Vivir en la gran ciudad, pero con un cierto aroma a pueblo. Esto aún es posible en Barcelona, urbe resultado de la agregación de antiguos núcleos de población, convertidos en sus barrios. Esta casa entre medianeras ocupa un solar que antes alojó una nave industrial y ha recuperado y ampliado un patio aún más antiguo.

De puertas afuera, el ajetreo de la ciudad marca hoy el pulso. No obstante, en los patios, abiertos pero privados, se retoma la calma tan apreciada del pueblo que fue el lugar. En el proyecto de esta vivienda de nueva planta -realizado por Moon Puig y el estudio Cota Cero, constituido por Miguel Moragues e Ignasi Solsona-, todas las estancias se vuelcan abiertamente hacia el patio jardín.

Pero los arquitectos también apuestan por revalorizar la azotea urbana, como espacio útil para disfrutar de vistas y asoleo permanente. "Un lugar perfecto para instalar una piscina que permite aprovechar esta superfi cie extra que normalmente se entiende como residual", señalan.

Los huecos de la fachada y los materiales utilizados buscan obtener el máximo aprovechamiento del sol. Sus 155 m2 se reparten en varios niveles. La planta baja acoge las zonas comunes y se vincula directamente al patio. Un nivel intermedio se ha destinado a zona de trabajo. Concebida como un anfiteatro que mira al jardín, también se ha potenciado el juego de vistas cruzadas con la doble altura de la sala y un suelo de vidrio que establece conexión visual con la planta baja.

En la planta primera se encuentran las habitaciones. Orientada a la calle está la de los hijos, donde se ha previsto una posible compartimentación futura. El dormitorio principal se encara hacia el patio e incluye vestidor y baño. La gran ventana corrida subraya ese deseo de comunicación con la zona al aire libre pero privada de la casa.

Una segunda piel formada por listones de madera horizontales protege del sol la fachada orientada a sudeste, al tiempo que le imprime carácter y la hace muy acogedora.