Sexóloga, escritora, tertuliana en televisión y radio, colaboradora en diferentes medios escritos y conferenciante en universidades, Valérie Tasso acaba de presentar "El método Valérie", en el que aborda los secretos y los entresijos de la seducción. "Seducir es sorprender cada día y mantener el suspense", dice Tasso (Francia, 1969) en su séptimo libro, un manual de seducción en el que si algo queda claro es que el asunto no es una cuestión de lencería fina ni de faldas cortas: "Pone más una cabeza alta que un escote bajo, no lo dudéis".

¿Cómo es posible que todavía haya personas, incluidos médicos e investigadores, que sostengan la existencia del orgasmo vaginal cuando está demostrado que se alcanza por la estimulación del clítoris?

Tradicionalmente se ha buscado la justificación del coito. Y seguimos en el mismo punto de partida. El clítoris, órgano que "no sirve para nada más que para el placer", sigue siendo un gran desconocido. Y ya se sabe, lo que desconocemos nos suele dar pavor...Explicar que no existe el orgasmo vaginal es hacer tambalear los cimientos de nuestra sociedad, una sociedad falocéntrica y coitocéntrica.

Del mismo modo, ¿cómo es posible que se dude de la existencia del punto G?

No es que pongamos en duda la existencia del punto G, sino que explicamos su funcionalidad no desde la raíz del clítoris, sino desde la vagina. ¿El porqué? Me remito a mi primera respuesta. Se está intentando a toda costa preservar el coito como erótica principal de una interacción. La autonomía del gozo femenino, que por no requerir no requiere ni buenos ni malos amantes, sigue siendo inconcebible.

En una clínica americana inyectan colágeno en el punto G para aumentar su tamaño y, al parecer, aumentar así el placer en la penetración.

Ya expliqué en mi libro "El otro lado del sexo" lo que opino al respecto. Resumiendo, te diré quela localización del punto G no la facilita un mayor o menor volumen, sino una predisposición mental a gozar con su estimulación. No es un asunto fisiológico, sino de permisividad al gozo. Por cierto, el punto G no es un punto, es una amplia zona de muy fácil reconocimiento y que no requiere estudios de ginecología. Con relación al negocio de inyectar colágeno, ya sabemos que, hoy en día, más que liberadas sexualmente a las mujeres nos han convertido en consumidoras de elementos sexuales.

El mensaje que recibe la mujer desde las revistas y la publicidad es que es algo defectuoso que hay que reparar con cremas, dietas y cirugías. ¿Cómo luchar contra esa enorme presión?

Primero, hay que saber que la publicidad está en nuestra realidad social para decirnos lo que nos falta y no lo que tenemos. Y segundo, que, como te decía antes, la prioridad del mercado no es nuestra liberación, sino nuestro consumo. ¿Cómo luchar contra eso? De partida, sabiendo esto.

El sexo es tan natural como el comer, pero muchas de sus cuestiones básicas son desconocidas. ¿Implantaría una asignatura en los institutos?

El sexo es natural en los pulpos. En nosotros es una actividad infinitamente culturizada, fundamentalmente porque todo el peso moral al que lo hemos sometido ha llegado a través de la cultura. Eso explica que aproximadamente el noventa y cinco por ciento de los casos de anorgasmia no tenga una base orgánica. Sí, implantaría una asignatura impartida por sexólogos.

¿Se debería dar más importancia a la educación sexual en el colegio o cree que son los padres quienes deben educar en el sexo?

La educación sexual es cuestión de todos. De hecho, la sexualidad es la personalidad del individuo y ¿quién la marca? ¿La escuela, los amigos, los padres, el cine? Lo que sucede hoy en día es que fundamentalmente se está abordando la sexualidad como una problemática. De ahí que las clases que se imparten a adolescentes se basen fundamentalmente en la prevención de riesgos y no en los valores sociales que conlleva el hecho de ser individuos sexuados.

¿Por qué las mujeres no hablan tan libremente de la masturbación?

Por lo mismo que dije antes: el gozo femenino no puede ser autónomo, sino subsidiario de un elemento externo, normalmente un pene grande con un varón pegado...

Explica muy bien todo el universo BDSM y, para un inexperto, tal vez lo que más llama la atención es su afirmación de que "es la erótica que coloca la excelencia allí donde el sexo la tiene; en la mente humana y no en los genitales".

Es una erótica que refleja muy bien la enorme amplitud que tiene el hecho sexual humano. Imagínate, por ejemplo, que los pintores descubrieran de repente que existe el color, algunos podrían seguir pintando sin utilizarlo, pero en cualquier caso los recursos de la pintura aumentarían extraordinariamente.

Describe interesantes prácticas como el petting, el sploshing o el kokigami. Habla de juguetes, de bondage... ¿Y si a uno, al final, lo que le gusta es hacer el amor con su pareja en la cama sin más parafernalias?

Perfecto. Pero "nunca por mucho trigo fue mal año". Coincidirás conmigo en que conocer más posibilidades no anula el emplear las que más nos satisfagan.

¿Cree que la facilidad de acceso al porno a través de internet es nocivo para un menor?

En primer lugar, el porno es una estandarización del sexo, genera un modelo de actuación radicalmente machista porque está construido desde y fundamentalmente para el hombre. En segundo lugar, es una sexualidad de carácter "adultista", es decir, está hecho desde y para adultos. Cumple una función, no lo niego, y no seré yo quien hable de abolir este género cinematográfico. Pero sí es cierto que en manos de un adolescente lo puede llevar a profundas equivocaciones.

Al contrario de lo que la sociedad nos dice, en su libro no otorga un gran poder a la belleza física a la hora de seducir. ¿Le damos demasiada relevancia a nuestras carnes?

No le otorgo una gran importancia a la belleza porque no la tiene en absoluto. La belleza te puede servir para ligar o atraer silbidos, pero para la seducción no es algo reseñable. El no tener una gran belleza forma parte de la virtud del seductor. Acuérdate, por ejemplo, de Ricardo III de Shakespeare, que, además de feo, era malo. Y sin embargo, sedujo a la mujer a la que él había dejado viuda en el entierro de su difunto.

"El deseo es, en definitiva, literatura, un relato literario personal e intransferible". ¿Son los relatos de los hombres más sencillos que los de las mujeres? ¿Necesitan ellas más fantasía?

Sí, es cierto que los hombres son más sencillos porque ellos vienen tradicionalmente manejándose en el mundo del deseo, mientras que en nosotras se ha abierto una distancia mayor entre lo que queríamos hacer y lo que éramos capaces de imaginar. Hemos cuidado mucho, desde muy antiguo, los relatos de nuestras fantasías y eso nos ha dado una mayor capacidad literaria que a ellos. Es algo que posiblemente en nuestra tarea de equiparación acabemos perdiendo.

Una monologuista decía recientemente que para ella el humor "es el mejor lubricante porque con humor entra todo". ¿Lo comparte?

Sí, por supuesto. Además, el humor tiene dos virtudes más: acorta distancias y crea comunidad.