Es única. Como celebridad de la era digital, de Miranda Makaroff se pueden emitir muchas opiniones, pero la idea de la autenticidad es unánime. En un entorno, el de Instagram, cada vez más homogéneo y uniformado, ella no se guía por tendencias ni estilos; prefiere arriesgarse y cantarles vía vídeo a sus cientos de miles de seguidores antes que posar hasta conseguir la falsa idea de perfección que otras pretenden alcanzar. Miranda sabe que no es perfecta, y eso la convierte en única. Y aunque sus colaboraciones con marcas sean su modo de vida, la palabra influencer se le queda pequeña.