Cada español consume unas 600 tazas de café al año, unos 3,9 kilos de este producto –y eso que no son los más cafeteros del mundo–, que dan lugar en total a más de 150.000 toneladas anuales de posos que, en el mejor de los casos, acaban como abono para plantas y, en el peor, se van directamente a la basura.

El diseñador alicantino Raúl Laurí (31 años) vio una oportunidad en ese subproducto y decidió experimentar con él hasta dar con un material biodegradable con el que elaborar diferentes piezas. Fruto de esa reflexión sobre los residuos domésticos, y tras dos años de trabajo, Laurí ha creado una colección de cuencos y lámparas que "aprovechan materiales cotidianos que desperdiciamos y también los aspectos emocionales del café".

Se llaman decafé, huelen al material del que están hechos y su textura recuerda la espuma que queda en la taza tras beber un buen expreso. Ha ganado –frente a otros 750 diseñadores– el primer premio del salón Satélite de la última Feria del Mueble Milán, que reconoce a los jóvenes con más talento.