UD LAS PALMAS
Rostros del cáncer de mama V: Librado Herrera y una batalla sin terminar combatida con su «ejército» particular
Librado Herrera lleva desde 2018 combatiendo con una enfermedad que se ha complicado debido a la aparición de una metástasis que se le ha extendido a los pulmones y a la tráquea, pero a través del optimismo y la lucha jamás ha tirado la toalla en esta batalla para vivir su vida con una alegría desbordante

De izq. a dch.: Librado Herrera junto a Raquel, Gloria, Sari, Marina (de pie), Rosi y Nieves, todos ellos, combatientes del cáncer de mama / LP / DLP

Guerrero inexpugnable en una batalla que continúa. Durante un viaje con su mujer en el verano de 2018, la vida de Librado Herrera dio un vuelco por completo. Lo que tendrían que haber sido unos días de desconexión se convirtieron en una guerra que, hoy en día, sigue librando. En la víspera del Día del Pino de ese mismo año, le comunicaron que padecía cáncer de mama y, aunque el mundo se le vino un poco abajo en ese instante tras escuchar esa palabra de cinco letras que genera pavor en cualquiera, sacó a relucir toda su fortaleza para luchar contra la enfermedad.
«Mi esposa vio que tenía el pezón metido hacia dentro, por lo que fuimos al ambulatorio y me mandaron al cirujano, pero cuando llegué allí me dijeron que lo que debía hacerme era una mamografía. Al final, me hicieron la mamografía, una ecografía y una biopsia. El proceso se aceleró bastante y, en cuestión de días, me explicaron que padecía cáncer», explica el propio Librado Herrera.
A día de hoy, a sus 69 años, no está curado debido a que, en su caso, tiene «metástasis, que también me apareció en los pulmones y la tráquea. A pesar de todo, yo sigo luchando y con el tratamiento oncológico, aunque ahora estoy más controlado: todos los meses me hago una analítica y, cada 90 días aproximadamente, tengo un TAC. Llevo siete años peleando con ello y continúo».
Aunque algunos de sus amigos señalan que antes de 2018 era un «limón podrido», ahora, a pesar de esta pugna, no se le quita la sonrisa de la cara, y su optimismo ha sido vital para seguir mirando hacia adelante. «El día que me dijeron que tenía cáncer no podía ni hablar, se me caían las lágrimas y pensé por qué me había tocado a mí. A partir de ahí, le comuniqué a mis amigos y familiares, uno por uno y en persona, la noticia. Desde ese punto comenzó mi pelea, y la afronté con toda la positividad del mundo creyendo que todo podía salir bien. El 90% es luchar contra tu cabeza; el restante va a depender del cáncer que te toque», asevera.
La fuerza para sobrellevarlo la sacó de su gente más cercana, que fueron quienes le empujaron a «ser optimista. Tengo un ejército muy grande de personas que me quieren y no me permiten venirme abajo. Una vez al mes cuadramos con la familia y los amigos para hacer un tenderete: hablamos con tranquilidad, comemos y pasamos un buen rato juntos, que es lo que nos vamos a llevar en esta vida».
Asimismo, el deporte le ha ayudado mucho, ya que incluso los días de quimio los aprovechaba para «caminar por Las Canteras. Después de las sesiones pedía que me dejaran allí y paseaba por la avenida; parecía un señor de 80 años, pero a mi pasito iba haciendo el camino hasta llegar al local de un amigo, donde me sentaba un par de horas. Luego, me iba de vuelta a casa también caminando».
Una de las cosas que ayudan a Librado a evadirse un poco es el fútbol y su UD Las Palmas, el equipo de su corazón y al que sigue desde que era «pequeño, cuando mi padre, que tenía el número 10 de socio, iba al Estadio Insular. Es cierto que él iba más con mi hermano mayor, pero yo igualmente cogí esa pasión por el equipo».
Pese a ello, matiza que no es de los que suele ir al Estadio de Gran Canaria porque se pone «muy nervioso. Yo prefiero verlo en la tele de mi casa, en mi sillón; así, si me mosqueo, la apago y ya está (risas)». En ese sentido, señala que esta temporada a la escuadra de Luis García le está faltando un «delantero rompedor, pero el gol ya llegará. Tenemos a Lukovic arriba, pero él solo no puede hacerlo todo. Me está gustando cómo está jugando la UD por ahora, aunque creo que deben ser más luchadores, como los que luchan contra el cáncer».
Por otro lado, declara que su jugador favorito de siempre es el Mago de la Feria, Jonathan Viera. «De todos los que he visto, me quedaría con Viera. También me gustaba mucho Moleiro, aunque si tengo que decir alguno nombraría a todos esos chavales que crecieron jugando al fútbol junto a mi hijo», aseguraba.
En esta dura batalla que el valiente Librado Herrera señala que es importante la ayuda de la UD Las Palmas para visibilizar la concienciación y la investigación del cáncer, no solo el suyo, sino «cualquier tipo de enfermedad. No se debería hablar de ello una vez al año o una semana al año, tendría que ser siempre. Hay que encontrar dinero para invertir y seguir haciendo los estudios correspondientes».
Convivir con una enfermedad como el cáncer nunca ha sido sencillo y puede llegar a convertirse en un laberinto sin salida. Pero si hablamos de siete años de adversidades, la misión es mucho más tediosa. Pese a todo ello, Librado Herrera no ha dejado de mirar al futuro con la energía necesaria para hacer de cada día una aventura nueva. En su contienda no hay descanso, aunque sí tiempo para disfrutar de todo lo bueno que le sigue rodeando. «Hay que disfrutar el minuto a minuto y el segundo a segundo». Y no le falta razón a este aguerrido combatiente que es ejemplo de vida, de perseverancia y superación.
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