No es mala suerte: esta es la razón por la que siempre te fijas en quien no te conviene

La psicología de la personalidad desvela por qué muchas personas repiten relaciones con dinámicas que les hacen daño

¿Puede el sueño influir en una relación de pareja?

¿Puede el sueño influir en una relación de pareja? / Freepik

Johanna Betancor Galindo

Johanna Betancor Galindo

Las Palmas de Gran Canaria

Hay personas que, una y otra vez, terminan involucradas con el mismo tipo de pareja. Algunas con alguien que necesita ser rescatado, otras que se rinden ante individuos que se imponen, manipulan o brillan a costa del otro, mientras que otro porcentaje se fija en un carácter bondadoso.

Lo curioso es que aunque se trate de personas distintas, casi siempre hay un denominador común en sus relaciones, pues se enamoran un patrón de comportamiento que se repite a lo largo de su vida afectiva. Lo que provoca una serie de situaciones y conflictos muy parecidos.

¿Por qué nos fijamos en un mismo tipo de persona? ¿Por qué a veces incluso nos resulta más atractiva una relación complicada que una segura? La divulgadora de neurociencia y psicología emocional @raquelmascaraque lo explica de forma clara en TikTok: “No es casualidad. Te gusta el mismo tipo de personas por una razón, tu forma de ser, tus experiencias y tu contexto te dirigen hacia ello”.

La clave está en un modelo reciente llamado TESSERA, que analiza cómo ciertos patrones vividos se repiten de forma tan constante que acaban moldeando nuestra manera de vincularnos.

No se trata solo de lo que vivimos en la infancia o la adolescencia, sino también de las microexperiencias emocionales cotidianas que vamos acumulando. Y cada una, aunque parezca insignificante, deja huella.

¿Cómo funciona el patrón?

El marco TESSERA se basa en una secuencia emocional que se repite, con diferentes personas pero el mismo fondo. Este es su mecanismo, paso a paso:

  • Trigger (desencadenante): algo activa tu atención. Puede ser una mirada, una sonrisa, un tono de voz que te resulta familiar.
  • Expectation (expectativa): tu cerebro “anticipa” cómo te vas a sentir con esa persona. Y, a veces, el conflicto o la tensión resultan más emocionantes que la calma.
  • State (estado): se activa una emoción, un recuerdo, un pensamiento.
  • State Expression (expresión del estado): ese pensamiento se traduce en acción: te arreglas más, subes stories, sales a los mismos lugares.
  • Reaction (reacción): observas cómo responde la otra persona.
  • Adjustment (ajuste): adaptas tu comportamiento según la respuesta. Si te presta atención, te acercas más. Si se aleja, te enganchas aún más.

Este circuito emocional y conductual, cuando se repite muchas veces, fortalece el patrón relacional y lo más importante es que sucede sin que te des cuenta.

Unas 260 parejas, incluidos extranjeros, contraen matrimonio en boda masiva en Nicaragua

Unas 260 parejas, incluidos extranjeros, contraen matrimonio / LP/DLP

La personalidad se forma y puede transformarse

Según el marco TESSERA, nuestra personalidad es estable, pero plástica, es decir, tiene una base sólida, pero puede moldearse con el tiempo si el entorno cambia y los estímulos son constantes.

Como señala Raquel Mascaraque: “No basta con decir ‘hasta aquí'". Romper un patrón no es cuestión de cortar y ya. Hay que generar nuevas experiencias, nuevas reacciones, nuevos ajustes. Como ir al gimnasio, ya no se ve el cambio en una semana, pero sí después de meses de constancia.

La buena noticia es que sí se puede cambiar. Con terapia, con autoconciencia, con paciencia y con una red segura. Con permiso para elegir algo distinto.

Seguir con un guion aprendido

Este modelo invita a dejar de culparse y empezar a entender los vínculos desde una perspectiva más amable y científica. No es que te atraigan las personas “equivocadas”. Es que algo en ti reconoce ese tipo de conexión como familiar, aunque duela, pero puedes salir de ahí.

Reconocer el patrón es el primer paso. Reescribirlo, el siguiente. Y aunque el proceso sea lento, cada pequeña decisión cuenta porque a veces no elegimos desde el presente, sino desde heridas pasadas que aún no han cerrado.

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