La UD Las Palmas hace felices a los cuatro que quedaban en el descuento contra el Alavés

Fabio Silva en el 90' y Moleiro en el 95' ponen los goles para el empate frente a los babazorros ante una grada que estaba medio vacía por falta de fe en un equipo que suma diez partidos sin ganar

David Rodríguez

David Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria

Ya uno no sabe muy bien a qué atenerse con esta Unión Deportiva. Incapaz de transferir una pizca de ilusión durante 90 minutos, se puso las pilas como viene haciéndolo durante todo el 2025, cuando notó el agua al cuello. Lo extraño es que ahora esa agua ya no es la de los partidos en sí, sino la de una temporada que va deshojando y con el empate frente al Alavés gasta una hoja más en el calendario sin ganar y ya va una decena.

Es que si el partido hubiera quedado 0-2, a nadie le hubiera parecido mal, pues Las Palmas no merecía puntuar hasta que el cuarto árbitro iba a enseñar el cartelón del tiempo de descuento. En ese momento, a McBurnie le negaron su estreno goleador con unas manos y Fabio Silva puso el tanto de la esperanza.

Con el 1-2 y ocho minutos por resolverse, Moleiro recogió la pelota en el punto de penalti e hizo realidad el 2-2 en el 95' para hacer felices a los cuatro –entiéndase la expresión – feligreses que se habían quedado hasta el final de la película y que no habían emprendido la ruta hacia Santa Catalina para escuchar el concierto de Maluma.

El empate no saca de pobre a Las Palmas, le mantiene en la misma situación respecto al Alavés, con el que pierde el desempate directo y que sobrevivió con los goles de Toni Martínez y Guridi, antes de que empezara el choque y ahora tendrá que esperar a ver qué hace el Valencia contra el Girona y el Leganés frente al Betis el domingo para ir dándole a los dígitos de la calculadora de aquí a los diez partidos que quedan por resolver del campeonato.

Ambiente frío

Porque cabe destacar que si el partido era una final, tampoco es que la entrada fuera acorde a lo que se estaba juando el equipo. Sin el calor de su gente, sin el nervio que requería la pelea, y sin casi darse cuenta de lo que estaba pasando en el terreno de juego, llegó el primer tortazo en la cara amarilla. En una jugada aparentemente sin peligro se originó el 0-1.

El Alavés casi se puede decir que marcó sin saber cómo. Un tiro tímido de Mouriño desde fuera del área se convirtió en una asistencia sin quererlo y gracias a otro accidente de los que le están matando a la UD. Juanma se resbaló cuando iba a dejar en fuera de juego a Toni Martínez y el delantero, que llevaba desde el 10 de octubre sin ver portería, por fin pudo volver a celebrar un gol.

Si ya el partido en la previa tenía un espíritu de final, iba a incrementar aun más la presión para los locales con los tintes dramáticos con los que se estaba relatando el inicio del choque. Aun así, casi lo mejor que podía pensar el equipo y Martínez es que le restaban 83 minutos por delante para intentar darle la vuelta a la tortilla.

Lo fue intentando poco a poco a través de los regates de Moleiro por la banda izquierda y la presión de Fabio Silva a cada balón alto que tenía en disputa. Creció la presencia insular en el área rival pero le faltaba lo de los últimos tres meses, acertar, morder, intentar acabar las jugadas.

Pero por si no fuera poco ir por debajo en el luminoso. En el minuto 19 casi se cae el chiringuito con el tiro al palo de Toni Martínez. Cillessen volvió a ponerse el traje de superhéroe con una atajada milagrosa. Reflejo de que si el portero estaba siendo de los más destacados con sus acciones es que la UD no estaba asumiendo que tenía una final delante.

Silbidos constantes

Además, el runrún en el público a cada error propio no acompañaba al optimismo. Un pase errado, silbidos. Una internada rival, silbidos. Un regate de más de los amarillos, silbidos. Clima impropio para una afición que se le supone que quiere ver a su equipo la próxima temporada en Primera.

Se deshizo la bola de hilo con más pesadumbre que ánimo por esperar que ocurriese algo sobre el terreno de juego. Ambos equipos abusaron del balón en largo. Bajcetic estaba perdido en el centro del campo y el conjunto babazorro palpaba su comodidad sin sufrir, sin notar un ápice de que Las Palmas podía hacerle una mínima cosquilla.

Concluyó la primera parte entre el sopor absoluto. ¿Posesión del balón insular? Sí. Traducido en superioridad o intento de poner nervioso al púgil vasco, para nada.

De esta forma entendió Martínez que tenía que intentar algo para mantener su puesto. Agitó el árbol y apostó por un doble delantero con Silva y McBurnie y prescindió de Álex Muñoz por Mika Mármol. 4-4-2, una prueba más en un alarde de mostrar que por ensayar formas de reactivar a este equipo no le faltó.

Espejismo momentaneo

Los primeros diez minutos fueron propiedad amarilla. Dio visos la Unión Deportiva de haber encontrado la manera de poder remontar el partido. Pero, si dispuso de un par de ocasiones sobre el marco de un Adrián Rodríguez que estaba viviendo una noche totalmente plácida.

A pesar de que por un momento se creyó que el 1-1 podía llegar en cualquier momento, lo que ocurrió fue todo lo contrario. Las Palmas se volcó sobre el área contraria y en una sucesión de fallos con la defensa desguarnecida, Guridi encontró un pasillo por detrás de la espalda de McKenna y puso el segundo en la cuenta rival.

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Ahora faltaban 27 minutos para la conclusión del choque y ya el topetazo facial había dejado grogui a los once en el verde, a Martínez, al palco, a la hinchada y a cualquiera que se preste con un mínimo de cariño por el escudo que ya está llegando a un punto de maltrato.

McBurnie, solo, dispara a la cara del portero; también le roba un balón minutos después y no acierta a disparar; y finalmente le hacen un penalti cuando se iba a estrenar

Y si se dice que a perro flaco todo son pulgas, la UD ha debido coger una plaga de infortunio y especialmente representado en McBurnie, al que la mala suerte le acompaña allá donde va. El escocés disparó estando solo a la cara del portero y minutos después corrió con fe para robar un balón al guardameta y posteriormente no saber cómo definir. Ni disparar ni pasarle la pelota a un Silva o Moleiro que estaban libres de marca.

Sin embargo, quiso recompensarle la vida su entrega en el pasto, no directamente, pero al menos ayudó al equipo. Remató un centro medido a su cabeza y cuando parecía que iba a llegar su primer gol de la temporada, Facundo Garces sacó sus manos para evitar el tanto del británico. Eso sí, penalti y llegó el octavo del curso para Fabio Silva.

Momento Januzaj

Ya el estadio estaba casi medio vació porque el 1-2 llegó en el minuto 90, pero de los pocos que quedaban alentaron como no había ocurrido en todo el choque. Un aire fresco que empujó a Las Palmas de tal manera que Januzaj no paraba de desequilibrar por la banda derecha, por donde llegó el centro que Alberto Moleiro empaló desde el punto de penalti para rubricar el empate.

Dos tantos en apenas cinco minutos y que por extraño que parezca, hizo creer a la hinchada que se podía lograr los tres puntos. No tuvo ninguna ocasión clara para ello, pero al menos, el sabor de boca con el que se acabó la contienda fue de que si juegan como lo hicieron en el descuento pueden sacar esta empresa adelante.

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