya había avisado Martínez que iban a tener que tener sus jugadores mucha paciencia y que hicieran un partido largo, y que las llegadas a ambas áreas se producían al más puro estilo Gandhi, no pintaba que el 0-0 se fuese a mover en el remodelado marcador del Gran Canaria.

Salvo un cabezazo de Marvin que pasó relamiendo el palo de Joan García a centro de un Campaña que estuvo un día más errático en la mediapunta, y un remate en el punto de penalti de Puado por el lado perico en una cabalgada de Roca con pase de la muerte incluido, poco peligro hubo en unos primeros 45 minutos en los que imperaron los bostezos entre los 23.743 espectadores.

Necesitaba Las Palmas tras el descanso mayor precisión en las diagonales de Sandro, el único que intentó crear algo de incertidumbre en la defensa del cuadro catalán, pero negado una vez pisaba el rectángulo rival llegando desde la banda izquierda, a la que regresó después de que le llegaran los goles frente al Barça y el Valladolid desde la derecha.

Entendió Martínez que tenía que agitar la coctelera para llevar el peligro sobre el marco de un Joan García que es el segundo portero más goleado de LaLiga y que hasta entonces estaba teniendo una tarde totalmente tranquila.

Reanudado el partido, se produjo un doble cambio para intentar ser más verticales. Januzaj le dio el relevo a Marvin y Manu Fuster se colocó en la mediapunta al entrar por un Essugo con molestias y que dejó su puesto a Campaña, que dio un paso atrás en la escalera.

Para ser justos, no ocurrió prácticamente nada en los primeros 20 minutos de la segunda parte, más allá de un tiro tímido de Toni Roca que atajó Cillessen sin apuros.

Golazo de falta

Pero como el fútbol no entiende de justicias, aunque no lo estuviera mereciendo la Unión Deportiva, llegó el primer tanto del día, a balón parado, de falta directa, en uno de esos registros que hay que tener trabajo en los entrenamientos o calidad individual.

La que atesora Januzaj en sus piernas y que llevaron al Espanyol a hacerle una falta en la frontal del área y que aprovechó Sandro Ramírez para ejecutarla con una rosca exquisita desde unos 25 metros y encajarla en la escuadra del Espanyol.

Con el séptimo tanto del pichichi amarillo, Las Palmas se quitó las cadenas que le habían atenazado durante una hora de partido. Su rival tuvo que dar un paso adelante y los espacios empezaron a vislumbrarse para gusto de unos jugadores que ahora sí se sentían capaces de meter el de la tranquilidad.

Estuvo a punto Fabio Silva de lograrlo, después de que recibiera uno de esos pases a la espalda de la defensa rival y que tanto le ha dado en el despertar de Las Palmas. Regateó a García, pero se le quedó la pelota sin ángulo para marcar. Parecido al que le faltó a Kirian en el 70' con un tiro con efecto desde el área blanquiazul.

Las tuvo la Unión Deportiva hasta el pitido final a la contra con el Espanyol intentando la heroica y colgando balones a un área que no paró de achicar un imperial Scott McKenna, jefe de la zaga junto a un higiénico Álex Suárez.

Se instauró por momentos el nerviosismo por instantes y la mirada al reloj fue la tónica de los minutos finales. Mika Mármol terminó jugando de pivote y Álex Muñoz regresó a la competición un mes después de la catástrofe del Mallorca, el último día en el que Las Palmas tuvo que hincar la rodilla. ¡Un mes invicto... quién lo diría hace dos, antes de la visita a Mestalla!

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