Comenzamos haciéndonos una pregunta, o afirmación: con qué poca imaginación seguimos proyectando en un lugar como la escuela, que debería ser referencia de nuestro aprendizaje como personas. Hay un aspecto que se pierde de vista y debería ser esencial en la escuela del siglo XXI: la arquitectura escolar.

Del mismo modo que no podemos seguir trabajando y aprendiendo como se hacía cien años atrás debemos tener en cuenta los espacios, la luz, el mobiliario, el color y la disposición de las aulas tampoco pueden seguir siendo los mismos, y por eso se hace necesaria una auténtica transformación de la arquitectura escolar. Creemos que es necesaria una revolución, porque no damos a nuestras escuelas la importancia que se merecen. Debemos prestar más atención y cuidar mucho más su diseño si queremos crear verdaderos lugares de aprendizaje.

Un conjunto debería ser el lugar perfecto, extenso, con un programa muy complejo, con espacios en los que se puedan desarrollar funcionas muy diversas. Los accesos bien situados y las comunicaciones, fluidas. Les mostramos hoy la escuela perfecta para cada uno de sus protagonistas, o usuarios. Profesores, alumnos y sus familias. Un ejercicio de futuro lleno de color obra de los arquitectos Pep Ripoll y Juan Miguel Tizón.

El CEIP se inserta en el tejido urbano de Binissalem (Mallorca), en un solar junto al Camí de Pedaç. En el lugar se sitúan varios equipamientos que el planeamiento de Binissalem está concentrando en esta zona, que conviven con manzanas de viviendas unifamiliares entre medianeras, de pequeño grano y poca altura y pequeñas edificaciones aisladas adosadas al camino.

El edificio se acomoda junto al camino, y presenta hacia éste un perfil quebrado, fragmentado, sensible a las particularidades que presentan las volumetrías vecinas, sus fachadas, las líneas de cornisa. Se buscó que el volumen de la nueva escuela se perciba fragmentado, para que el tamaño del edificio, mucho mayor que el resto de sus vecinos, no se exprese rotundamente y que su escala sea difícil de percibir en una sola mirada.

Mientras, hacia el interior de la parcela, el edificio abraza y protege un patio de juegos, y presenta una imagen rotunda y unitaria, caracterizada por una rampa-pasarela que recorre el edificio de un extremo al otro. El edificio apuesta por el uso del color en las zonas vinculadas directamente con los patios de juegos, un zócalo vibrante generado por las franjas de color y los colores de las ropas de los niños en movimiento. El edificio se retranquea del camino para resolver el acceso, una plaza en esquina, a partir de la cual se generan los flujos que organizan el programa.

Se separan claramente las zonas dedicadas estrictamente a la docencia de las que pueden ser utilizadas en horario extraescolar. Se decide "apilar" en lo posible los paquetes funcionales con la intención de reducir ocupación y liberar la superficie de solar donde ubicar las zonas de juego, pistas deportivas y reserva de espacio para futuras ampliaciones. Buena parte de la superficie de la cubierta-techo de planta baja es practicable y podrá ser utilizada también como zona de juegos. Un espacio desde donde poder además disfrutar de las excelentes vistas del "skyline" de Binissalem y de la Sierra de Tramuntana.