La arenga de los 27.154 aficionados de la UD Las Palmas
La comunión grada-afición fue protagonista en una noche que pasará a las páginas de la historia en Siete Palmas
La UD logra la primera victoria del año en casa y Horkas deja la portería a cero cuatro meses después

Jaime Mata festeja el gol de la UD Las Palmas ante el Atlético de Madrid mientras la grada enloquece / Andrés Cruz
La victoria llegó al Estadio de Gran Canaria cuatro meses después. El fin de semana pasado lo hizo por primera vez en 2025, y ayer, una semana después, lo hizo en casa ante el Atlético de Madrid por segunda temporada consecutiva. Una noche en la que la arenga la dio la grada, que se volcó desde el minuto uno con su equipo.
La victoria en casa llegó. Lo hizo después de una semana llena de ilusión, siete días después de haber logrado la primera del 2025 en Getafe y en la recta final de la temporada. La UD Las Palmas volvió a las noches mágicas en Siete Palmas, un reto que tenía pendiente con su afición, a la que no le regalaba los tres puntos en la Isla desde el pasado 22 de diciembre ante el Espanyol. Ayer, ante 27.154 fieles en las gradas y en la recta final del partido, la locura llegó para dejar claro que rendirse no es una opción, y mucho menos cuando está en juego la salvación.

Los jugadores de la UD posan tras su victoria al Atlético de Madrid / Andrés Cruz
La arenga esta vez la dio la afición. La hinchada que hace unas semanas parecía que iba a bajar los brazos, cuando abandonaron el Estadio de Gran Canaria en la visita de la Real Sociedad. Pero ese enfado duró lo mismo que un suspiro, porque los amarillos, que han visto jugar al equipo en Segunda B, no quisieron abandonar a los suyos. Se volcaron en la visita al Coliseum, cuando agotaron todas las entradas de la grada visitante, y lo volvieron a hacer ayer. Había un llamamiento a alentar en una visita especial, y no fallaron. Una comunión entre la grada y los jugadores que dieron el mejor resultado posible en una noche para el recuerdo.
Ya tenía algo de experiencia la expedición de la UD Las Palmas en ganar al Atlético del Cholo Simeone. De hecho, lo hicieron la temporada pasada en este mismo escenario, convirtiéndose en el primer gran triunfo de los amarillos ante uno de los tres grandes de La Liga en el feudo de Siete Palmas. Y ayer por la noche remaron hasta el final, no se rindieron y lucharon como guerreros para volver a batir la meta de Oblak en el minuto 94, cuando todo estaba casi sentenciado. Ahí apareció Javi Muñoz y la grada enloqueció. Una alegría inédita provocada por un gol lleno de ilusión que esta noche hará a más de uno soñar bonito.
Un curso de manicomio
La temporada de la UD Las Palmas de Diego Martínez está siendo de manicomio. Unos meses que se podrían comparar con una montaña rusa en la que la bajada ha sido muy empinada y las subidas -la de Getafe y la de anoche ante el Atlético-, muy esperanzadoras. Un curso en el que va a ser complicado poner las notas, algo que como dijo el presidente Miguel Ángel Ramírez, no se podrá hacer hasta que todo haya terminado. Hasta ahora, a falta de seis jornadas, el que haya puesto alguna seguramente tenga que rectificar.
Anoche, en Gran Canaria, la afición no fue la única que se llevó el protagonismo, sino también Dinko Horkas. El guardameta fue una pieza esencial en la victoria, con una seriedad y seguridad bajo palos admirable. El equipo logró la primera victoria en casa desde el 22 de diciembre, casi cuatro meses después, y Horkas logró dejar la portería a cero después de tanto tiempo en un día para el recuerdo. Un lienzo marcado por una noche histórica en la que la emoción se apoderó de las gradas y de todos los grancanarios, que aunque todavía hay que remar, no ven tan lejos eso de la salvación.
De la pena a la gloria
Está siendo el mes de Rocky Martínez y de todo su ejército. El gallego pidió calma en todas sus intervenciones públicas, a sabiendas de que tarde o temprano la recompensa llegaría y no se equivocó. La UD Las Palmas ha pasado de la depresión y el llanto, al éxtasis y las sonrisas. Del odio al amor y de la desesperanza a la locura en una semana, tiempo exacto que ha transcurrido desde la victoria en Getafe el 12 de abril y la de ayer. Al final el fútbol se resume en eso: en confiar, en no dejar de luchar y en creer en lo que pueden llegar a hacer los que están sobre el verde.
De la arenga de Miguel Ángel Ramírez, que sirvió como punto de partida a estas dos victorias consecutivas, a la del público del Estadio de Gran Canaria. Dos lecciones de amor por el escudo que han dado a los amarillos un voto de confianza. Seis partidos y 18 puntos en juego para decidir si la UD sigue paseando su escudo por los campos de Primera División. De momento, si sigue habiendo comunión entre afición y jugadores, y estos últimos se dejan la piel como estos dos últimos duelos, la situación pinta favorable. Esperar y lo de siempre: nunca rendirse.
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