Grande de España, católica y monárquica, la duquesa de Alba, Cayetana Stuart y Silva, desvela en una entrevista con Efe que le pide a la vida "salud" para seguir disfrutando del momento "tan especial", ya que pese a su edad tiene "muchas ganas de vivir".

Viajera incansable y "luchadora" para conseguir todo lo que ha querido en la vida, Cayetana de Alba conmemora este año el sesenta aniversario desde que asumió el ducado y edita su segundo libro, "Lo que la vida me ha enseñado" (Editorial Espasa).

En él asegura que después de enfrentarse a "todos" para casarse con Alfonso Díez, su tercer marido, vio cumplido su propósito, y a sus 87 años parece que la felicidad y la tranquilidad han llegado a su vida.

"Tengo muchas ganas de vivir. Pese a mi edad sigo sintiéndome joven para muchas cosas. Todo lo que hago me da vida y, mientras pueda, espero seguir haciéndolo", dice, al tiempo que pide "salud para seguir disfrutando del momento tan especial" que está viviendo.

Reconoce que su lema ha sido "vive y deja vivir" y apunta hacia su infancia como una etapa "muy dura", una razón por la que "siempre he querido vivir mi vida, pero a la vez sin molestar ni fastidiar a nadie", aunque también se ha puesto "límites".

Se declara monárquica, mantiene una excelente relación con los Reyes, y afirma, en estos tiempos difíciles para la Corona, que "la monarquía es fundamental para la continuidad de España como nación". "No es que conozca a don Juan Carlos desde pequeño (...) es que ha demostrado ser un gran Rey", escribe en su libro, en el que subraya que considera "injusto acusarle por los errores que haya cometido su yerno". "No fue él quién le eligió", comenta en alusión a que ya no se impone a los hijos con "quién deben casarse".

Este año, se cumplen sesenta años desde que asumió el ducado de la Casa de Alba y su padre, Jacobo Fitz-James Stuart, sigue muy presente en su recuerdo. "Su mejor consejo fue el de cuidar y mantener la Casa de Alba", algo que ha transmitido a sus hijos, en espacial a Carlos, el primogénito.

Mantener y conservar todo el patrimonio de la Casa de Alba han significado años de "mucho trabajo y esfuerzo", si bien considera que lo ha conseguido.

"Después de vivir una Guerra Mundial y una Guerra Civil, al echar la vista atrás me doy cuenta de que no ha sido fácil. En concreto, una de las labores más costosas fue la reconstrucción del Palacio de Liria", comenta.

"El que la sigue la consigue"

El libro comienza con un primer capítulo que ha titulado con un rotundo: "El que la sigue la consigue", en alusión al feliz día de su enlace con su tercer esposo, el duque consorte, Alfonso Díez, una decisión por la que luchó y que la enfrentó con sus hijos. Un año después de su boda no lo duda: "ha merecido la pena", destaca.

"Siempre he conseguido todo lo que me he propuesto, a base de luchar y pelear por ello. Eso es algo muy importante que he aprendido en mi vida, a luchar por lo que realmente quieres. Después de enfrentarme a tantas cosas para conseguir casarme con Alfonso, ahora estoy feliz con mi propósito cumplido".

De él dice que es su "marido, mi compañero, la persona con la que comparto muchas cosas" y del que también siente celos, a pesar de que "no son buenos, aunque inevitables".

Explica que lo que más le sedujo de su esposo es que se trata de un hombre "con mucho gusto, muy atractivo, cercano, cariñoso, aunque, a la vez, también con mucho carácter", con el que también discute y cede. "Yo he dado mucho amor, pero también lo he recibido".

Admite que se encuentra en uno de los momentos de mayor "tranquilidad" familiar de su vida, tras haber hecho donación de su herencia personal e histórica a sus hijos.

No oculta que el amor es "muy importante" para ella. Se confiesa mejor "esposa que madre" ya que sus responsabilidades la han obligado a viajar cuando eran pequeños, pero "quiero a mis hijos por encima de todo, como cualquier madre", hace hincapié. De ellos, cuenta que son muy "diferentes", aunque en el fondo tienen algunas "cosas en común".

Distanciamiento con Jacobo

Incide, una vez más, en la tristeza que le han producido sus divorcios, pero cree que cada uno "ha reconducido su vida y son felices con su elección". "Yo, que soy muy católica, creo en el matrimonio y no estoy muy a favor del divorcio", puntualiza.

Su distanciamiento con su hijo Jacobo, el único que no acudió a su enlace con Alfonso Díez por decisión propia, está superado. "Adoro a mi hijo Jacobo, es un gran intelectual, con el que tengo muchas cosas en común", señala.

Le ilusiona especialmente que Cayetano se alce con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes al que ha sido propuesto. "Es un excelente jinete y lo merece", dice de él.

Sus nietos, en especial los más pequeños, y sus bisniestos le dan mucha "alegría" e indica que Brianda, la hija de Jacobo y Eugenia Fernández de Castro, "es muy creativa y artista", un aspecto que tiene que ver con ella.

Cayetana Jugaba con la reina Isabel II de Inglaterra y mantuvo más de una conversación con Churchill, Onassis o los Kennedy. Invitó a actrices como Sofía Loren y Audrey Hepburn a comer en el Palacio de Liria. De todos ellos guarda recuerdos "maravillosos".

El cine, su pasión, le hizo reencontrarse con su último marido, Alfonso, una afición que comparten, una circunstancia que la acerca aún más al séptimo arte.