Alfredo Fraile ha sido el mánager de importantes personalidades de la talla de Silvio Berlusconi o Adolfo Suárez. Dentro de esa gran lista de representados, se encuentra también el gran Julio Iglesias, a quién ha dedicado varias páginas de su primer libro. Un ejemplar en el que habla sobre los quince años de carrera que pasó junto al artista, y con el que nos deja boquiabiertos con más de un testimonio.

Algunas de esas páginas sobre su relación con Julio Iglesias van dirigidas hacia el trato que este ha tenido con sus hijos. Alfredo habla sin tapujos, y no tiene problema a la hora de recordar cómo era el artista a la hora de ejercer su paternidad.

El secuestro del padre de Julio Iglesias marcó al artista de por vida. "Él se sintió culpable porque es verdad", asegura Alfredo, apuntando que "le secuestraron por ser el padre de Julio Iglesias, no por ser el doctor Iglesias".

"Era una persona que cuidaba a todo el mundo, de todo tipo y los trataba maravillosamente bien", describe. "Era adorado por toda la gente que le conocía, nunca lo hubieran secuestrado". Y deja claro que lo hicieron porque "querían dinero".

Un daño colateral por el hecho de ser un gran artista que a Julio le causó todo un trauma por el que "cogió miedo", hasta el punto de influirle en la toma de decisiones a la hora de educar a sus hijos. "Le pidió a Isabel que sus hijos se fuesen a vivir con él a Miami para estar más seguros". Además, señala como "todo ese trauma del secuestro, unido a los traumas de cuando eres pequeño -la educación que recibes en tu casa, lo que ves en tus padres, el problema del coche y el accidente y quedarse en la cama-, todo eso de alguna manera ha hecho a Julio ser como es".

A raíz del trauma, o por su carrera profesional, el caso es que Alfredo cuenta como Julio no atendía a sus hijos como un padre debiera hacerlo. Su etapa de mánager junto al cantante coincide con la infancia de los tres primeros hijos de Julio: Enrique, Chabeli y Julio José, los que asegura "son maravillosos, muy bien educados y muy buenas personas".

Sin embargo, también asegura que el mérito de que sus hijos sean como son no se debe a él, sino a la madre de estos, Isabel Preysler. "Julio ha sido una persona que no se ocupaba de sus hijos nada más que a ratitos y es Isabel la que constantemente estaba ocupándose de ellos", explica. "El mérito de que los hijos sean como son, es gracias a Isabel sin duda" resalta.

Así, no duda en afirmar que "con lo difícil que es ser hijo de Julio Iglesias, el resultado ha sido muy bueno en los tres", afirmando también que éstos guardan "gran cariño a su padre" a pesar de todo. Sin duda, cree que "han heredado todo lo bueno de Isabel y también un poco de lo bueno que tiene Julio".

Con uno de los que más roce ha tenido ha sido con su hijo Enrique. De hecho, "tiene muy poca relación" con él. Es cierto que no toda la culpa la tienen sus conflictos profesionales, tal y como señala a continuación, y también la achaca a la forma en la que Julio eligió vivir su vida. "Se volcó en su carrera y olvidó a sus hijos" señala.

Un punto en el que el mismo se ve reflejado, confesando humildemente que "eso también me pasaba a mí: he tenido seis hijos y he visto nacer a tres sí y a tres no. En un momento dado yo decidí quedarme con mi familia y cambiar mi vida", cuenta, aunque añade: "Julio no tenía unos anclajes familiares como los míos".

El joven tenía muy claro desde el principio que quería dedicarse a la música, un terreno en el que Julio tenía muchas facilidades, pero en el que no ayudó para nada. El conflicto en sí, comenzó cuando Enrique, decidido a empezar en este nuevo campo, no contó con su padre en ningún momento, algo que a Julio no le sentó bien.

"No son celos", señala Alfredo, "Julio se sintió dolido por esa falta de confianza de su hijo en pedirle consejo". Algo que el mánager asegura hizo muy bien pues "conociendo a Julio hubiese querido estar por encima, darle consejos, hubiese querido cambiar todo lo que Enrique hizo". De hecho, asegura que "Enrique conocía muy bien a su padre" y fue él quien "prefirió no hacerlo".

Una vez Enrique grabó su primer disco, sí que acudió a su padre para enseñárselo y preguntarle su opinión, pero Julio se mostró firme con su hijo. "Le dijo que ese disco no lo iba a vender, y cuando vendió un millón de discos, le dijo que los había vendido porque era el hijo de Julio Iglesias".

Y así narra como pasó igual con los dos millones, y lo mismo cuando Enrique alcanzó los cinco millones de discos vendidos. Fue entonces cuando "se creó una situación incómoda que desgraciadamente ha creado una fisura en esa relación".

A pesar de sus diferencias, Alfredo se muestra optimista: "el tiempo lo cura todo, y espero que así sea". Y señala que el es consciente de que "se quieren mucho, y a lo mejor algún día cantan juntos, aunque será difícil".