Tras la pandemia, las visitas a las casas de nuestros amigos y familiares se han convertido en el plan más habitual para poder disfrutar de un plan diferente fuera de nuestras casas y sin estar expuestos a mucha gente.

Estos encuentros han acusado la necesidad de tener nuestras viviendas en perfectas condiciones para poder recibir y atender a las personas y para que, una vez se marchen, el estado de los domicilios no sean la comidilla de los invitados.

Cuando vas de visita a una casa, ¿qué es en lo primero que te fijas?

Una de las cosas que más llama la atención de la gente que va a una vivienda son las paredes. Da igual tener el suelo y los cristales relucientes, si en medio de un muro blanco aparece una mancha o una sombra. Esto es, para muchos, un error garrafal.

Muchos son los que se quejan de lo costoso que es la actividad de repintar o pintar las paredes de casa debido al despliegue que hay que poner en marcha para conseguir un resultado bonito y, sobre todo, que ponga solución a esa terrible imagen que da no tener bien arregladas las paredes de una vivienda.

Pero, ¿sabías que hay una opción barata, fácil, cómoda y a tu alcance que pone fin a esa complicada imagen que, en ocasiones, dan las paredes de casa?

Blanquear y limpiar de la forma más barata posible

Existe una alternativa para quien quiera dejar como nuevas las paredes sin recurrir ni a pinceles ni a rodillos. Un pequeño truco de limpieza que dejará las paredes blancas y relucientes en muy poco tiempo y sin casi esfuerzo.

Se necesitan muy pocos productos para conseguirlo. De hecho, en principio solo tres. Agua, lejía y un paño con el que frotar la pared. A esta mezcla inicial se le puede añadir un extra. Un par de cucharadas de pintura y ya está. Todo listo para comenzar a limpiar la pared.

¿Es fácil de aplicar?

No es nada complicado aplicar este mejunje en las paredes. De hecho, es de lo más fácil porque el líquido de la mezcla se adhiere a la pared y puede extenderse sin complicaciones.

La mezcla tiene una textura líquida. Conviene empapar el paño, retirar el exceso de líquido y frotar la pared que se quiera limpiar. Los efectos se notan de inmediato.

Al principio el resultado parece que no va a ser el deseado y pueden seguir viéndose incluso algunas manchas o rayas . Sin embargo es cuestión de tiempo. Cuando la pared se seque se volverá totalmente blanca y no quedará ni rastro de la suciedad.

Otra las ventajas de este truco es el efecto limpiador de la lejía. A diferencia de la pintura, la lejía aporta una limpieza extra con blancura y desinfección.