Cuando a Jean Prouvé (1901-1984), arquitecto, ingeniero, diseñador industrial y herrero, le pedían que se definiera profesionalmente, elegía como oficio el de constructeur. No lo hacía con falsa humildad, sino cargado del orgullo de un maestro artesano. Aquel que, en palabras del sociólogo norteamericano Richard Sennett, “representa la condición específicamente humana del compromiso”.