León ofrece valles mágicos y montañas encantadas entre bosques y glaciares. Su ecosistema concentra más Reservas Naturales que en ningún otro lugar del mundo. Aunque cada una tiene personalidad propia y un paisaje singular, poseen el denominador común de la valentía de sus habitantes, la fuerza de su naturaleza y su cocina, con exquisitas carnes, embutidos y quesos. Estas grandes desconocidas se han mantenido en estado puro por la dificultad de sus accesos. Lo que antaño fue una desventaja, hoy ha convertido a la comarca en un paraíso.

Aldeas de cuento

En la Reserva de Ancares, su alma se filtra a través de su paisaje, en sus frondosos valles de castaños centenarios y en sus bosques. Estas montañas son refugio de lobos y osos, que junto a cabras montesas, rebecos y águilas forman una generosa reserva faunística. Ancares es una tierra enigmática de arraigadas tradiciones. Usanzas como los magostos y la molienda son usos cotidianos en la actualidad. En Ancares la mayoría de aldeas se asienta cerca de antiguos castros, y sus casas tienen sus orígenes en las pallozas. Son muy interesantes las de Pereda de Ancares, e imprescindible Tejedo de Ancares, donde sus casas se mimetizan con la naturaleza.

Valle de Laciana

Esta reserva está formada por zonas de alta montaña salpicadas de robledales y castaños, que se combinan con praderas y pastizales. Esta zona minera tuvo gran relevancia por sus vetas de carbón. Conocido también como el Valle de la Libertad, es de vital importancia para el oso pardo y el urogallo, ya que aquí vive la mayor población de ambas especies. En Laciana hay que ver el Aula Geológica, creada por ex mineros. Y detenerse en el bosque de tejos de Rioscuro.

El refugio del Rey

En el medievo, los reyes leoneses se escapaban a Babia en busca de caza y diversión. Cuando se requería la atención del monarca, los cortesanos respondían: "Al rey no se le puede molestar. El rey está en Babia". Babia es tierra trashumante y espacio de glaciares. Cerca de las aguas del embalse de Barrios de Luna y su espectacular puente, se ubica Villafeliz, que tuvo gran importancia por su Concejo de la Mesta. Más adelante está San Emiliano, la capital de Babia, con sus elegantes casonas y sus tejados cuajados de cigüeñas. Su cielo cristalino es ideal para la observación de estrellas.

Más adelante está Villasecino, el reflejo de la arquitectura babiana, con casas de piedra y techumbres de losa para combatir las nevadas. En sus praderas se cría una importante cabaña caballar. Aquí se sitúa el nacimiento de Babieca, la montura del Cid. Otro paso obligado es Riolago, el pueblo más monumental de la Reserva, con interesante arquitectura nobiliaria y rural. El medieval Palacio de los Quiñones es uno de los edificios más bellos.

Valles de Omaña y Luna

Los ríos Luna y Omaña son famosos por sus aguas cristalinas y sus sabrosas truchas. En sus valles no es difícil observar perdices pardillas, águilas reales, liebres de piornal y cigüeñas blancas. Además, es la zona más al sur donde habitan algunas especies animales en peligro de extinción como el oso pardo y el urogallo. Las mejores vistas se perciben desde el Cueto de Rosales, el punto más elevado de la zona, que asciende a 1.550 metros, y desde donde se observa una panorámica espectacular de los valles.

Alto Bernesga

Se trata de una zona a caballo entre el clima mediterráneo y el atlántico, con pastizales de alta montaña y bosques ribereños. Sobre sus macizos sobrevuelan el águila real y el halcón peregrino, y entre los bosques se ocultan el rebeco y el lobo ibérico. En este hábitat se encuentran los mejores secaderos de cecina. Impresionante la Collada de la Vid, una de las mayores cuencas de trilobites del mundo.

Los Argüellos

Atravesando pueblos mineros se llega a la Reserva de los Argüellos, un corredor esencial para la conexión de las poblaciones cantábricas de oso pardo. En los Argüellos hay que visitar Coladilla, por su quesería, que elabora el mejor yogurt del mundo, y afamados quesos naturales. Cerca, Vegacervera es un paraíso para escaladores y espeleólogos. Su gastronomía se basa en su emblemático chivo, del que se produce la cecina. Está rodeado por las Hoces de Vegacervera, con enormes paredes verticales. De camino hacia Picos de Europa, hay que detenerse en la Mina Sabero, con una arquitectura única.

Al pie de la cordillera

La Reserva de Picos de Europa es tierra de montañeses con tradiciones ancestrales. Espectacular el Puerto de Panderruedas, con grandiosas vistas sobre el Macizo Central y el valle de Valdeón, famoso por su queso azul. Otra sorpresa es Riaño, el paraíso de los fiordos leoneses. El pantano anegó nueve pueblos, pero su memoria se conserva en el Museo Etnográfico. El paseo en barco por el pantano supone un majestuoso recorrido entre uno de los glaciares más bellos de Europa.