¿Quiénes son los señalados de la UD Las Palmas tras el copazo fúnebre?

La última ocasión que la UD encajó cuatro tantos fue ante el Celta de Vigo en Balaídos (4-1) el pasado 20 de abril. Para dar con un descalabro por cuatro o más tantos hay que remontarse a la manita del Metropolitano (5-0) del 17 de febrero. Fue el inicio del desplome del pimientismo, que luego generó catorce jornadas consecutivas sin ganar con el preparador barcelonés (ahora en el Sevilla) y las nueve con Luis Carrión.

Y es que incluso en el ciclo de cero victorias de nueve del expreparador del Real Oviedo, por el que se esperó para descartar, entre otros, a Eder Sarabia, jamás se cayó por 4-0. La deshonra merece un contexto, para un Diego Martínez que escenifica su primer borrón en su ciclo exitoso como técnico de la UD. Solo contaba con dos derrotas, una ante el Atlético (2-0), con un solo tiro a puerta de Fábio, y la controvertida del Mallorca (2-3) por el escándalo del libre indirecto. Lo del Martínez Valero fue un ejercicio disparatado de caos, desorden y concesiones que parecían olvidadas. Despistes de otra era.

El Elche dio un recital, con un Nico Fernández poseído. La fragilidad amarilla se gestó en la medular, con un Campaña estático y lesionado, y un Enzo fuera de circulación. La aparición de Kirian Rodríguez, lejos de convertirse en una solución, fue un problemón. Javi Muñoz firmó su peor partido de amarillo –justo cuando disfrutaba de su mejor momento para convertirse en una señora contradicción– y solo despertó la UD con Moleiro. Pero de forma tímida y a base de arreones. De pelotazo a pelotazo, con un Fábio perdido en el océano, emergió la partitura setienista de Eder Sarabia.

Una mañana negra, para olvidar, que confirma la candidatura del escudero de Setién para dirigir a Las Palmas. Solo cabe escuchar a Martínez, Mata y Kirian. En la autocrítica, el plantel estuvo de cine. De diez. Bajar la guardia y competir lejos de la versión sideral de Montjuïc tiene el peaje de la vergüenza. Si la UD no corre y se sacrifica, es un bloque vulgar. Pero más allá de una puesta en escena nefasta en lo anímico, el fiasco copero recupera del disco duro el ridículo del Heliodoro del 7-E de 2024 con Pimienta (2-0).

Si en la pasada edición de la cita del KO, fue el Tenerife, que casi baja, el que pasó por encima de la UD como una metroguagua, el domingo fue un Elche excelso, brillante, dinámico y con las ideas muy claras. Martínez tardó en responder y cuando pulsó el botón rojo de Moleiro, fue demasiado tarde. Al menos, Napoleón admitió su responsabilidad. Lo que no puede ocultar, es que la segunda línea queda señalada. Januzaj, Enzo, Mata, Fuster...Más un Kirian ausente.

El interrogante es claro. ¿Dónde estaría la UD sin el pichichi Sandro Ramírez y el pulmón de Dário Essugo? Con las salidas de Fabio González e Iván Gil, se da luz verde a los fichajes. Hay que reforzar a un equipo que eludió la guillotina gracias a Martínez con seis victorias en nueve jornadas. Una reacción de récord en la historia de Las Palmas –solo superada por Mamé León–. Faltó nervio, orgullo y defender el escudo como merece.

El batacazo de Tenerife del año pasado no tuvo impacto en la línea meteórica en Liga. El desplome vino más tarde, en el febrero negro del Metropolitano. Fue un 4-0 grotesco, que hizo volar al aficionado amarillo al fondo de la depresión pimientista con una segunda vuelta para tirarse por un puente. Pero restan 20 jornadas para besar la permanencia, un reto que con 22 puntos en el zurrón parece asequible. «Cero resaca emocional», repetía Martínez. Pero tome nota de los desertores. El técnico es un fiscal implacable. El domingo, a limpiar el escudo.

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