La UD Las Palmas, una murga en Elche, vuelve a tiempo para la Cabalgata de Reyes (4-0)

Las Palmas cae en dieciseisavos de la Copa después de un partido que deja señalados a varios suplentes por su actitud en el campo en la primera parte

Mika Mármol juega de mediocentro, una posición que busca reforzar

David Rodríguez

David Rodríguez

En el fútbol, como en todos los deportes, se puede perder, incluso por una amplia superioridad y que no pase nada si el rival ha sido mejor. En el caso de Las Palmas en su eliminatoria contra el Elche, sucumbió porque su contrincante fue excesivamente mejor de principio a fin, pero lo que no puede permitir el equipo, ni Diego Martínez, es que la actitud individual de algunos jugadores manchen al escudo. Con un 4-0 dijo adiós a la Copa en una eliminatoria que lleva siete años sin superar.

Si el vestuario solicitó viajar en chárter a Elche para regresar cuanto antes a casa y estar en familia en la víspera del Día de Reyes, al menos que justificaran sobre el campo que ese gasto al club iba a estar compensado. Con cuatro goles encajados se hace complicado y no es que haya que encender la alarma, pero sí se origina un aviso para el domingo que viene en el partido liguero contra el Getafe.

Cayó eliminada Las Palmas porque el Elche fue infinitamente superior en todos los registros del juego. Controló todo el partido, tuvo la posesión prácticamente por encima del 65% hasta que solventó la eliminatoria, y marcó cuatro goles de todos los colores gracias a los 16 tiros que realizó sobre el marco de un Dinko Horkas que fue el más destacado. Pista de los que fue el duelo con un 4-0.

Mendoza en el minuto 44 transformó el dominio franjiverde; y Affengruber, de cabeza, Salinas con una volea preciosa y Nico Fernández, vieron portería en la segunda parte para aplastar a una Unión Deportiva que prácticamente no compareció en el Martínez Valero.

De principio a fin

Sufrió como no lo había hecho en toda la temporada la Unión Deportiva. Fue un dominio absoluto del fútbol control que emplea Eder Sarabia a su equipo de principio a fin. No solo por el tiempo de control de balón que tuvieron sus jugadores, sino por la constante sensación de que si tenía que llegar un gol iba a ser de factura local, pues los insulares apenas pisaron el área rival en tres ocasiones en 45 minutos.

Tenía que esperar agazapado Las Palmas para intentar tener una oportunidad que más allá de un intento de remate en plancha de Fabio Silva a un centro de Marvin, y una carrera cortada al portugués en el centro del campo, poco más peligro crearon los amarillos en la primera entrega de la eliminatoria.

No ofrecían soluciones los jugadores de la medular. En especial José Campaña, al que se le presuponen unos galones dada su experiencia y que no solo no se vieron en la primera parte, sino que además su desidia incomodó a sus compañeros y en la enésima pérdida en la base de la jugada, el sevillano se tiró al suelo y pidió el cambio para que entrara Kirian en el minuto 28.

Antes de esta sustitución, el que estaba concentrando los focos en la UD era Dinko Horkas en lo bueno, por atajar y despejar los balones que pasaron por su dominios dejando tres paradas de mérito, y en lo malo por arriesgar en exceso con pases en zona comprometida.

No era el día para ponerse a sacar el balón desde atrás contra un equipo que tiene marcado como dogma presionar arriba la línea contraria e ir a robar rápido tras pérdida, cueste lo que cueste. Un riesgo alto, pero que si los contrincantes no tienen el nervio para aprovechar los espacios que se creen es el arma perfecta.

Y no fue solo la falta de actitud competitiva de hombres como Januzaj, Manu Fuster, Loiodice o Marvin, que tendrían que aprovechar este partido para ofrecerle dudas a Martínez sobre cómo repartir los minutos en Liga, sino que además al Elche le estaba saliendo todo de cara.

De esta forma, no podía tardar en llegar el 1-0. En el noveno remate de la primera parte, en una jugada que empezó centrando Nico Fernández de una banda a otra, que volvió a meter en el área un central como Affenberg desde la derecha, por donde había llegado todo el ataque local con un Marvin perdidísimo, para que Castro diera un pase al punto de penalti y que el canterano Rodri Mendoza batiera a Horkas a falta de un minuto para el descanso.

El repaso estaba siendo mayúsculo y, a diferencia de la pasada temporada cuando la alineación contra el Tenerife estaba plagado de jugadores que apenas tenía minutos, en el Martínez Valero comenzó un once con hombres a los que se les presupone que quieren tener protagonismo.

Reacción y mensaje a la oficina

Martínez se hartó de la falta de compromiso y dio entrada a Moleiro por un Januzaj que no se tomó la eliminatoria con seriedad y tomó una decisión sorpresiva al introducir a Mika Mármol como interior por un Loiodice desaparecido en la primera parte.

Ya el catalán terminó el último partido liguero contra el Espanyol en esa posición, y después de la marcha de Fabio al Tenerife, el míster tuvo que tirar de un central para la medular ante la búsqueda del mediocentro que la dirección deportiva intenta encontrar en el mercado.

Pero salvo un arreón inicial que no duró ni cinco minutos, la película copera volvió a su cauce y el dominio del Elche todavía se acrecentó más todavía por si no era poco ante la falta de ideas de una UD al que le faltaba un cerebro en el terreno de juego para poner orden.

No fue solo que los franjiverdes tuvieran el dominio de la pelota, sino que ahora además encontraban petroleo a balón parado, como llegó el 2-0 tras una falta lateral que remató Affengruber libre de marca.

En ese momento los 18.713 espectadores que acudieron al Martínez Valero empezaron a sentir la fiesta que les estaba brindando su equipo, que está claro que se ha confeccionado para regresar a Primera y con un juego vistoso de la mano del discípulo de Quique Setién que tan grato recuerdo dejó en la Unión Deportiva.

Entre el jolgorio local y que Las Palmas no paraba de cometer errores en los escasos momentos en los que podía tener la pelota, el sometimiento era total. El marcador estaba a merced del acierto ilicitano y el cansancio en los de amarillo se iba haciendo patente de tanto correr detrás de la pelota.

Llegó el tercero, de Salinas, cinco minutos después del 2-0 tras un despeje de Marvin que le cayó a José Salina para que conectara un voleón de una estética exquisita, y y llegó el cuarto, en el 71, con los brazos ya bajados de la defensa insular para que Nico Fernández rematara a placer un pase cruzado de Nico Castro.

Con veinte minutos por delante, ya poca tela había que cortar, y hasta el público pensó más en los regalos de Reyes que tenía que ir a empaquetar en sus casas que el que le había ofrecido su equipo sobre el césped con anticipación y que esperan confirmar con su periplo para volver a ser de Primera, tal y como demostraron con su juego.

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