Descenso indigno de la UD Las Palmas, la mejor rueda de prensa y el grito de Loiodice

Lo de anoche fue la culminación de un descenso indigno. Que el Espanyol y Sevilla, en su versión más cadavérica, hayan escapado de la guillotina es para llorar. El CD Leganés aportó el decoro de ahogarse en la orilla en la jornada 38. La UD Las Palmas solo pudo quedar por encima del Valladolid, un cadáver con 16 puntos, y cierra 2025 con dos victorias en 20 jornadas. Luis Helguera y Diego Martínez se percataron de la importancia del vivero, y eso que habían ido al Anexo de Siete Palmas en multitud de ocasiones para salir en la foto, una vez consumado el delito de entregar tu plaza en la élite del balompié nacional de una manera tan miserable: 61 goles en contra, 22 derrotas, cuatro victorias de local, a nueve puntos de la permanencia...

Es el descalabro de la poca vergüenza, de la nula autocrítica. Lo que se dice vulgarmente ‘tomar a la gente por tonta’. Lo del sábado un inicio interesante, con un Sergio Viera, deslumbrante [no sabemos por qué tenía que debutar cuando se había perdido la categoría] y una nueva cafrada arbitral. La UD no merecía esta justicia.

Ante el cuadro periquito, una nueva trastada arbitral que pone a la UD en su sitio por el silencio cobarde de sus ejecutivos de máximo rango. Solo la emisora oficial se sale del guion. ‘¡Han destrozado la liga del fútbol español!’, repetía el veterano Ruymán Almeida. Es al único al que le duele de los que figuran en nómina –Patricio Viñayo, dentro de la Comisión Delegada de LaLiga, llevó una queja directamente y en privado al Comité Técnico Arbitral–. Del surrealismo vivido con la peineta de Mata al penalti invisible de Essugo en Cornellá, van 38 jornadas de decisiones en un plano gris exagerado.

Lo mejor de la jornada funeraria del sábado fue la duración de la rueda de prensa de Diego Martínez. Apenas dos minutos. Lo suficiente para meterse en otro lía al restar lustre al histórico amistoso de la UD en San Antonio de Texas. El técnico saliente, 208 días en el cargo, deja un serial infinito de comparecencias infumables donde el culmen residía en tratar de enaltecer su labor hasta límites cómicos. Del «hemos tenido el partido bajo control hasta el 0-1 [fue en el 6’ ante el Leganés]» a defenestrar a Januzaj de este modo: «Está para jugar el tiempo que está para jugar...No voy a contar lesiones y recaídas».

Volver a la cantera, de una forma artificial, es el único canto a la esperanza. Y que se vaya Martínez. Mantenerlo a capa y espada, en esta segunda vuelta, fue un acto de irresponsabilidad manifiesta. Ese 2 de 20 sigue bailando en la discoteca macabra del infierno. Curiosamente, en la grada de Cornellà estaba García Pimienta. Con el barcelonés comenzó el desplome con el cero victorias en las últimas catorce jornadas de la pasada 23-24. Se bajó el grado de exigencia hasta límites insospechados.

La espera por Carrión, cuando ya se había avanzado el fichaje del 70 % de la nómina de refuerzos (15), el desprecio a la cantera –ya pasó con Pimienta– luego inclinarte por Martínez, un Cholo Simeone en pequeño. La montaña rusa de despropósitos y disparates se acabó en Cornellà con baño de multitudes. La deuda del Espanyol ronda los 60 millones, casi la que tenía la UD cuando entró en el concurso de acreedores, hace más de 20 años. Es el relato de una pérdida de categoría imperdonable.

Dejarse seis puntos ante el Lega, cinco ante el Alavés, cinco ante el Sevilla, tres ante el Espanyol y dos ante el Valladolid te expulsan del paraíso. Y eso que contaste con el aliento de 437.195 fieles en tus 19 duelos en el Gran Canaria (la décima mejor afición). Sergio Viera, Arturo, Josito, y la frase de Enzo: «Por el pueblo de Gran Canaria». El resto, palabras vacías.

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